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NO
es que me haya pasado al enemigo, tras gritar aquello que sonaba
en las líneas del frente de la guerra incivil, de trinchera a
trinchera:
-¿Hay por ahí alguno de Sevilla?
Como quien por hay ahí es uno de León, en el sillón Vogue de la
Moncloa donde antes estaba uno de Valladolid y antes de este
antes otro de Sevilla, estoy donde he estado siempre. En el
sitio de donde algunas veces, por no enmendar la figura, me
quitó el toro. Y, abierto el compás, despatarrado, tras oír a ZP
que el terrorismo se combate con la igualdad de sexos, tengo que
reconocer solemnemente que Rodríguez, vulgo Zapatero, tiene toda
la razón. Teniendo en cuenta estos tres factores:
1. Que se cumple una vez más la Ley Woody Allen de los
presidentes del Gobierno del Reino de España cuando se meten en
carretera. También podía llamarse, en términos de Física,
Principio del Calentamiento Bucal. Por ahí, lejos, con las horas
cambiadas, a los presidentes se les calienta la boca y dicen lo
que aquí callan. Woody Allen total: «Todo aquello que usted
hubiera querido decir en España pero a ver quién tiene cojones
de decirlo allí».
2. Que aun cumplida la Ley Woody Allen y el Principio del
Calentamiento Bucal, ZP no tiene nada que ver con Forrest Gump.
Tonto es el que dice tonterías, nunca el presidente del
Gobierno.
3. Que en punto a la debatida cuestión de que «la igualdad de
sexos es más eficaz contra el terrorismo que la fuerza militar»,
tiene toda la razón. Le haría una matización, a modo de
extensión, de excursión facultativa en su visita turística a la
Zona Cero Zapatero: si a la igualdad de sexos le añadimos la
igualdad de género, de género gramatical, la eficacia será a
prueba de bombas, de bombas colocadas en los trenes de las
criaturitas por unos chorizos zarrapastrosos y unos chivatos de
los maderos capaces de diseñar la más alta estrategia política
del qué, del cómo y sobre todo del cuándo.
Subiéndome, pues, a la Pasarela Cibeles de la Lengua y siguiendo
la tendencia puesta de moda por Manuel Chaves con lo de
españoles y españolas, ciudadanos y ciudadanas, reconozco
solemnemente la eficacia de la igualdad de sexos contra el
terrorismo.
Sí, señor Rodríguez, mucha igualdad de sexos y de géneros es lo
que hace falta aquí contra el terrorismo, ha hecho usted muy
bien en recordarlo, vamos a dejarnos de cuentos. El terrorismo
como mejor se combate es con leyes y leyas, con jueces y juezas,
con Garzones y Garzonas, con policías y policíos, con picoletos
y picoletas, con Savateres y Savateras, con Foros Ermuas y Foras
Ermuos, con escuchas telefónicas y escuchos telefónicos, con
redadas y redados, con cárceles y cárcelas, con condenas y
condenos, con cumplimientos íntegros de penas y cumplimientas
íntegras de penos, con detenciones y detencionas, con dureza y
durezo, con consenso democrático y consensa democrática, con dos
pelotas y dos pelotos.
Así, lograremos que a la violencia y al violencio la llamemos
terrorismo y terrorisma. Que no haya más lucha armada y lucho
armado, sino crimen y crímena. Que los activistas y activistos
sean asesinos y asesinas. Los liberados y liberadas, criminales
a sueldo y criminalas a suelda. Los legales y legalas, fichados
por la Policía y fichadas por el Policío. Y que a los ilegales e
ilegalas les digamos lo que son, no fichados por la Policía y no
fichadas por el Policío. Espero que la tesis de Zapatero no se
ponga zapatera. Como las aceitunas.
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