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El
Gobierno que los españoles se dieron democráticamente a sí
mismos, por aquello de que hay gente pá tó, está demostrando una
rara habilidad: tienen un problema para cada solución. ¡Qué
destreza en crear problemas donde no los hay! Ahora toca
enfrentarse a la Iglesia. Chaves, con un perfecto dominio de las
concordancias vizcaínas, ha dicho a la jerarquía eclesiástico
(sic) que se acostumbre a que el Estado español (traduzco:
España) es laico. Eso lo saben perfectamente la jerarquía
eclesiástico (sic), los católicos y hasta el sacristán de La
Marsellesa que cantaba: «El pensamiento libre/proclamo en alta
voz,/y muera el que no piense/igual que pienso yo».
Los que tienen que acostumbrarse a que España, perdón, el Estado
español, es laico son ellos, no los obispos, ni los curas, ni
las monjas, ni eso que antidemocráticamente nunca se tiene en
cuenta: la mayoría absoluta de españoles que son católicos
bautizados, con toda la tibieza y la inasistencia a misa que
quieran, pero con el profundo convencimiento no sólo de que Dios
existe, sino que está en San Lorenzo y que su Madre está junto a
los dos arcos de Sevilla, el arco de la Pura y Limpia y el arco
de la Esperanza.
España es sociológicamente católica, por muy laico que sea el
Estado de la Constitución, con su golpe progre de cuarto y mitad
de volteriana. Vázquez de Mella decía que la Monarquía tiene el
sufragio universal de los siglos y la España católica tiene la
mayoría absoluta de las listas de espera de los novios para
casarse en la Capilla Real o en la Macarena, donde no se ofician
precisamente matrimonios civiles o paripés de bodas de
maricones. La España católica, o por lo menos de profundas
raíces sociológicas y culturales en el humanismo cristiano,
tiene el sufragio universal de la oración en la tumba cuando
enterramos a nuestros padres, de la misa de recuerdo en el cabo
de año de su muerte. El día que en el ABC vengan más esquelas
sin cruz que papeletas con ella podemos decir que España ha
dejado de ser católica, la desafortunada frase republicana cuyo
palimpsesto ha escrito peligrosamente Chaves. Que tengan mucho
cuidado, que por la tontería de la retirada de los crucifijos en
las escuelas y por la Ley de Congregaciones empezó lo que
empezó. Por muy políticamente incorrecta que sea la recordación
de la Historia, yo estoy ahora viendo arder la Capillita de San
José en mayo de 1931. Así que cuidado con el cirio, que la
procesión es larga, y menudo cirio pueden formar.
Esa España sociológicamente católica, esa Sevilla culturalmente
cristiana, a la que se le caen dos lágrimas cuando ve a la
Virgen de su barrio, no tiene que acostumbrarse a nada en
materia de laicismo. Aquí, con la llegada de la bendita
democracia, supimos hacer una transición de libro a efectos de
respeto a la religión y de separación de Iglesia y Estado.
Uruñuela y Valle lo hicieron de cine en el Ayuntamiento, con los
malos recuerdos de quema de conventos y de La Valiente que la
izquierda traía a una derecha que no quería entrar por el aro de
las libertades. No, señor Chaves: ni la jerarquía eclesiástico
(sic) ni los nazarenos del Cerro del Aguila tienen que
acostumbrarse a nada, Los que tienen que acostumbrarse son
ustedes, que nos quieren hacer islamitas por co...ranes. Tienen
que acostumbrarse a dejar de presidir procesiones de Patronas en
los pueblos; a dejar de entregar ramos a las carretas del
Simpecado para hacerse la foto; a dejar de saludar a babor y
estribor en el Corpus. Ustedes, ustedes son los que tienen que
acostumbrarse a dejar de utilizar y de manipular los hondos
sentimientos religiosos de la mayoría sociológica para buscar
votos.
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