|
No
sabemos el nombre de ese perro, como tampoco el nombre del
mendigo. Lo llamaremos Niebla, quizá Lluvia, o mejor todavía
sólo Perro. Gozosamente perro callejero, tan señor de su esquina
en Los Remedios. Cartones de colchón, cuatro papeles como
almohada junto a una manta vieja, y un perro que descansa su
nobleza ante el que nada tiene, sólo hambre, tan sólo soledad de
los semáforos, que guiñan amarillos de la fiebre, del alcohol
del cartón del tinto malo, del güisqui de garrafa que comprara
con las cuatro monedas que a la tarde sacó de un corazón yendo
hacia misa.
Fidelidad, listeza, compañía, sigan poniendo
gozo a dos orejas, a un rabo que se mueve de alegría, cuatro
patas de caza o de ladrido cuando guarda a su dueño por la noche
y pone al horizonte sus candados. Era negro, despierto, regalaba
al dueño lo que todos le negaron. Los perros de mendigos son más
nobles que los que están en óleos goyescos al borde de la seda
de las faldas de duquesas de amores y abanicos. Un Prado sin
meninas ni Velázquez pintan siempre los perros de mendigos
sentados noblemente en el retrato del hambre en un cartón: "Hoy
no he comido".
A este perro que evoco lo hemos visto tantas
veces que el lomo le acaricia esta mano que escribe su homenaje.
Con lengua agradecida me la lamen los perros neoyorquinos de la
Bowery, borrachos de botella reliada en papel de una bolsa sin
acciones. Los perros parisinos que acompañan bohemios de otro
tiempo, trasterrados, con puentes de Verlaine y acordeones que
suenan de otros ríos, de otros barcos. Perros de Londres,
parques, tanta lluvia, con mendigos hindúes de turbante. Perros
suizos, lagos y tranvías, atraillados en sus abandonos junto al
portal de Creso de una banca.
Llaman al sueño imagen de la muerte. Son más
muerte los sueños de un mendigo. Que despierten al alba es el
milagro. Tumbados en la acera cada noche anticipos parecen de un
cadáver. Ronquidos del alcohol en los cartones, y el cristal de
un cajero cuya lengua le enseña los billetes de una burla.
Cuatro trapos que pueden ser mortaja de la fosa común que nadie
mira. Duerme el mendigo y crees que está muerto y que vendrá a
llevarlo la sopera si llega el clarear y no despierta.
Así ocurrió, lo cuentan sin dar nombres.
Acostumbrado tanto a ir conociendo cada noche su muerte entre
cartones, dicen que aquel mendigo amanecía sin más vida que el
perro allí a su lado. Su perro lo veló toda la noche. Solamente
aquel perro conocía que la imagen del sueño era ahora cierta.
Solamente aquel perro se aferraba a la vida, al recuerdo, a la
caricia. Pasaban otros perros con soberbia de mascotas de piso y
de ascensores, la riqueza del barrio en su correa, el paseo
diario de la dicha. El perro del mendigo los miraba con ojos más
soberbios todavía. Sabía que por mucho que tuvieran en calientes
rincones de una casa, les faltaba lo suyo, aquella mano del
mendigo en su lomo por las noches, hasta el trozo de pan que se
quitaba para como un hermano compartirlo.
Llegaron unos hombres en un coche, comprobaron
que aliento no tenía, que el frío de su mano era de muerte. El
perro, sin embargo, desmentía, con su rabo tan fiel esa certeza.
El perro del mendigo nos ha dado el ejemplo que siempre dan al
hombre. En el barrio de misa y de conserjes, donde todo
esplendor tiene su asiento, en donde nada falta en la nevera,
falta quizá lo que derrocha un perro. La certeza en el alma del
mendigo, saber que un hombre entre cartones duerme, que nada
tiene cuando a tantos sobra hasta un calor de ropa de camilla.
Ese perro sin nombre nos ha dado la suprema lección que no
aprendemos. No sabemos el nombre de ese perro, como tampoco el
nombre del mendigo. En el nombre de Dios yo te bautizo:
sencillamente Perro. Nada menos.
Aparece el cadáver de un indigente en Virgen de Luján
acompañado de su mascota
ABC/
Sevilla, 21 octubre 2004
SEVILLA. La Policía Nacional
encontró a primera hora de la mañana de ayer el cadáver de un
indigente en la calle Virgen de Luján, en la barriada sevillana
de Los Remedios, sin más compañía aparente que una botella de
whisky y otra de un refresco. Sin embargo, al acercarse los
agentes advirtieron la presencia de un perrito pequeño que iba a
protagonizar una singular historia de fidelidad y afecto.
El cachorrillo presenció el ajetreo que se originó alrededor del
cuerpo de su dueño, un indigente de unos cincuenta años cuya
identidad no se ha dado a conocer, aunque diversos vecinos de la
zona afirmaron que se llamaba Julio y que provenía de Málaga,
según informó ayer Canal Sur.
Pasadas las 11.00 horas, la Policía Nacional permanecía en el
lugar del hallazgo auxiliando al juez de guardia, que está
instruyendo las diligencias por este caso, en el levantamiento
del cadáver. El juez se encargará de esclarecer las causas de la
muerte de esta persona, que por ahora se desconocen.
La sorpresa llegó a la hora de retirar el cadáver, una vez
concluidos todos los trámites, ya que la mascota comenzó a
corretear alrededor del cuerpo, intentando impedir que fuese
retirado del lugar. Tras conseguir los operarios la retirada del
cuerpo, la mascota comenzó a aullar con notable desconsuelo,
pese a ser acariciado por las personas que participaban en la
operación.
La simpatía por la fidelidad del animal motivó que un trabajador
de una obra cercana se ofreciese para quedarse con el animal en
propiedad, aunque finalmente fue conducido a una perrera por los
servicios municipales.
Fuentes policiales no han podido precisar aún la edad del ahora
fallecido ni tampoco su identidad, si bien han confirmado que se
trataba de una persona «sin techo». Según fuentes vecinales
citadas por Canal Sur resaltaron que el indigente había cobrado
el martes presumiblemente la paga de servicios sociales, y
decidió festejarlo con otros indigentes, por lo que compró unas
botellas de alcohol. Sin embargo, no han trascendido las causas
concretas de la muerte.
No es la primera vez que se encuentra en la ciudad hispalense el
cuerpo sin vida de algún indigente, aunque no es frecuente que
el óbito se ocurra en una arteria de la ciudad tan transitada
como Virgen de Luján, en el barrio de Los Remedios.
ABC Sevilla,
23 octubre 2004
De la calle al palacio
La duquesa de Alba ha
mostrado su interés por quedarse con el perrito del
indigente que murió en Virgen de Luján y que se resistía a
separarse de su amo cuando se retiró el cadáver. Hay otra
persona interesada en quedarse con la mascota, que
permanece de momento en la perrera municipal
M. HERRERA/M. J. CARMONA/
La vida del cachorro de raza
y nombre desconocido que aulló con desconsuelo cuando el
cadáver de su amo, un indigente, iba a ser retirado de la
calle Virgen de Luján va a cambiar. Y puede que lo haga de
forma espectacular. Al día siguiente de conocerse su
fidelidad al mendigo fallecido, dos personas han mostrado
ya su interés por quedarse con la entrañable mascota. Y
una de ellas es la duquesa de Alba.
Como recogía ayer ABC, la Policía encontró la mañana del
miércoles el cadáver de un indigente en un pasaje
comercial de Virgen de Luján. Junto a él se encontraba su
mascota, un perrito que intentó impedir que se llevasen el
cuerpo y que aulló afligido cuando los agentes retiraron
el cadáver.
En la tarde de ayer, Cayetana Alba, que profesa gran
cariño hacia los animales y que desde pequeña ha tenido en
su domicilio numerosos perros, confirmaba su interés por
quedarse con el cachorro, para lo que ya había realizado
diversas gestiones. No obstante, la duquesa reconocía que
desconoce cómo acabarán esos trámites, ya que hay otra
persona que desde el primer momento mostró su interés por
quedarse con el perrito.
«Cuando conocí la historia de ese cachorro -decía ayer
Cayetana Alba- me encantó y me dio mucha pena lo ocurrido,
porque todo debió ser muy triste. Es verdad que estoy
interesada por él, pero hay otra persona que también lo
está». Así, entre la soledad de los azulejos de su jaula
del zoosanitario de Sevilla, en donde ha sido vacunado
como medida prevención, este animal espera que alguien lo
acoja entre sus brazos con el mismo cariño con el que lo
hacía su antiguo dueño.
De nombre y raza desconocida -los operarios de la perrera
apuntan que podría ser un schnauzer mezclado con pastor
alemán-, este can está a punto de vivir un enorme giro en
su vida. Un cambio seguramente que podría convertir al
hasta ayer humilde perro vagabundo en un nuevo habitante
de las lujosas paredes del Palacio de las Dueñas.
Una placa en honor
de
Canelo, el
perro de Cádiz que esperó 12 años a su amo
Se llamaba «Canelo». Su dueño ingresó una mañana en el
Hospital Puerta del Mar de Cádiz y, al no admitirse
animales, el enfermo ordenó a su perro que le esperase en
la puerta. Allí estuvo «Canelo» doce años sin conocer que
su dueño había fallecido en el centro sanitario. Todos los
intentos para que el animal abandonase la entrada del
centro sanitario fueron inútiles. Incluso la perrera
municipal se lo llevó una vez, pero las gestiones de los
vecinos y la intervención de una asociación evitó el
sacrificio del animal. Y es que «Canelo» se ganó el afecto
de los vecinos, que lo adoptaron y lo alimentaron durante
su espera, hasta que en el año 2002 un coche acabó con su
vida. Hoy, «Canelo» tiene una placa en una calle de Cádiz
en reconocimiento a su fidelidad.
- Artículos
sobre el perro Canelo de Cádiz: Tango para el perro Canelo
y
- "Canelo", el perro del pueblo
En El Redcuadro, "Perros, gatos y otros maravillosos animales"
(antología de artículos y textos del libro "Gatos sin fronteras")
Recuadros de días
anteriores
Correo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
|