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Cuando
comparo a Alfonso X con su padre Fernando III, me acuerdo de
Paco Camino. Por lo del Niño Sabio. En la historia del toreo
tenemos al Niño Sabio de Camas, y en la Historia General de
España tenemos al Niño Sabio de Toledo y de Sevilla, que era
Alfonso X. Lo de Sabio, contra lo que se cree, no es por las
Partidas, ni por las Cantigas, ni por sus saberes latinos y
romances, ni por su melomanía, ni por haberse anticipado a
Rodríguez Albariño como pirado del ajedrez. A Alfonso X lo
llamaron Sabio porque conquistó a los moros (sí, a los moros,
¿pasa algo?) nada menos que Jerez y Cádiz.
-Usted lo ha dicho: lo Sabio que hay que ser para en vez de
tirar para la parte de Granada, donde hay tan mala follá, coger
para Jerez, donde hay tanto arte.
-Pues ni le cuento lo Sabio que hay que ser para conquistar
Cádiz en vez de Guadix, con la gracia que hay en las murallitas
de Cai y la mural mala follá de Guadix.
Tuvo paladar. Conquistar Cádiz es conquistar el atardecer en la
Caleta, conquistar Falla y el Falla, conquistar la Libertad,
conquistar la Constitución, conquistar el mostrador de la tienda
del Manteca, conquistar las caballas asás y conquistar la
gracia.
-O sea, que de momento Alfonso el Sabio es más grande que
Napoleón, que no consiguió entrar en Cádiz... Y mira que los
fanfarrones se hartaron de tirar bombas para que las gaditanas
las vendieran en una chatarrería y se compraran un vestido de
piconera, que no todos van a ser tirabuzones, hay que ir a lo
positivo.
-Como que en el marcador del Estadio Carranza de la Historia,
usted, con oro y plata pondría un letrero que dijera: «Alfonso
el Sabio, 1: Napoleón, 0».
Entre el padre santo, Fernando III, y el niño sabio, Alfonso X,
conquistaron la mejor Andalucía. Anda que el padre y el niño
tenían mal gusto y elegían malamente las ciudades que arrebatar
a los moros: Córdoba, Sevilla, Jerez, Cádiz. Mas esta Andalucía
la Baja que crearon no les guarda memoria alguna de gratitud ni
al padre ni al niño. Al padre, a Fernando III, ya ven: le quitan
la fiesta y lo dejan al pobrecito mío poco menos que de nombre
de un equipo de baloncesto. Y al hijo, a Alfonso el Sabio, casi
no se ha enterado casi nadie que le ha dedicado un espléndido
estudio, publicado por la editorial Ariel, el profesor doctor
don Manuel González Jiménez, carmonense ilustre, académico y
catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla.
-Hombre, es que como no son las memorias de Norma Duval o las
memorias de sus gatos de usted, porque aquí publica memorias
hasta el gato...
Pues ese libro es ni más ni menos que la memoria del Rey que nos
dejó lo mejor, más castellano, más hondo, más culto, más
refinado de nuestra Andalucía la Baja. Aunque sea políticamente
incorrecto decirlo, padre e hijo nos libraron de la babucha y de
la chilaba, y nos entraron en Europa. Sí, he dicho Europa. La
Unión Europea comenzó en Sevilla el día de San Clemente de 1248,
cuando entró San Fernando. Que Sevilla venerase a la Virgen de
la Europa no era casualidad, sino unos Laudes Hispaniae
alfonsíes, en versión mariana. Jerez tiene las armas alfonsíes
en su escudo. Cádiz, por el contrario, salta de los fenicios a
las Cortes de 1812, cuando si no llega a entrar por las Puertas
de Tierra el Rey Sabio con Don Mendo y sus mendas lerendas,
todavía están por allí los beduinos, pero los de verdad, no los
de Paco Alba ni los que viven en el Trasmuro. Tómense, pues,
estas palabras como Laudes Alfonsíes en honor de un libro sobre
el Rey a cuyo Décimo no lo premió precisamente la lotería de lo
políticamente correcto. Incluso Pablo de Olavide le quitó por el
procedimiento del tirón el nombre de una Universidad que tenía
que haberse llamado de Alfonso el Sabio.
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