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A
todos los santos me gusta
llamarlos a la sevillana: Omnium Sanctorum.
-Pero eso no es a la sevillana, eso es en latín...
¿Y qué es el latín de la calle Feria, sino raíz del habla
sevillana? Omnium Sanctoruim no son solamente unos señores
antiguos y lejanos, como los santos que nombraban a las
parroquias viejas que igualaban en número a las campanas de la
Giralda. Entre todos los santos hay algunos cercanísimos, como
los sevillanos. Cómo será de cercana Sor Angela, que no nos sale
llamarla Santa Angela de la Cruz. Y hay santos que no están en
los altares y no lo estarán nunca. Santos de andar por casa.
Santos como romanos penates y lares del Omnium Sanctorum, que
conocimos en vida y cuyas virtudes todavía se comentan.
Es lo que me ha pasado con un personaje queridísimo, con el
veedor de toros bravos don Miguel Criado Barragán, a quien la
Universidad de la Puerta Larená de la guasa nombré catedrático
de Gramática Parda. Sevilla entera y el mundo del toro lo
conocían por el apodo que heredó de su padre, barbero de la
calle Valdés Leal: El Potra. Del Potra conocían su labia, su
gracia, pero no la parte seria del espectáculo, su toreo al
natural de la vida, hondo, cristiano, de principios: su sistema
de valores. ¡La cantidad de gente que socorría! Con sus canas de
senador romano, tenía Miguel algo de Piyayo, y a chufla lo
tomaba la gente. Los que lo queríamos sabíamos sus hondas
convicciones de fe, la adecuación de su vida al pensamiento,
socorriendo sin que nadie se enterase a los gitanitos, a los que
estaban tiesos, a los desheredados. Cada año, por estas fechas
de Pascuas, El Potra le mandaba al Padre Leonardo Castillo cajas
y más cajas de cosas buenas, gloria navideña, para los gitanos,
los hijos de presos, los inmigrantes. Hombre de honda fe, todos
desconocían esta faceta cristiana, caritativa y solidaria de El
Potra todo el año, que se hacía ONG unipersonal en las Pascuas.
No lo supe hasta que ya ido Miguel, el año pasado, por estas
fechas, me encontré con el Padre Leonardo y me dijo:
-No sabes cómo los hijos de los presos y los gitanitos van a
echar este año de menos las cajas que les mandaba nuestro amigo
El Potra...
Y me contó entonces el Padre Leonardo la verdad de aquella ONG
del cristianísimo Potra que todos desconocíamos. Y para que los
niños de los inmigrantes y de los presos no se quedaran sin las
cajas y sin las ayudas navideñas de El Potra, hice un
llamamiento a sus amigos. La gente del toro, los ganaderos, los
toreros, los aficionados, sus amigos, se volcaron para ayudar al
Padre Leonardo en memoria de El Potra. Ni gitanos ni presos ni
inmigrantes se quedaron sin sus cajas de gloria bendita. El
Padre Leonardo me llamó y me dijo:
-Tú no te lo querrás creer, pero Miguel Criado era un santo.
Esto de que los amigos le hayáis hecho este monumento de
continuar sus famosas cajas de Navidad es como un milagro suyo.
-El milagro de un santo con tan poca vergüenza como gran
corazón, padre Leonardo...
Un santo varón de caridad callada, al que un año más podemos
seguir recordando, al repetir en su memoria lo que hacía. Así
que, un año más, transmito a los que fuimos amigos de Miguel
Criado la petición del Padre Leonardo. Pueden mandar donaciones
en especie o en dinero: calle Manuel Arellano, 12. Y si quieren
contactar con Don Leonardo, sus teléfonos son (954) 34 70 23 o
(670) 62 12 83. Y si quieren mandar dinero, háganlo a La Caixa,
cuenta número 2100-21041-1020-0245260. Así, unas Pascuas más,
levantaremos el mejor monumento a Miguel El Potra, aquel
sevillano de tanta gracia, tanta hondura y tanto callado hacer
por los demás.
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