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Una
vez me preguntaron:
-¿De qué vive Sevilla?
Respondí, no sin tristeza:
-Pues yo creo que del aire, como los camaleones...
Mucho de camaleón tiene Sevilla. ¿Seguro que el lagarto de la
Catedral es un lagarto? Sí, ya sé: es un cocodrilo. Que
desmiente el horror que tenemos a la bicha. Mentís doble. La
calle principal es Sierpes: las bichas. En la Catedral, un
cocodrilo. Pero como el cocodrilo no repugna a nadie, lo
estampillamos de lagarto. Lagarto, lagarto, que de milagro se ha
salvado, en el proceso de conversión de la Catedral en museo. Si
esa parte del Patio de los Naranjos la llega a restaurar
Consuegra el de San Telmo...
-Dice que le cambien la ley para que pueda poner al lagarto de
Chemí Lacós...
Cuando lo deberían poner de camaleón, que vive del aire. Como
Sevilla. Camaleónica ciudad de la camelancia, que vive del aire
y cambia de color conforme va haciendo falta. Tiene como símbolo
una veleta, la Giralda. Representativa total. La Giralda, como
los sevillanos veletas, va plegándose al viento dominante, en el
aire milagroso del que vive. ¿De qué vive Sevilla? Del campo ya
no. ¡El campo está como para vivir de él! Y peor que se va a
poner, cuando en el 2007 le quiten su principal cultivo.
-¿Cuál, el olivar?
-No, la subvención...
Más que trigo duro o algodón, más que hojiblanca o pipas de
girasol, el campo da subvenciones. Como Sevilla ya no vive del
campo, dicen que vive del turismo. Llegará el día en que todo
esto será un hotel, un restaurante y un bar de tapas, mientras
que toda actividad comercial, mercantil o profesional se habrá
trasladado a un polígono. ¿Han visto que cada día hay más
locales vacíos, con un letrero que dice que se han trasladado a
un polígono de la parte de Bormujos?
Cuando todo lo comercial, menos Zara y Casa Robles, se haya
trasladado a un polígono del Aljarafe (por ejemplo a ese Pisa
que es como una segunda calle Sierpes), sólo nos quedará
radicada en Sevilla una industria más que floreciente: la
medicina de moda. Llamo medicina de moda a la que no es del SAS
ni cartillosa, a la que no cubre Sanitas. O a la que,
cubriéndola la sanidad pública, tiene unas listas de espera de
las que te llaman cuando ya la palmaste. No sé si se han fijado,
pero Sevilla se ha llenado de tres inventos sanitarios de moda:
1. Clínicas de ojos.
2. Gabinetes de odontología.
3. Consultas de cirugía estética.
Donde no hay una clínica ultramoderna que opera por láser las
cataratas (del Niágara si hace falta) y que manda a los
albañiles a Bovis y a Rodríguez del Valle en cuestión de gafas
para miopes, es porque han puesto un gabinete de medicina
estética, que le quita las pistoleras hasta a Gary Cooper si se
tercia. Y si no hay una clínica de ojos (Clisos del Sur S.L.) u
otra de estética (Clínica Rubens de Gorditas S.A.), es que hay
una consulta especializada en implantes dentales: Piños
Andaluces S.A. Si no se lo creen, vayan al Cortinglés de Nervión
y pónganse en la puerta de la calle Oriente. Miren la acera de
frente: todos los balcones de esa manzana están llenos de
decenas de rótulos de dentistas de implantes, de oculistas con
láser, de clínicas de quitar gandinga o de ponerla a usted de
silicona hasta la corcha.
Y la que está adelgazando de verdad es la economía de Sevilla,
que está que echa las muelas porque todo cuesta un ojo de la
cara. El doctor Juan Bermudo inventó la Ciudad Sanitaria cuando
creó Traumatología en García Morato. Ya Sevilla entera es una
Ciudad Sanitaria, donde el camaleón se ha puesto una bata blanca
y ha abierto una consulta de ojos, de dientes o de jeringazos de
silicona.
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