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Jacobo
Cortines, cronista sentimental del Corazón Inmaculado Que Nunca
Podré Olvidar, no me dejará por embustero. Si algunos que
estudiamos en Portaceli hemos roto en escritores fue gracias al
Padre Ortiz, que alentó nuestra vocación literaria y nos dejaba
leer todos los libros, cuando la mitad de ellos, como todo
entonces, era pecado. El Padre Vega, director espiritual, tenía
sobre la mesa de su despacho, como guía de nuestro horizonte
cultural, «Lecturas buenas y malas a la luz del Dogma y de la
Moral», libro del padre Antonio Garmendia de Otaola, S.J.
publicado por El Mensajero del Corazón de Jesús. No sólo estaba
el Índice de Libros Prohibidos, con medio Unamuno y medio Pérez
de Ayala, sino, además, el fielato de «Lecturas buenas y malas».
Ortiz se lo saltaba, fomentando nuestra vocación. Aunque estaba
en el Índice, a mí me dio el Padre Ortiz a leer «El sentimiento
trágico de la vida» de Unamuno y los poemas de un rojo, Miguel
Hernández.
Y como en Unamuno aprendí la grandeza del pensamiento en
libertad, me he acordado ahora de aquel «Lecturas buenas y
malas». En la mesa del alcalde tiene que haber un libro por el
estilo: «Barrios buenos y malos a la luz de las Elecciones y de
la Modernidad». Sevilla no está dividida sólo en distritos o en
puntos cardinales. No es sólo Sevilla Este, Polígono Norte o
Polígono Sur. A efectos de atención municipal está dividida en
barrios buenos y barrios malos. Barrios buenos son aquellos que
votan al PSOE. Y barrios malos, los que tienen la desfachatez de
votar al PP, los muy fascistas. Nervión y sobre todo Los
Remedios son los barrios malos. Malos de toda maldad. Macarena y
Sevilla Sur, los barrios buenos de toda bondad. Se ha visto en
la política de inversiones. Y se ve en la grúa municipal, ahora
que tanto se habla de cepo de la zona azul, que verá usted cómo
no les tocan con el cepo a los barrios de la zona roja, a los
barrios buenos.
El otro día pasaba por Virgen de Luján. Había un coche mal
aparcado. No molestaba a nadie, no entorpecía para nada la
circulación. Bueno, pues allí estaba la grúa llevándoselo al
instante. A Los Remedios, ¡leña al mono, que son del PP! Y tras
cruzar el Puente de Los Remedios hacia Las Delicias y llegar al
Barrio Sanitario sufridor de la Ciudad Sanitaria, estaba, como
siempre, la calle Bami con una doble fila que el día que ocurra
una desgracia en el Hospital se va a ver la copla. Con la doble
fila perpetua, el barrio de Bami es siempre un estrecho
desfiladero, como los de las películas de combois, al que sólo
le faltan los indios disparando flechas desde la azotea de la
casa del escritor Manuel Carrasco. En Bami, como siempre, no
había ni grúa ni guardias multando la doble fila.
Me acordé de la grúa de Virgen de Luján y del libro de la mesa
del alcalde. Esa grúa nunca va a desatascar la calle Bami,
peligrosamente colapsada por la doble fila. ¿Por qué? ¿Porque es
un barrio bueno, que vota al PSOE? Eso por una parte. Pero por
otra, porque los que aparcan en doble fila son los de los
pueblos que vienen a visitar a sus parientes ingresados. ¿Cómo
le van a mandar la grúa al coche de uno de un pueblo que le da
al PSOE el 70% de los votos? Los coches que no estorban en Los
Remedios se los lleva la grúa porque son de los señoritos
fachas, pero a los coches de la doble fila de la calle Bami ni
se les toca, porque seguro que son coches de votantes del PSOE
de los pueblos. Hay un aparcamiento subterráneo, sí, que nadie
usa: el más caro del mundo. Van a hacer otro. Tampoco lo usará
nadie. Los votantes socialistas de los pueblos seguirán campando
por sus respetos en la doble fila de la calle Bami, barrio bueno
donde vienen de visita los de los pueblos buenos, mientras la
grúa y el cepo seguirán de plantilla para los barrios malos como
Los Remedios, hartándose. ¡Toma, por votar al PP, pedazos de
fachas!
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