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En
la croasantería del barrio, toquilla y zapatillas de paño,
entra una señora mayor y le dice a la dependienta:
-Niña, dame un leuro de caramelos de respirar.
¡Ole: caramelos de respirar! En Andalucía hay siempre un
Góngora de guardia que despacha sin receta metáforas
inspiradísimas. Cada soldado de Napoleón llevaba el bastón de
mariscal en su mochila y cada andaluz, un poeta dentro del
alma.
-Y algunos hasta dos...
Que le sale a cada paso, en cada frase. Llamar caramelos de
respirar a los de eucalipto o menta es como decir tocino de
cielo a un flan que es la gloria de los peroles monjiles al
cuadrado: un poema. Oyendo a la vieja del Candilejo pedir sus
caramelos de respirar me acordé de los guionistas que les
escriben a los humoristas. Nada más fácil que escribir guiones
de humor en Andalucía la Baja. Basta con pegar la oreja en la
dulcería, en el bache, en el supersol, más y más. Salen
pasillos de comedias enteros en la escritura automática de la
realidad. Pide la vieja el leuro de caramelos de respirar como
los podía pedir el difunto Paco Gandía en una historia
verídica. Y pide un leuro. Leuro es el cambio oficial del euro
a la divisa fuerte del habla andaluza. Se oye pregonar a las
gitanas de las furgonas del «Cristo vive, aleluya», por
piojitos y alcosas:
-¡Mujeres, la chemí Lacó a tres leuros!
Se escribe euro, pero se pronuncia leuro. Y el plural es
leuros: los leuros. Como lusillo. Se escribe el husillo, pero
se pronuncia el lusillo. Y el plural es los lusillos. Para mí
que esta pronunciación andaluza del euro, como tantas
creaciones de nuestra habla y de la lengua española, viene de
Cádiz. He puesto adrede la analogía con el gaditanísimo
lusillo. Los que antes de llegar al Cerro de San Cristóbal son
husillos (sumideros), en Cádiz y en los Puertos se convierten
en los lusillos. En Sevilla el Husillo Real es el Husillo
Real; en Cádiz sería el Lusillo Real. Tan real como estos
leuros, nuevos duros antiguos que tanto están dando que
hablar. Creando habla. Hasta suena mejor leuro que euro.
Cuesta menos trabajo pronunciarlo. La ele inicial es como si
deshiciera el entuerto del difícil diptongo de arranque.
Entuerto de diptongo inicial que hace que aquí nadie hable de
Europa: es Uropa. Así hemos podido exclamar este ¡eureka! al
encontrarle nombre a la moneda de la Unión, que para el
germanizante Banco Central será todo lo euro que quiera, pero
que aquí es el leuro. Pruebe usted mismo. Lea en voz alta esta
frase:
-¡Cómo ha subido todo con el euro!
Usted lee: «¡Cómo ha subido todo con eleuro!». Vamos, con el
leuro. Un leuro, dos leuros, tres leuros. Leuros que como ha
subido todo tanto, se van a los baños sin necesidad de tener
en la diestra y la siniestra un par de agujeros. Los leuros se
van por los lusillos. Por el torrente vivísimo de nuestra
inmensa capacidad de creación expresiva. Me he vuelto a
acordar de la portuense Mariquilla Solís Muñoz-Seca cuando
vivía en Bilbao. Se le arrió con la lluvia la azotea de su
casa y llamó corriendo a Baigorri, el portero, un vasco con
una boina como una carpa de bodas de Alfonso o de Juliá, y con
un morrillo donde se podía escribir el Quijote con la maja del
gazpacho. Gritó Mariquilla, angustiada:
-¡Baigorri, Baigorri, corra usted, que se ha atorao el lusillo
y se ha arriao la azotea!
Baigorri llegó, pero no comprendió nada. Mariquilla se lo tuvo
que traducir, al ver su cara de no enterarse ni de papa:
-Baigorri, que con la lluvia se ha atascado el sumidero y se
ha anegado el terrado...
Sólo entonces Baigorri cogió un hierro y se puso a hacer de
varillero. De seguir en Bilbao, Mariquilla le hubiera dado hoy
por desatorar el lusillo una propina de tres leuritos.
-¿Cómo, señora, pues?
-Tres euros, Baigorri, tres euros...
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