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Ea,
pues ya está aquí...
-¿El qué?
¿Qué va a ser, hijo mío? La Semana Santa. El sevillano, tan
novelero, muere con algo que no es en absoluto nuevo. Algo tan
antiguo como una nostalgia. Como un Domingo de Ramos.
-O sus vísperas, usted...
Ahí sí que hay novelerías. El Carmen Doloroso es ya un
clásico, la Madre y Maestra de las vísperas. Ahí sí que hay
estrenos. Hasta de cofradías enteras. Venía el sábado por el
Cortijo Maestrescuela y de la Huerta del Plantinar salía una
banda de cruz de guía, con esos uniformes que ahora se llevan,
de opereta. que parecen maniquíes del Museo del Ejército más
que músicos. Qué curioso: la sociedad civil sevillana, cuando
crea una banda, la viste de militar. Es como una sociedad
civil con mono de presencia militar. No imitan el uniforme
civil de la Banda Municipal, no. Van todas vestidas como de
maestrantes en boda. Quizá sea esto: no es que vayan de
militares de opereta; van con el uniforme del cuerpo al que
pertenece; de caballeros de la Real Maestranza de la Música
Cofradiera de Sevilla.
Donde se han logrado prodigios que ríase usted de los
clásicos. Pasa con la música cofradiera como con el arte de
llevar los pasos. Nunca hubo la generalizada perfección
técnica que gozamos ahora, y a la que no le damos importancia,
porque no la comparamos con lo antiguo. En bullas y vallas no
te cuento, pero en costal y en bandas, todo tiempo pasado fue
peor. Bastante peor. Antes sí que iba en banda el palo de las
bandas. Mucho hablar del mítico Brigada Rafael, pero yo creo
que ahora el bueno de Macías no serviría ni para darle sidol a
la corneta de Julio Vera. Mucho recordar a Soria 9, la Soria 9
de don Pedro Gámez Laserna, anda que nuestra generación no ha
cangrejeado nada ante palios con su música, macareno doctor
Fernández Palacios... Bueno, pues Soria 9 no le serviría ahora
al Carmen de Salteras con «La Macarena» de Paco Lola o a
Tejera por lo fúnebre en Santa Cruz ni para llevarles las
partituras. En cofradieras materias estamos rozando la
perfección. Hasta tal punto que me da miedo. En Grecia, tras
los esplendores clásicos vino la degeneración del helenístico.
¿Por dónde iba, que me he perdido en las siete revueltas? Ah,
que me encontré en El Plantinar con una banda como de
migueletes, con los excedentes de los uniformes de «Carmen» de
Saura. Y el sábado. La Hermandad del Sol sacaba a su Virgen en
paso de palio, por todo lo alto. Por todo lo hondo. Y a la
misma hora, en el Polígono, salía la hermandad penitencial del
Cautivo, que llevaba en lo alto del paso la devoción del
primer viernes de marzo en San Ildefonso o en la Casa de
Pilatos.
Así que habrá que ir corrigiendo lo de Semana Santa. No es la
Semana Santa, en singular. Son las Semanas, en plural. Dos
mejor que una. No se jartan. La Semana Grande se hizo tan
grande que de momento ya vamos por quince días con pasos en la
calle. Ya se nos había hecho el cuerpo a que hubiera cofradías
en la calle mucho antes del Domingo de Ramos, esa Semana Santa
sin las dos C: Catedral y Campana. Las cofradías Pre
Borriquita. Eso no es novedad. Como todo puede seguir
sacándose de quicio hasta el infinito, en la general pérdida
de medidas y puede que hasta de papeles, ya tenemos pasos en
la calle... ¡antes del pregón! Qué agonías, con tanta cofradía
de vísperas. Son como unas relaciones prematrimoniales de la
ciudad con su gran rito. Igual que esos novios que cohabitan
mucho antes de la boda, así estos pasos tan impacientes. Por
eso muchos llegan al Domingo de Ramos hartos de coles, con la
ilusión perdida, como en boda de penalti. Nos comemos la tostá
de la Semana Santa antes de tiempo y muchos llegan al Domingo
de Ramos hartitos de tanto jartible. Que la verdadera Noche de
la Ilusión no es la del 5 de enero, sino la del Sábado de
Pasión.
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