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Composición
de lugar, que decía San Ignacio en sus ejercicios
espirituales: imaginen que el alcalde de Sevilla es del PP.
Jaime Raynaud mismo...
-¿Quién?
-Jaime Raynaud...
-¿Y ése quién es?
Ea, ahí tienen una buena encuesta electoral. Imaginen que el
alcalde es del PP, y que al alcalde del PP le descubren la
tostá de la manteca colorá del Distrito Macarena. De momento
no solamente le descubren la tostá del Distrito Macarena, sino
hasta del Distrito Esperanza de Triana. Y después, Andalucía
entera por Canal Sur y España entera por TVE se enteran con
pelos y señales de la mangoleta. Y una vez corrido a gorrazos
por tierra, mar y aire, en sede municipal, en sede
parlamentaria, en sede judicial y hasta en la Catedral de
Santa María de la Sede, al alcalde le quedan solamente dos
opciones:
-¿Dimitir o aguantar el tirón?
No: exiliarse al Paraguay o exiliarse al Brasil. Porque de
Sevilla se tenía que ir. Un alcalde del PP con una cosa así,
con pelos y señales, con facturas falsas y papeles verdaderos,
con historias de antiguos colaboradores de Mienmano, no tenía
más remedio que irse de España. La ciudad entera estaría llena
de pintadas, como si fueran las persianas metálicas de El
Cronómetro o las puertas de la Capillita de San José:
«Alcalde, pringao, que no lo has derribao».
¿Y qué ha pasado? Pues lo de siempre: nada. Que el capilliteo,
qué gente más falsa, envolvió al alcalde en su habitual nube
de incienso de la naveta de la ojaneta antes, durante y
después del pregón. Aquí, siempre, mucho largar por la
espalda, pero al alcalde casi le descoyuntan la mano a
apretones cuando se la estrechan los sepulcros encalados y
encalomados en la Muy Cobarde Ciudad, no en balde la praxis
del PER y de la subvención llega hasta las cofradías:
-Muy bonito, don Alfredo, ha estado todo muy bonito...
El alcalde estará el Domingo en La Hiniesta, de chaqué, con la
vara y la Guardia Municipal de gala, recibiendo saludos en los
encuentros de emociones por la calle Sierpes:
-Adiós, don Alfredo...
Y aquí no ha pasado nada. Eso que dicen que Sevilla vive de
espaldas al río es verdad: nunca llega la sangre al río. Nunca
pasa nada. Los periódicos se han hartado de reproducir papeles
sonrojantes. Pero como no leemos, y como la gente mira en el
autobús la hoja parroquial por lo civil que es el diario
gratutito y encima se cree que ha leído el periódico, pues el
alcalde se va de rositas. De Rositas, de Molviedro, de toda
aquella parte final de la calle Castelar. Y no pasa nada con
el escándalo de la Macarena. A lo mejor pasa como me ocurrió
este febrero carnavalesco con Eduardo Dávila Miura. Un amigo
común me comentó:
-No veas lo enfadado que está Eduardo...
-¿Porque no lo han puesto el Domingo de Resurrección?
-No, porque no están dando el Carnaval de Cádiz por la radio.
Ya sabes lo aficionado que es...
Hablando de Eduardo Dávila y de la Macarena, donde su abuelo
fue hermano mayor de la Esperanza, seguro que el mismo amigo
común me dice mañana, ya sin referirse al torero:
-Estoy indignadísimo por el escándalo de la Macarena...
-Por las facturas falsas y por el derribo del famoso chambao
del Distrito Macarena, ¿no?
-¿Distrito? ¿Facturas falsas? ¿Chambao derribado? No, hijo:
estoy indignadísimo porque el Cecop no va a dejar que la gente
entre a ver a la Esperanza por los Callejones. Y hablando de
derribos: menos mal que la cofradía vuelve a pasar por la
calle Parras. A ver si nos vemos el Viernes en casa de Enrique
Pavón...
Así le va a usted de bien, don Alfredo. La derecha, tan
cobarde, torpe, inculta y acomplejada como siempre. Y sus
votantes, como usted es de los suyos, pues ¡ancha es Sevilla!
Cuando les hablen de la tostá descubierta en el Distrito
Macarena dirán: «¿Macarena? ¡Guapa, guapa, guapa!».
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