Clic para ir a la portada

El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Odín, el perro triste de Mónaco

Ni los velos negros de Carolina y Estefanía. Ni el luto de Alberto. Ni las condecoraciones en cojines ceremoniales. Ni el sable venturosamente simbólico de un Príncipe que nunca tuvo que mandar a sus hombres a la muerte, al odio y a la guerra. Quien más cerca marchaba tras el féretro de Rainiero III era su perro. Entre las treinta y seis salvas y los gritos de las gaviotas, en un silencio como escrito expresamente por Beethoven, el perro Odin marcaba el paso del cortejo mejor que los carabineros empenachados. En cuanto a solemnidad de su paso, nada tenía que envidiarle a monseñor Bernard Barsi, arzobispo de Mónaco. Si le pusieron collar y correa, fue por cumplir con la rúbrica del protocolo, como los señores llevaban chaqué con corbata negra o las señoras velo o tocado. Si un mayordomo de palacio lo llevaba de la correa, era estrictamente a efectos de composición del cortejo: el perro Odin sabía perfectamente su cometido. El que saben todos los perros, en su lealtad y fidelidad, sin que nadie se lo enseñe, sin que tengan que amenazarlos leyes y cárceles.

Odin sabe que probablemente Rainiero III había llegado a la conclusión de tantos hombres: cuanto más conocía a la humanidad o incluso a su propia familia, más quería a su perro. De ahí que en el protocolo funeral de Mónaco tuviera Odin la prelación que le correspondía: muy por delante de la familia Grimaldi. Si los realizadores de televisión hubiesen tenido sensibilidad y respeto por el ser vivo que más ha sentido la muerte de Rainiero, nos hubieran ofrecido el primer plano que ahora sólo podemos imaginar: la cara de inmensa tristeza de Odin, la profundidad de la pena en sus ojos. Estaba con Rainiero desde 1999, cuando el Consejo de la Corona del Principado se lo regaló en el cincuentenario de su reinado. Odin llevaba con Rainiero los seis años que tiene. Toda una vida. Seis años en la vida de un perro es más de media en la de un hombre. De ahí esa tristeza.

Odin habrá pasado unos tristes días, olisqueando rincones de palacio, pasando su hocico por habitaciones vacías. Echando de menos a su amo. Estoy viendo esa cara de la infinita tristeza del perro que va detrás de la caja que lleva a su amo. He visto muchas veces a este perro sin amo, huérfano por su muerte. Vi a Odin en Cádiz. Allí se llamaba Canelo. Se pasó la vida, hasta que lo mató un coche, a la puerta del hospital, esperando en vano que saliera con vida el amo que allí había encontrado la muerte. Vi a este perro en Sevilla, callejero acompañante de un mendigo que murió de inanición en la madrugada de los fríos y que permaneció allí, rabiosamente leal, cuando el juez de guardia levantó el cadáver. He visto antes muchas veces a este Odin triste como una marcha fúnebre de Beethoven, cada vez que un perro se ha quedado sin amo: una lealtad oliendo rincones de la casa. He visto a Odin porque vi a Triana, la perra dálmata de Amelia Vázquez, cuando se llevaron muerta a su dueña y ya no podía acompañarla más en su enfermedad, acostada a los pies de la cama.

El mejor elogio fúnebre del Príncipe de Mónaco lo ha hecho Odin, solemne y solo en el entierro, pasito a pasito, tras los carabineros y los penitentes negros de la cofradía de la muerte. No puede haber maldad en el corazón de un hombre al que un perro sigue buscando después de muerto. Odin era la humilde perruna bendición de la fidelidad frente a la maldición de los Grimaldi. Por la honda naturalidad con la que representó la tristeza verdadera de todos sus colegas, Odin se ha ganado la prelación protocolaria sobre todos los del mundo en el Gotha perruno. Si, a lo Oriana Fallaci, camino de un árbol donde levantar la pata, Fla, la perrita de la Duquesa de Alba, se encuentra con Odin en la puerta del ascensor, seguro que le cede el paso. Odin ha dado una vez más la suprema lección de los perros que nos hacen mejores a los hombres.




Recuadros de días anteriores
 

Correo Correo


Clic para ir a la portada  

Biografía de Antonio Burgos  

Libros de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés




 

 


 

 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España.

 

 

 

¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio