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Me
acuso, padre Hércules, que acabo de escribir, y nada menos que
en el título, una palabra que me da alipori: derbi. Por más
que busco sinónimos para el uso blanquiverde y rojiblanco de
la voz pelotera, son peores los remedios que la enfermedad de
la palabra «anglicana», que diría Carmen Calvo. Derbi tiene
por sinónimos cursiladas espantosas: encuentro de la máxima,
duelo de eternos rivales. Así que valga derbi como hipótesis
de trabajo y, ¿por qué no decirlo?, como banderín de enganche
de lectores en el título. Un artículo, por muy bien plumeado
que esté, si no va bien titulado, con gancho, y no acaba bien
arrematao, con estocá hasta la bola, ni es artículo ni es ná.
Y si alipori da la voz derbi, vergüenza causa cómo aparecemos
ante España cada vez que se enfrentan Sevilla y Betis. La peor
Sevilla del tópico se pone inmediatamente en circulación. La
Sevilla de los miarma, de los sevillitas, del arsa, pilili, y
del toma, Jeroma. El otro día lo consideraba aquí José María
Igeño con mucho tino. Cuando se enfrentan el Real Madrid y el
Atlético, o el Barsa y el Español, o el Atlético de Bilbao y
la Real Sociedad, no se pone España entera con los tópicos
sobre chulapos de Madrid, que sí; ni sobre catalanes agarrados
de la buchaca y la pela es la pela; ni sobre vascos brutos con
una chapela como los hongos que quieren poner en La
Encarnación. Se habla de fútbol, de alineaciones, de tácticas,
de técnicas, de estadísticas de victorias y derrotas. Pero,
hijo, cuando se van a enfrentar Sevilla y Betis,
inmediatamente se pone en marcha la máquina de los tópicos. La
imagen odiosa de esa Sevilla vulgar, inculta, iletrada,
violenta, ineducada, chulesca, corralera, que hace que muchos
nos avergoncemos de nuestra hispalense nación. ¿No va a haber
canis en Sevilla, si tenemos a dos canis viejorros, dos canis
bien trajeados, como presidentes de ambos clubes? Dos canis
violentos, desahogados, lenguaraces, que por hacer un chiste
contra el adversario son capaces de matar a su padre.
Las ciudades tienen los gobernantes que se merecen y los
presidentes de clubes de fútbol que se ganan a pulso. Y es
para preocuparse que el apolíneo Sevilla F.C. y el legendario
Real Betis Balompié estén en manos de unos señores que nos
hacen sentir vergüenza ajena a todos los sevillanos, cuando
ante España entera se enzarzan en una discusión filosófica...
¡sobre la diferencia entre la mamada y el mamazo! Si nos
pusiéramos a su misma altura en el arte de la succión, sería
para mandarlos a los dos a mamarla. Por la triste imagen de
Sevilla que dan.
Es nuestro sino. Por muchos años de democracia que llevemos
encima, Sevilla sigue apareciendo ante España con los peores
tópicos que arrastra desde el nacional-folklorismo de la
dictadura, a los que se han añadido los de la Ciudad del
Pelotazo, una especie de Sierra Morena con maletines. ¿Por qué
ha salido últimamente Sevilla en los telediarios? Pues por las
bolsas de dinero crudo de Los Bermejales, por la violencia de
la huelga de funcionarios municipales, por algún crimen, por
la boca partida de Rosauro a manos de los canis, por las
facturas falsas, por el pelotazo de los sobrinos de González,
por los patas negras del Canal Sur, por los socavones del
Metro o el culete de los bomberos. El Rey inauguró una fábrica
de cajas de cambio en San Jerónimo; medio Airbus se ha hecho
aquí; cada día se inaugura un hotel con encanto; la iniciativa
privada restaura media ciudad; los poetas y novelistas ganan
premios y premios; la Universidad investiga; el SAS es pionero
en los trasplantes, pero nada de eso, ay, sale ante España.
Nos quedamos en el arsa y el olé de la mamada y el mamazo.
Dicen que en Cádiz hay que mamar y que en Sevilla hay que
morir. En Sevilla hay que morir... de vergüenza ante el
topicazo borde del derbi del mamazo, fomentado por nosotros
mismos.
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