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La
sevillana, más antigua que el hilo negro, pertenece al casi
perdido ciclo humorístico de los cantes rocieros. Decía:
Al Rocío divino
van tós los calvos
a pedirle a la Virgen
los pelos largos...
Tal sevillana clásica ha sido puesta al día. O ha sido imitada
por la realidad de este Rocío de la lengua azul y de la lengua
fuera. La lengua fuera (como contaba García Reyes en sus
crónicas perfectas) de los peregrinos a todo correr tras los
mulos de la carreta del Simpecado...
-¡Sus mulas tóas, lo que corrían los dichosos mulos!
La sevillana del calvo, claro, ha sido actualizada o imitada
por la realidad. Los teléfonos móviles echaban ayer humo con
un mensaje como este SMS que recibí a las 13,35:
«La Ministra de Cultura Carmen Calvo ha definido El Rocío como
"la explosión de la primavera en el Mediterráneo"!!!! Pásalo.»
No solamente lo paso gustoso, ¿será por pasar?, sino que lo
pongo aquí y encima lo floreo, como el toque de alba en los
tamboriles, metiéndolo por sevillanas:
Al Rocío divino
va Carmen Calvo
y hace a la mar huelvana
Mediterráneo...
Será todo lo ministra de Cultura que quiera, pero de Geografía
anda cortita con agua. Vale que el Rocío sea una explosión de
primavera.
-Es que ésta ha oído cohetes y no sabe dónde... Por eso dice
lo de la explosión...
-¡Ah, ya! Lo de la explosión va por lo de «cohetitos van y
vienen,/que la Virgen va a salir».
Vale que el Rocío sea la explosión de primavera. Dicho sea en
honor de los pirotécnicos de Benacazón, que tiran los cohetes
más gordos del mundo. ¿Pero y lo del Mediterráneo? ¿Cómo es
eso del Mediterráneo en el atlántico Rocío? Dos por el precio
de uno: Carmen Calvo ha descubierto El Rocío y ha descubierto
el Mediterráneo. Ha descubierto lo que todos ignorábamos; lo
que Estrabón no conoció; lo que Avieno no pudo hallar en su
«Ora Marítima»: que los 42 kilómetros de costa del término
municipal de Almonte están todos exactamente a orillas del
Mediterráneo. Es lo que quiso decir Manuel Machado, pero se
hizo la picha un lío con las tres carabelas. Lo que quiso
decir fue: «Huelva a la orilla del Mediterráneo». Y
Matalascañas, ni te cuento. No hay nada más mediterráneo que
Caño Guerrero o El Pueblo Andaluz, Mediterráneo puro. ¿Por
qué, si no, se sirven tantas paellas valencianas en Los Pepes
o en El Rey de la Gamba? En cuanto a las aguas de la Madre de
las Marismas, en cuya laguna de La Rocina se refleja
hermosamente la ermita, estábamos todos equivocados hasta que
llegó Carmen Calvo: no es la Madre, es la Albufera de
Valencia.
-¡La Madre que la parió!
Eso. Ahora sé por qué tras la carreta del Simpecado de Triana
tocan «Paquito el Chocolatero», pasodoble de fiestas de moros
y cristianos: porque no hay nada más mediterráneo que El
Rocío. Lo que no sé aún es qué pintaba una laica como tú en
una fe como ésta, Carmen Calvo. Y por qué escasas horas antes
de la bronca pontifical del obispo de Huelva sobre el laicismo
imperante, estaban todos allí recibiendo a las hermandades,
retratándose en la concha del santuario, con el cura del lugar
a la cabeza, haciendo la pelota a una ministra del Gobierno
laicista, abortista y casamentero de parguelones. La cual, con
tal de no reconocer que El Rocío sin fe es un picnic
folklórico, hasta es capaz de llevárselo al Mediterráneo.
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