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Ilustres,
antiguos, primitivos, fervorosos señores caballeros de la Real
Maestranza del Comercio del Centro de Sevilla: tengo la
solución para los problemas económicos de vuestros
establecimientos, para las fatiguitas negras de los números
rojos de vuestros negocios. Que siempre sea Corpus en Sevilla.
Mejor todavía: que siempre sea víspera de Corpus en Sierpes,
en Cerrajería, en Acetres, en Cuna, en Francos.
Anoche, a las doce y media, la calle Sierpes no era, como
siempre a esa hora, la Bocal Lobo. No había niñato alguno
pintarraqueando los cierres de El Cronómetro, ni unos tíos muy
raros venían que daba miedo cruzarse con ellos en Las Cuatro
Esquinas de San José. Sierpes estaba así de gente, mirando y
admirando escaparates y altares.
Anoche, a la una de la madrugada, la calle Francos no era una
exposición de cierres y cancelas montada por el miedo de los
comerciantes. La gente paseaba y miraba los escaparates de Los
Caminos como cuando era Casa Peyré y Pascual Lázaro tenía
frente los libros en sus vitrinas. Anoche, a la una de la
madrugada, la calle Francos estaba francamente sosegada y en
calma, como corresponde a la festividad del día.
Y así toda la carrera del Corpus. No te daba terror pasar por
Acetres, donde había bulla de taquilla del Nervión Plaza para
ver patios y balcones colgados. Cuna era una delicia. ¿Paseo
de las Delicias, dice usted? Pues sí, en el tiempo de los
magnolios y las jacarandas, de la uva y del trigo, de la
juncia y del romero, la carrera del Corpus es el Paseo de las
Delicias de una Sevilla...
Pues de una Sevilla que ya no existe, ¿para qué nos vamos a
engañar? Hablan del concurso de escaparates del Corpus.
Perfecta imagen. Toda Sevilla es escaparate de sí misma. De lo
que pudo haber sido y no fue. De lo fugitivo que permanece y
dura. Sevilla monta, con la portada de Los Terceros...
-¿Por quién será la portada de Corpus de Los Terceros, usted?
¿Por el Sevilla tercero o por el Betis tercero en la Liga?
Por Sevilla misma, que anoche jugó, como cada año en las
vísperas del Corpus, la Championlí de su mejor presencia y
esencia. Monta su escaparate la ciudad soñada, el balcón
colgado para ver los cielos interiores que perdimos. Todo
cambia, menos el Corpus y sus vísperas. La Feria se trasladó
del Prado a Los Remedios. La Semana Santa se masificó. Pero el
Corpus sigue igual que cuando lo estudió Vicente Lleó como la
gran fiesta barroca del Puerto y Puerta de América de
Domínguez Ortiz, de la Fortaleza y Mercado de Carande. Hasta
el itinerario de la Virgen de los Reyes cambió. La Virgen de
los Reyes, hasta ayer por la mañana como decía Montoto,
entraba por la Puerta de San Miguel, no le daba toda la vuelta
a la Catedral, como si todavía estuviera en pie el Arco del
Almirantazgo delante del Colegio de San Miguel. El Corpus, no.
El Corpus mantiene la misma carrera que en su grandeza del
siglo XVII. ¿Y saben por qué? Porque por un milagro de los
Patronos de los pasos del Corpus, de Santas Justa y Rufina y
de San Fernando, de anoche a las 11 a hoy a las 2 de la tarde
vuelve Sevilla a estar en el siglo XVII. El reloj del
Ayuntamiento marca exactamente el siglo XVII. Los seis relojes
del Cronómetro repiten la misma hora. En puntito. En el reloj
de la memoria, todos los sevillanos llevan esa hora. La ciudad
se representa según ese meridiano y los sevillanos hacen de
sevillanos de siempre.
Siempre debería ser víspera de Corpus. Sería la solución,
ilustres, antiguos, primitivos, fervorosos señores caballeros
de la Real Maestranza del Comercio del Centro de Sevilla. Qué
bonita está Triana cuando le ponen al puente las banderitas
gitanas y qué bonita está Sierpes cuando cuelgan los balcones
y van a bailar los seises...
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