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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Ni "paz" ni "tregua" ni "Otegi"

SI yo escribo gitano, se pronuncia «jitano» y no «guitano».

-Pues pronuncia usted muy mal, que no te enteras, Regaera. Se pronuncia «ciudadano de etnia gitana».

Se me había olvidado. Los gitanos no existen. En la próxima edición, el «Romancero Gitano» de García Lorca será expurgado por la Inquisición Progre y no le darán el «nihil obstat» ni el «imprimatur» si no lo retitulan como «Romancero de Etnia Gitana». En cuanto al texto de «La casada infiel», la estrofa final deberá ser reescrita de un modo política y poéticamente correcto: «Me porté como quien soy / como un ciudadano de etnia gitana legítimo».

Si yo escribo gitano, se pronuncia «jitano» y no «guitano». Si yo escribo girasol, se pronuncia «jirasol» y no «guirasol». Si yo escribo gigante se pronuncia «jigante» y no «guigante».

Pero si yo escribo Otegi, berrendo en etarra, aunque hable el castellano de Elio Antonio de Nebrija, debo olvidarme de la gramática, de la ortografía y de la fonética castellanas, del Miranda Podadera, del Tomás Navarro Tomás, del Menéndez Pidal, del Díaz Plaja, del Lázaro Carreter y de todos los manuales del Bachillerato y de la Facultad. Todos los españoles (perdón, todos los ciudadanos y ciudadanas del Estado Español) tenemos la obligación de saber vascuence, y de conocer que aunque se escribe Otegi, no se pronuncia «Oteji», como girasol es «jirasol» y gigante es «jigante»: debemos decir «Otegui». ¿No vamos a claudicar ante la ETA? En el principio era el verbo, y hemos claudicado hasta ante la palabra Otegi, que en castellano deberíamos escribir Otegui si quisiéramos que sonara como ellos quieren que suene...

-Pues a mí me suena a los dos tiros que los fijos de plantilla de Otegui le pegaron a Jiménez Becerril y a su mujer; y me suena a las mil víctimas de la ETA; y a una muchacha sin piernas; y a un militar en silla de ruedas, ¿qué quiere usted que le diga?

Hace lustros que perdimos ante la ETA la batalla del lenguaje. Adoptamos su perversión del lenguaje, llamando impuesto revolucionario a la extorsión, lucha armada al crimen organizado, liberados a los pistoleros a sueldo, legales a los no fichados por la Policía. Seguimos perdiendo esa batalla. Ahora a Rodríguez Zapa..tiesta se le llena la boca con la palabra «paz». DRAE en mano, paz es «situación y relación mutua de quienes no están en guerra; pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia». Aquí nadie está en guerra. Aquí unos asesinan y otros mueren: no hay más Estado que el Reino de España cuyos defensores de las libertades reciben el tiro en la nuca y todos el coche-bomba. Y la tregua, lo mismo. En el DRAE, tregua es «suspensión de armas, cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente la guerra». Aquí no hay más armas que las pistolas de una mancha de asesinos. Nosotros no tenemos más armas que las leyes que hemos como enfundado. Así que de tregua, nada.

Le hemos dado a Otegui honores de Premio Nobel. El único que se permitió cambiar la ortografía castellana fue Juan Ramón Jiménez. Escribía intelijencia por inteligencia. Citándolo, digo: «Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas». Por ejemplo, dame el nombre de asesino, en castellano, sin inmersión lingüística en vascuence.

Otegui, preguntando chulescamente en estrados por Conde-Pumpido, ha llegado más lejos que aquellos señoritos que cuando los paraba el guardia por exceso de velocidad y por conducir borrachos, decían:

-Usted no sabe quién soy yo: el Caudillo viene de montería a mi finca y a usted se le va a caer el pelo...





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