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Vamos
a ver, señor alcalde: a ver si me he aprendido bien la lección
de Modernidad, que a mí a progreso no hay quien me gane.
Dispongamos una caja de cartón vacía a modo de mesa, como los
trileros, y pongamos sobre ella...
-¡Agua!
-¿Cómo «agua»? Que esto es el trile, no el juego de los
barquitos. Y, además, que esto no es Córdoba, con un pantano
entero contaminado, ni Almería, donde la niña ministra de Paco
Narbona inaugura por la cara (de Pantoja de Puerto Rico) por
segunda vez una desaladora de agua que ya inauguró el PP en
uno de los muchísimos viajes de Arenas a Almería, que este
Arenas es que no sale de Almería. ¡Lo que le gusta una Almería
a este tío, se va a tener que empadronar en Almería!
-No, eso de «¡agua!» es lo que grita el compadre del trilero
cuando ve aparecer al municipal. Y a usted un día le van a
mandar los guardias, con tanto pitorrearse de asuntos tan
serios como los del Ayuntamiento.
Prosigamos, pues, sin pitorreo y sin agua, que, como la
vergüenza, es un bien escaso. Que a ver si me he aprendido
bien la lección de la Modernidad. Para lo cual pongo sobre una
caja de cartón los cubiletes de las bolitas prodigiosas.
Sevilla no puede quedarse atrás en los tiempos que corren.
Traigamos, pues, a Sevilla la ciudadanía, el diálogo, el
talante, el corazón de Europa, el buen rollito, la alianza de
civilizaciones...
-¡Y dos huevos duros!
Eso, eso, y dos huevos duros. Con dos huevos duros el alcalde
nos ofrece los elementos del trile de la Modernidad, a saber:
1. Las setas, vulgo chipiplancha, de La Encarnación, conocidas
con el mote de Metropol Parasol.
2. El más alto minarete que vieron los siglos en la mezquita
de Los Bermejales, necesidad imprescindible de los sevillanos
(y sevillanas, y fandangos, y rumbitas).
3. La Industria de Arte Sacro, que como bien saben es el
máximo (Valverde) exponente de la modernidad económica. Las
sociedades más avanzadas son las que tienen una más
floreciente industria de arte sacro.
Está clarísimo que esto es la Modernidad. Me he aprendido bien
la lección, ¿no, señor alcalde? Si a modernos no hay quien nos
gane... Lo que no sé muy bien es cómo se hace el trile de la
modernidad, qué movimiento hay que darle a esas tres bolitas y
a sus cubiletes. A ver si no me hago con la dicha un lío...
¿Qué hay que hacer? ¿Coger el Metropol Parasol de La
Encarnación y plantificarle en todo lo alto un minarete que
más alto que la Giralda, a fin de que la morisma sevillana
pueda cantarle a Alá el pasodoble «Marcial» de ellos, con
chirimías y las músicas de fusión (o de sifón) de El
Lebrijano, de modo que el muecín entone lo de «Alá, tú eres el
más grande»? ¿O me he enterado mal y lo que hay que hacer es
traer un trono de Málaga, con o sin Antonio Banderas, un paso
de Cartagena y otro paso de Valladolid (sevillanísimos todos
por los cojones), meterlos en la Catedral como jugando a las
cruces de mayo y luego sacarlos y llevarlos hasta las setas de
La Encarnación en plan procesión conmemorativa de las bodas de
plata... del mayordomo de la hermandad? ¿O lo que hay que
hacer es coger a la Industria de Arte Sacro y decirle que
construya un Senatus más alto que la Giralda para que los
siglos venideros nos tomen por tontos del haba?
¿Será por Modernidad, por diálogo de civilizaciones y por
talante? ¿Es Talante o es Palante? Pase lo que pase, coge el
talante y palante... Adelante con los faroles de Munarco, pero
en plan talante, diálogo, alianza de civilizaciones... Y dos
huevos duros.
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