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La
antigua Casa Palacio de la Plaza del Triunfo es ahora la
Casa de la Provincia. Como si la Diputación le hubiera
puesto un piso a los pueblos, porque tuviesen a los niños
estudiando aquí. Y en esa Casa de la Provincia, una
exposición histórica que no tiene absolutamente nada que ver
con la provincia, sino con la capital, y concretamente con
la calle Trajano: los 50 años de Radio Vida.
En esa exposición conmemorativa de la antigua emisora de Los
Luises, de los Jesuitas, de la Residencia, del Padre
Linares, de los congregantes marianos, del Cine Club del
Padre Alcalá, una muestra de radios antiguas. En mal sitio
han ido a poner la era. ¿Radios antiguas en honor de Radio
Vida? Nunca hubo en Sevilla una radio más moderna que Radio
Vida, a partir de 1955, en plena dictadura. Aquello sí que
era una radio progresista y que no me vengan con cuentos.
Los que pasan ahora por la radio progresista, vamos, Rafael
González Abreu, eran el pasado, el micrófono de Queipo, lo
caduco, lo populachero, lo comercial y pesetero. Radio
Nacional era el régimen, el parte, los locutores con
bigotitos imperiales. Por el contrario, aquella radio que
fundaron en la calle Trajano con cuatro válvulas viejas y un
micrófono prestado los niños congregantes del Padre Linares,
sí que era la renovación, el progreso, lo moderno, lo
europeo, lo americano, la música que venía, las películas
del Cine Club Vida. Y que conste que no eran los niños de
los jesuitas. Los de Radio Vida eran más bien los niños de
los escolapios, de los maristas, de las Escuelas Francesas.
Radio Vida fue un barrunto del Concilio y de sus libertades,
una puesta al día de la Congregación. De ir de catequistas a
repartir bocadillos en las chabolas, los congregantes
pasaron a ser propagandistas en la radio. Los propagandistas
católicos que más sonaron aquí no fueron de la ACN de P del
cardenal Herrera Oria y la democracia cristiana, no. Fueron
de los jesuitas, los liberales niños de Radio Vida, los
loquitos del micro y los discos modernísimos, a los que daba
alas de creatividad y cambio el padre Linares, vamos, la
Compañía de Jesús. Cómo serían de cultos y modernos, que
Romualdo Molina ha recordado que estaba prohibido emitir
cante flamenco, por populachero. Privaba el jazz de Manolo
Manosalvas.
Unas radios viejas no pueden representar aquel espíritu de
vanguardia, de cambio. Radio Vida nació porque en Sevilla
había mucha radio muerta. Radio Vida fue la vanguardia
posible en tierra de imposibles vanguardias. Los que se
dejaron sus mejores años allí nutrieron luego cadenas
radiofónicas enteras, televisiones. Hasta inventaron la
radio cofradiera, que en González Abreu sólo había concursos
de saeteros. Sevilla tomó por locos a aquellos niños, sin
saber que el futuro iba a ser como ellos lo iban
construyendo: Romualdo Molina, Lorenzo Ortiz «Salustio»,
Manuel Alonso Vicedo, Eduardo Benítez, Maite Burgos, Claudio
Guerin, Rufino Moreno Guerin, Juan Ernesto Pfluger, Carlos
Schlater, Estanislao Castelló, Manuel Hernández, Angelita
Granja, Alfonso Eduardo Pérez Orozco, y todos los que
injustamente olvido. Tan de futuro eran los niños de Radio
Vida, que allí estuvo el germen de la Segunda Cadena de TVE
o de la nueva Sociedad Española de Radiodifusión. Manuel
Alonso Vicedo, el gran Vicedo, pasó de niño de Radio Vida a
hombre de Eugenio Fontán en la SER. Nadie me quita de la
cabeza que si Vicedo no llega a matarse en la carretera,
Iñaki Gabilondo nunca hubiera venido a Sevilla a placearse.
Gabilondo se hubiera llamado Vicedo. Que era más progre y
moderno que todos los que ahora se han hecho
multimillonarios con la progresía profesional a plaza
conquistada, y no creando una nueva Vida en la Radio.
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