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Populares
y socialistas andan cada uno por su lado en la puñalá
trapera a la igualdad de bolsillo entre españoles que va a
significar el Estatuto de la Pela de los separatistas de la
camisa negra y la pinta de guarros.
Populares y socialistas andan cada uno por su lado en
materia de la Marcha Negra; hasta que no tengamos junto al
Nervión Plaza, con una manta, vendiendo discos falsificados,
a todos los morenitos de Maracay, de Mali y de Nigeria no
van a parar.
Ni la defensa de la Constitución, ni la unidad de España, ni
las ciudades andaluzas del otro lado del Estrecho consiguen
poner de acuerdo a socialistas y populares. Que hacen una
piña cuando se trata de dar más por saco todavía a los
fumadores y aprobar en la Comisión de Sanidad del Congreso
la Ley Apagada contra el Tabaco. Leña al mono. La leña que
no se llevan los separatistas ni los simpapeles se la llevan
los fumadores. Puedes saltarte la Constitución, puedes
invadir el territorio nacional, pero, ay, de ti como se te
ocurra encender un cigarrito. ¿Han visto los barrocos
retablos de Animas del Purgatorio? Están los condenados
entre llamas, esperando ganar el cielo. Las zonas de
fumadores son los nuevos retablos de ánimas. Están los
condenados entre volutas de humo (de la lumbre de tu
cigarro, Gracia Montes), esperando no subir al cielo, sino
que les pongan una multa como se escantillen. En nuestra
sociedad puedes negar a Dios, sublevarte contra la
autoridad, romper la Patria, destruir la Constitución,
cargarte la institución del matrimonio, poner la enseñanza
patas arriba, pero ni se te ocurra encender un cigarrito que
entonces y sólo entonces eres un delincuente.
Por eso quiero hacer la defensa de una especie en trance de
extinción: el estanquero. En Sevilla quedan bastante menos
estanqueros que linces en Doñana. Los estanqueros deberían
hacer valer sus derechos como especie amenazada, como
minoría oprimida. Pedir la misma protección que linces,
águilas reales, negros, moros, separatistas o machorras.
Entre las leyes antitabaco y las nuevas tecnologías, tener
un estanco es hacer oposiciones a la muerte por inanición.
Los pagarés han sustituido a las plantillas de las letras de
cambio. Los correos electrónicos y los SMS, a las cartas.
MRW y DHL, al paquete postal. Papel de pagos al Estado, ¿qué
es eso? En esta sociedad donde nadie compra sellos ni
efectos timbrados y encima el tabaco ha sido criminalizado,
¿de qué viven los estanqueros? ¿De la quiniela? Tampoco,
Sevilla está llena de bares donde sellan quinielas y
primitivas. Los estanqueros viven de milagro. Milagro de la
Virgen de la Victoria de la Hermandad de las Cigarreras.
Si hubiera sensibilidad, la Junta debería crear la Agencia
de Protección del Estanquero. Encontrar un estanco en el
centro es tarea de Lobatón. Cerró el estanco de Corpas en
Sierpes; cerró el de Tetuán junto a la Farmacia Moliní;
cerró el del Salvador. Quedan el de Conde en la Avenida, el
de Harinas, el de Villegas, la Casa del Fumador de O´Donnell
y pare usted de contar. En la ley de conservación de las
especies, para sobrevivir sin nadie que compre sellos,
letras ni ducados, el estanquero ha tenido que mutarse y
meterse en las cavas de puros. Como los cristianos
perseguidos por los romanos se escondían en las catacumbas.
Sobreviven los estanqueros que se dedican al cigarro habano,
proveedores de las reales casas de la Junta, de los
promotores inmobilarios, de los nuevos ricos. Una cava de
puros en San Jacinto, otra en el Polígono Aeropuerto, otra
en la calle Betis, otra cava en la Cava de Triana, en Pagés
del Corro. Son los mutados estanqueros que sobreviven
escondidos en las cavas de puros. A la fuerza ahorcan. Mas
por muchos habanos que vendan en sus cavas, a los
desprotegidos estanqueros les han metido un buen puro.
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