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No,
no he cogido la tajada de cava. Es como he puesto en el
título. Al revés te lo digo, para que me entiendas.
Ibarreche lo ha dicho bien clarito: España será lo que los
separatistas quieran, o no será. Les pagamos para que se
separen de España, pero quedamos obligados a que nos
tutelen, con derecho de veto sobre nuestra voluntad
soberana. España es un protectorado de Cataluña. Larache y
Tetuán dependían menos de España cuando Marruecos era
nuestro que como pretenden que quede España con respecto al
imperialismo catalán. Carod y Maragall van a La Moncloa en
revista de comisario. (Carod, con la misma camisa negra que
el Imperio de Mussolini). Los altos comisarios comprueban si
en el protectorado se cumplen los planes de ruptura
constitucional para cambiar de régimen. No se hacen fotos
para que no podamos advertir que el presidente del Gobierno
está en primer tiempo de saludo, recibiendo órdenes de los
que no quieren que el Reino de España sea España y mucho
menos Reino.
La nación es una Cataluña porque estamos en el ojo de un
huracán innecesario e inventado. ZP le hizo la respiración
artificial a un Estatuto en fase terminal. Con tanta
estulticia como perversidad han convertido a España entera
en un problema llamado Cataluña. Lo de España entera es un
decir: lo que queda de España; lo que queda de Constitución.
La del perjurio colectivo. Aquí todo el que está en un
puesto público juró o prometió guardar y hacer guardar la
Constitución. Los que deben guardarla, ya ven: pichichis de
los goles en propia puerta. En cuanto a hacerla guardar,
nadie tuvo co...raje para hacerla cumplir en Cataluña en
materias tan elementales como la presencia de la bandera
nacional o la enseñanza del español como lengua oficial.
Y demos gracias a Dios de que se conformen con que,
hocicando todos, incumpliendo la Constitución y derogándola
virtualmente, se reconozca que Cataluña es «una» nación. El
siguiente paso será decir que Cataluña es «la» nación. La
riada de la marea nacional de Cataluña llega ya a las
Baleares y al antiguo Reino de Valencia. Ni Carod ni
Maragall pararán hasta que le pongan la barretina a los
moros y cristianos de Alicante y conviertan en butifarra la
sobrasada mallorquina. Esto es lo que hay. Esto es lo que
suele haber cuando alguien se cree más que nadie, pisoteando
derechos ajenos. Van para Imperio. ¿Cómo era aquello de la
Alemania de Hitler? Pues vayan aprendiendo a decir en
catalán el «Über Alles». Porque lengua catalana por
descontado que vamos a tener que terminar aprendiendo. No
solamente multarán, como ahora, a quien ose poner un rótulo
comercial en español en Las Ramblas. Se le va a caer el pelo
a quien en una ventanilla de Madrid no sepa responder en
perfecto catalán al ciudadano de la nación que tan
generosamente nos protege que acuda allí para un trámite. Lo
del «cives romanus sum» de la Roma clásica será nada al lado
del «soc de la nació catalana». Cuando Tarradellas dijo el «ja
soc aquí» famoso, no podíamos sospechar que este «aquí» iba
a llegar a Soria, a Badajoz, a Sevilla. Ya los tenemos aquí.
Reclamarán hasta la Siberia extremeña como parte de los mal
llamados Paises Catalanes. Un Conde Don Julián les ha
abierto las puertas en La Moncloa y nos van a correr a
gorrazos hasta donde le plazca a aquel cuya permanencia en
el poder depende de esta lucura absolutamente inventada e
innecesaria.
¿Boicot al cava? No existe peligro alguno. Pero que cada
cual rece lo que sepa para que Cataluña no ordene el boicot
en toda España a la sidra del gaitero asturiano, que es lo
que puede ocurrir. Faltan sólo meses para que declaren
obligatorio coger una cogorza de cava a la semana. Así nos
costará menos trabajo proclamar que no sólo Cataluña es una
nación, sino que la única nación que existe desde hace 500
años nos la han dejado como una sucursal de Cataluña.
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