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COMO
lo de «vanidad de vanidades y todo vanidad», pero en
entidad: «Entidad de entidades, y todo entidad». Si la
solución para el callejón sin salida en que él solito se ha
metido es que la nación sea entidad nacional, a mí, plin: mi
colchón es catalán, sin boicot. Por mí que siga el
cachondeo. ¿Pero por qué entidad y no ente? ¿Captan el
matiz? El café para todos del Estado de las Autonomías se
despachó en la máquina de los entes. Toda España fue ente
preautonómico. Todo el mundo quería ser ente cuanto antes.
Hubiera sido muy tradicional que ahora hubieran desenterrado
aquella palabra, ente. Han preferido entidad. Voz propia de
cronista deportivo malo: la entidad rojiblanca, la entidad
azulgrana. O de periodista especializado, pero muy
malamente, en Economía: entidad bancaria, entidad
crediticia.
Pero si es por entidad, a mí no me gana nadie. ¿Que Cataluña
es una entidad nacional? Pues nada: que todo sea una
entidad. Llego más lejos que nadie. A nacionalismo no hay
quien me gane. Me estoy aprendido los clásicos de la poesía
española adaptados a la nueva realidad de las entidades
nacionales. Así, así es como a partir de ahora habrá que
recitar la «Canción del Pirata» de Espronceda:
«Con diez entidades artilleras por cada entidad costal, con
la entidad eólica en la entidad posterior, a toda entidad
trapera, no corta la entidad marítima sino que adopta
entidad aeronáutica una entidad velera. Entidad náutica de
entidad piratesca que llaman "El Temido" por su brava
entidad, en toda la entidad marítima conocido, desde la
entidad occidental a la entidad oriental.
»La entidad lunar riela, en la entidad de velamen gime la
entidad eólica y alza en blanda entidad móvil entidades de
oleaje de entidad argéntea y de entidad celeste. Y va la
entidad directiva piratesca cantando alegre en la entidad
naval posterior, la entidad asiática a un lado, al otro la
entidad europea, y allá a su entidad frontal, la entidad
constantinopolitana.
»Navega, entidad náutica de entidad velera mía, sin entidad
canguélica, que ni la entidad naval enemiga ni entidad
borrascosa ni entidad bonancible tu entidad brujúlica a
torcer alcanzan ni a sujetar tu entidad valerosa.
»Veinte entidades de cautividad hemos hecho a despecho de
los ciudadanos y ciudadanas de entidad británica, y han
rendido sus entidades vexilológicas cien entidades
nacionales bajo mis entidades pinrélicas».
No debe limitarse a los románticos la adaptación al lenguaje
de lo políticamente correcto. La Generación del 27 espera su
adaptación a la España de las entidades. De momento ya me he
aprendido la nueva versión de «La casada infiel» de García
Lorca. Queda así:
«Y yo me la llevé a la entidad fluvial creyendo que tenía
entidad soltera, pero tenía entidad marital. Fue la entidad
nocturna de la entidad apostólica santiaguesa y casi por
entidad caritativa. Se apagaron las entidades lumínicas del
mobiliario urbano y se encendieron las sonoras entidades
insectiles ortópteras. En las últimas entidades
constructivas en ángulo recto toqué sus entidades pectorales
de entidad somnífera, y se me aperturaron súbitamente como
entidades interflorales de entidades liliáceas.
»La entidad fecular de apresto de su entidad de lencería
interior me sonaba en la entidad auditiva como una entidad
textil de entidad sedosa rasgada por diez entidades
cisorias. Sin entidad lumínica de entidad argéntea en sus
entidades de ramificación, las entidades arbóreas han
crecido, y una entidad horizontal de entidades caninas emite
entidades ladradoras muy lejos de la entidad fluvial».
¿Será por entidades?
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