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En
su casa de usted, que fue a Madrid a manifestarse contra la
LOE, son seis de familia, ¿no? Usted, su mujer, la abuela
viudita (que vive con ustedes), y los tres niños: Macarena,
José Manuel y Lucía, la pequeña, ¿no? Pues no esté muy
seguro. Eso lo dice usted, y a saber por qué dice que son
seis. Algo de oscuro interés habrá, en connivencia con los
obispos y con el PP, en esas cifras de aforo familiar. No
nos engañe, por favor. La Delegación del Gobierno ha dicho
que en su casa son ustedes sólo tres. Y la Policía Municipal
estima que en el mejor de los casos son ustedes dos y medio,
y eso tirando largo.
Y esto es exactamente lo que, como en cada manifestación
contra el poder, ha ocurrido con el recuento y fórmula de la
protesta nacional contra la LOE, multitudinariamente
celebrada en Madrid, para suerte de la selección española de
fútbol. La manifestación fue un talismán para España. Ya
sabemos lo que hay que hacer: cada vez que juegue la
selección, convocar una manifestación, del mismo modo que
Gregorio Conejo va a rezarle a la Virgen del Rocío cada vez
que el Betis tiene un quinario en forma de partido. Sería
por las banderas de España multiusos, para la Cibeles y para
el Manzanares, pero hacía tiempo que España no le ganaba a
nadie por 5 a 1...
-No, eso de 5 a 1 es lo que dicen los organizadores. El
partido, según la Delegación del Gobierno Eslovaco, quedó
realmente 3 a 2.
Las Delegaciones del Gobierno son la versión política de
Einstein: la teoría de la relatividad para el número de
asistentes a las manifestaciones. Un Lipassam estadístico:
las mejores técnicas del barrido para casa. El brazo armado
de la Delegación del Gobierno a efectos de las rebajas de
Cortefiel del número de manifestantes es la Policía
Municipal. Y es curioso que siempre aplican esas técnicas
para favorecer al Gobierno de turno, nunca a otras
realidades sociométricas. Por ejemplo, nunca leemos en
Semana Santa: «La Macarena (felicidades, Juan Ruiz Cárdenas)
llevaba 3.200 nazarenos según los organizadores y 1.431
según la Policía Municipal». Gobierno y Policía Municipal
aplican a todo el macareno método estadístico de El Pelao,
que recordarán. Cuando El Pelao llegó de capitán, la
Centuria tenía 70 armaos. Vamos, que en la Centuria eran 100
según Pilatos, pero 70 según la Policía Municipal.
Me admira la puntería milimétrica, como con mira telescópica
del rifle del recordado Valentín de Madariaga, con que el
poder afora las manifestaciones de la oposición, las
protestas de los ciudadanos hartitos, los tractores de los
agricultores mosqueados. En la manifestación de Madrid no
había 2 millones de personas, como dicen los organizadores;
ni millón y medio, como dice la Comunidad Autónoma. Según la
Delegación del Gobierno había exactamente 407.000 personas.
No 409.000, como dicen los manipuladores. Ni 405.000, como
afirman los derrotistas. No: 407.000 justitos, justitos. Ni
uno más ni uno menos. Los 400.000, vale; ¿pero cómo se
miden, con qué bullómetro, los 7.000 restantes? Y todo por
culpa de la Hermandad Matriz de Almonte. A José Joaquín Gil,
el hermano mayor, le faltó rematar su valiente faena a favor
de la manifestación. Falló con la espada. Con la espada del
bullómetro. Igual que las filiales van a la ermita con el
Simpecado, la Matriz tenía que haber ido a la manifestación
con el bullómetro de Pentecostés. Ese aparato de la
tecnología punta marismeña que cada año nos dice que en el
Rocío ha habido un millón de personas, ni una más ni una
menos. José Joaquín podía haber ido a Madrid bullómetro
marismeño en mano y haber dicho con todo el rigor
científico, tomando al «rocío» como unidad de medida de la
bulla:
-Señores. en la manifestación contra la LOE ha habido dos
millones de personas. Exactamente, dos Rocíos.
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