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ESTE
es un articulo sobre la desarticulación. No sólo se
desarticulan los huesos, o las pandillas de malhechores
cuando las detiene la Policía. La lengua también se
desarticula. Y el habla sevillana se desarticula por el uso.
Llamo desarticular el habla clásica al baile de artículos
determinados, tan de moda. Dos ejemplos bien recientes,
escritos en los papeles y pronunciados en las emisoras: La
Ranilla, con La, y Bermejales, sin Los. Lo que toda la vida
de Dios era la cárcel de Ranilla, sin el «la», no sé cómo ni
por qué, pero todos han empezado a llamarla erróneamente La
Ranilla, en la polémica sobre el futuro uso de la prisión.
Y, por el contrario, Los Bermejales, de pronto, son
Bermejales a secas, como si el artículo se lo hubieran
llevado en ciertas bolsas de plástico que por allí se
vieron, maldito parné. En un titular leo: «Los vecinos
quieren que La Ranilla no sé qué». En otro: «Los vecinos de
Bermejales no sé cuántos». Traduzco, sin desarticular el
habla sevillana: los vecinos quieren que Ranilla o los
vecinos de Los Bermejales.
¿De dónde salen estas modas? Pues probablemente de la falta
de información de algún gabinete de comunicación, de los que
llenan los periódicos de notas y más notas y que quieren
convertir los medios informativos en tablones de anuncios.
No sé quién ha inventado La Ranilla, pero como apenas hay
memoria de hablantes sevillanos tradicionales, en todas las
gacetas hispalenses ha sido Nicolás Salas el único que lo ha
escrito sin ese homenaje a Massiel que es el la,la,la que le
metieron a una cárcel que se llama así por el arroyo de
Ranilla, que por allí pasaba y desembocaba en el Tamarguillo.
La moda es la misma de llamar Zarzuela a La Zarzuela,
Moncloa a La Moncloa o Naciones Unidas a las Naciones
Unidas, con elisión del artículo. Hace mucho tiempo que los
funcionarios provinciales desarticularon la Diputación. Para
ellos es simplemente Diputación. Entre prensa morada y la
RTVC (radiotelevisión cofradiera), a la Puerta de los Palos
también la han desarticulado. Es la Puerta de Palos. ¿Palos
de la Frontera o Palos de Moguer?, pregunto cada vez que
oigo que la llaman con ese mote. A este paso, dentro de
nada, la Puerta del Perdón será Puerta de Perdón. Y la
Puerta de la Campanilla, pues Puerta de Campanilla, homenaje
a Peter Pan completamente.
Igual que el Betis está a punto de pegar el segundazo, hay
artículos que han descendido a los infiernos de la
inexistencia, como los que he citado en el ejemplo de
Bermejales. Y, al igual que el Sevilla, otros se han colado
en puesto de Chámpion (o de Día Por Ciento), como el
referido de La Ranilla.
¿Norma? No hay más norma que la ley suprema del uso. Y
Sevilla siempre fue pródiga en artículos para sus topónimos.
Empezando por el centro geográfico y cofradiero de la
ciudad: La Campana. Aunque para los capillitas las cofradías
dejen minutos en Campana, no en La Campana. (Si es Campana a
secas, ¿por qué entonces La Plaza y no Plaza a secas para el
otro control horario y de avituallamiento de egos y
vanidades?)
Miro a Triana y allí están con sus artículos de reglamento
La Cava, El Tejar del Mellizo, El Zurraque, La Cerca
Hermosa, Los Cuatro Cantillos, El Tardón, El Turruñuelo. Y
algunos hasta con dos artículos: El Charco de la Pava. Miro
las antiguas huertas convertidas en barriadas: El Tardón, El
Plantinar, La Bachillera. En el centro, La Venera, La Cruz
Verde, La Encarnación, La Alameda, Los Humeros, La Puerta
Osario, La Cuesta del Rosario. Siempre con el artículo por
delante. Espero que los gabinetes de comunicación tomen nota
(como en El Juncal, barrio, no personaje) a fin de que no
lleguemos al próximo absurdo de esta moda, que será llamar
Remedios a Los Remedios. En cuyo caso habrá qué preguntar:
¿qué Remedios? ¿Remedios Amaya o Remedios Cervantes?
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