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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El bobo y la hojalata

MÁS fácil es que le toque a uno el gordo de Navidad que anuncia el calvo que sopla las bolas antes que saber el número exacto de bobos solemnes que hay en España. España da toros, caballos, flamencos, corrupciones, crímenes de Estado, boinas, barretinas, tricornios de la Guardia Civil que se pone el Papa... y bobos solemnes. ¿Cuántos bobos solemnes hay entre los numerarios de la Real Academia Española? ¿Cuántos que se llaman a sí mismos intelectuales? ¿Cuántos entre los autores de la lista de libros de mayor venta? ¿Cuántos en los platós de las televisiones nocherniegas de la máxima audiencia? ¿A cuántos les han dado el Goya? ¿Cuántos cientos de ellos salen retratados en cada revista del corazón? España está almacigadita de bobos solemnes. Porque aquí, si le pones un poco de solemnidad y de paño bordado al púlpito de tus tonterías y armas al hombro, triunfas al instante.

Y con la de bobos solemnes que hay en España, bobos de tres capas, bobos de frac con condecoraciones, bobos de pino mayor de primera clase, bobos de precepto, bobos abonables y no recuperables, bobos de preferente, bobos de contrabarrera, bobos de palco del Bernabéu y bobos de cinco estrellas gran lujo, va Pepiño Blanco, bobo sin solemnidad, bobo de diario, se come el ajo porro de la ristra de Rajoy, se pica y sale en defensa de ZP. El refranero se enriquece: «Verde y con asas, alcarraza; tonto y solemne, por Zapatero entienden». En el colegio, los curas lo decían en latín: «Excusatio non petita, acusatio manifesta». ¿También os vais a atribuir la exclusiva de la solemnidad en la tontería, hijos míos, es que no os hartáis? ¿No os basta con el progreso, la modernidad, la igualdad de género (número y caso), el ardor justiciero, la alianza de civilizaciones, las bodas de los que riman y el núcleo duro de Europa, sino que, además, en esta España nublada por tanto burro volando, también os queréis apoderar de la exclusividad de la solemnidad de babero, de la pompa y circunstancia del tonto de balcones con colgaduras y reposteros?

No le ha pasado a la solemnidad de los bobos como a la hojalata. Han insultado gravemente a la hojalata y nadie ha salido en su defensa. ¡Pobre hojalata! Querían agraviar a Rajoy llamándolo patriota de hojalata, pero en realidad han ofendido a la humilde, la nostálgica, la lírica, la socorrida hojalata de nuestra infancia. Que es parte de nuestros recuerdos, ¿será por memoria histórica? Yo ahora tomo el tambor de hojalata que me regalaron en mi cumpleaños y en su fingida piel litografiada redoblo la conciencia de toda una generación: los españoles que alimentamos con la humilde hojalata nuestros sueños infantiles en aquellos años dificilitos, sobre los que ahora se urden tantas mentiras y tópicos. Los Reyes Magos venían cargados de juguetes de hojalata. Estos tambores de hojalata que resuenan ven el renqueante recorrido de los trenes de hojalata y cuerda; de los coches de hojalata; de las motos de hojalata. Motos cuyo conductor, partido por gala en dos, era como un homenaje al proscrito Picasso, pues nunca le coincidían las dos mitades de la cara, y el lado derecho del bigote le quedaba siempre a la altura de la ceja izquierda. Juguetes que cortaban, sangre de nuestra sangre, espadas como labios de un verso de Aleixandre. Socorridas latas de leche condensada de La Penilla (Santander), que con unas cuerdas, unos agujeros y mucha imaginación se convertían en prodigiosos zancos, casi en botas de siete leguas. Latillas de los tapones de cerveza que eran el Real Madrid de Gento o el Betis de Rogelio. ¿A la hojalata me vais a insultar, políticos de plastilina, políticos de poliester, políticos virtuales, tan falsos que hacen la descripción del solemne bobo español de toda la vida y os dais por aludidos?




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