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LOS
muy mamones. Esta noche cuando se apague el sonido de la
última campanada se apagará el último cigarro. La Nochevieja
será Nochenueva en la más estricta, radical, implacable y
liberticida Ley Antitabaco. Ley apoyada para más inri por
los dos grandes partidos, por los que suman 20 millones de
votos, sin chantaje de ningún grupúsculo separatista. Esta
noche, con las campanadas, el tararí del Parte de la
Victoria contra el Tabaco: «Cautivos y derrotados los
últimos fumadores, que les vayan dando». (Como los fumadores
no se buscaron un Zerolo ni son gays, nadie respeta sus
derechos.)
No se me quita la perplejidad por el incomprensible
comportamiento del PP y del PSOE contra el tabaco. No se
ponen de acuerdo en luchar contra la ETA. Rompen el Pacto
Antiterrorista. Derogan la Ley de Partidos Políticos. Cada
uno por su lado ante los separatismos que amenazan la unidad
de España. Ignoran a las víctimas del terrorismo. En ninguno
de los grandes temas que preocupan a la gente se han puesto
de acuerdo PP y PSOE desde que ZP llegó al poder por
carambola y por 200 asesinados por el terrorismo. Se echan
cientos de miles de personas a la calle pidiendo que no se
negocie con la ETA; que no se haga una ley para las bodas
homosexuales; que no se implante ese horror de la LOE; y el
PSOE, como el que oye llover: no les echa cuenta. Cada
partido por su lado en Sanidad, en política exterior, en
Justicia, en todo lo importante. Pero, hijo, llega la Ley
Antitabaco, y absoluta unanimidad entre las dos grandes
máquinas de colocar paniaguados incompetentes. Ahí no
arrinconan al PP como a un apestado, sino que el PSOE usa su
voto contra los fumadores. Y los carajotes del PP, tragando,
sin ponerse del lado de los perseguidos fumadores.
¡Qué maravilla si todo fuera Ley Antitabaco! España entonces
funcionaría como soñamos. La solución, pues, parece que es
nicotinizar España. Si en lo único que se ponen de acuerdo
es en hacer la puñeta a los fumadores, pasemos los problemas
de España por el estanco, que verá cómo acaban con ellos.
Digamos, pues, que la ETA no es la ETA, sino el Winston.
Verá usted cómo PP y PSOE, unidos, acaban de verdad con
ella. Digamos que el separatismo catalán es rubio con
filtro, verá usted lo que dura: bastará con decir que el
Pacto del Tinell es el Pacto del Marlboro. Para defender a
la familia, nada mejor que asegurar que las bodas gays son
el Ducados. No dejarán una. Con la LOE se acaba y la derogan
los dos partidos unidos en el instante en que digamos que es
el Philips Morris. La política exterior de la peligrosa
amistad con Fidel Castro, con Chavez, con el otro indiecito
guaraní que acaba de ganar unas elecciones por allí, con el
rey moro y con todos los sátrapas de mundo, se acaba de un
plumazo en cuanto se diga que tales impresentables forman
una caja de Farias. Y si seguimos así nicotinizando y
haciendo de liadillo la Sanidad, la presión fiscal, la
droga, la inmigración, la inseguridad ciudadana, el
alcoholismo de los jóvenes, la inflación, los
embotellamientos de entrada a las ciudades, los asuntos que
de verdad preocupan a la gente, pues verá usted cómo PSOE y
PP se ponen de acuerdo y acaban con todos los problemas
inmediatamente. Bueno, y si decimos que el aborto es el
Chesterfield, será la maravilla: no habrá 84.985 asesinatos
anuales en la matanza de inocentes, como en 2004, con un
incremento del 6,5%, que se dice pronto.
Nada, nada: como aquí en España vivimos en el mejor de los
mundos, no hay más problema que acabar con el tabaco. Nadie
me quita de la cabeza que Franco no fumaba, mientras que el
demócrata Churchill gastaba unos puros que temblaba el
misterio. Ahora Franco sería política y sanitariamente
correcto y Churchill, un peligroso social. Con los votos
unidísimos del PP y del PSOE.
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