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Una
cosa es cantar el himno y otra seguir al pie su letra:
«Andaluces, levantaos». Los andaluces nos levantamos un día,
entre un 4-D y un 28-F. Los de toda condición y edad, desde
Andalucía la Baja a los Vélez. Los de izquierda más que los
de derechas, eso sí. Mientras la izquierda sentía por la
idea de Andalucía un entusiasmo indescriptible, la derecha
tenía un entusiasmo perfectamente descriptible: 0 grados
leperos, ni frío ni calor. Ganas de tocar madera era lo que
sentía la derecha por la idea de Andalucía. Y así le fue,
claro. El error de la UCD comenzó muchísimo antes del 28-F.
El día que se dejó arrebatar la bandera verde y blanca por
la izquierda. Cuando dejaron solos a Clavero y a la
escasísima burguesía andaluza que apostó por el
regionalismo. Si en Andalucía no hubo una CiU fue por culpa
de la clase social, económica, empresarial que tenía que
haberla creado, pero que no pensaba en nuestra tierra. ¿Los
andalucistas? Los andalucistas, surgidos de esa derecha
sociológica, nacieron a la vida política con un enorme
complejo de inferioridad por su origen; de ahí su suicida
sarampión izquierdista inicial. (La izquierda, nadie sabe
por qué, se atribuye una superioridad moral que nadie le ha
concedido, pero que nadie le arrebata).
Los andaluces, en un panorama político absolutamente cojo
por la derecha e hipertrofiado por la izquierda, nos
levantamos, en efecto, cuando Lauren Postigo nos dijo: «Este
no es tu referéndum». Para, acto seguido, volvernos a
sentar. Y hasta hoy.
Volvernos a sentar... O que se sentaran ellos en sus
poltronas del poder tras destruir a la UCD gracias a
Andalucía. y tendieran la enorme telaraña de la subvención y
de la dependencia, para que nada se moviera nunca más. Con
los mismos mimbres que están en liza ahora mismo, esto es,
la concesión de una autonomía de primera a Cataluña y la
entrega de las zurrapas a Andalucía. ¡hay que ver la que lió
el PSOE en el 28-F! No encuentro mucha diferencia entre
aquella España del 151 y esta España de la ruptura del
equilibrio y la solidaridad de la Constitución, con el
trágala del Estatuto Catalán que sus socios separatistas han
impuesto al Gobierno de Madrid. Pero, ay, es el Gobierno
socialista. ¡La que estarían ahora liando estos mismos que
dicen que Andalucía sale beneficiada de todo esto, si quien
se hubiera bajado los calzones ante Cataluña hubiera sido la
UCD o, sin ir tan lejos, el PP!
En el revolucionario ejercicio de la memoria, pongo en
marcha la moviola de aquel otro agravio catalán a Andalucía
y me sale Escuredo con la teatral y falsa huelga de hambre.
Paco Casero con los jornaleros pidiendo autonomía plena.
Guerra tronando desde el balcón del ayuntamiento en la Plaza
Nueva, Soto y Saborido echando a la calle a los sindicatos.
Me salen en la memoria las asociaciones de vecinos colgando
de banderas verdes y blancas los barrios todos, emoción da
el recordarlo. Me salen los estudiantes, los profesionales,
los artistas, Andalucía entera en pie de rabia (excepto su
derecha, su ciega, su culpable, su irresponsable, su
acomplejada derecha), pidiendo igualdad de trato para
nuestra tierra, sin agravio de Cataluña.
Ahora, instalada la izquierda oficial y sus profesionales en
el poder, domeñada la cultura y la economía, acallados en
ventanilla los sentimientos, las únicas voces que oigo
clamar contra el agravio catalán a Andalucía proceden,
paradójicamente, de la derecha. Demasiado tarde, hijos míos.
Por vuestra cobardía y ceguera de entonces habéis dejado que
se asienten en el poder de tal forma que ya nadie saltará
defendiendo a Andalucía. Y encima nos harán creer que la
ruptura de la España constitucional es lo mejor para nuestra
tierra.
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