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Ni
los japoneses de los grupos turísticos ponen tal cara de
extrañeza cuando ven la Giralda como la que ha sacado Rajoy
viendo los pasos de Santa Genoveva, donde lo ha llevado
Javier Arenas, que debía haberle dado una somera teórica:
-Mariano, cuando veas a los nazarenos y a los costaleros, tú
pon cara de señor normal, como si no hubieras hecho otra
cosa en su vida que ver costaleros y nazarenos...
A Kofi Annan, a la misma hora, el alcalde se lo llevó a ver
la del Museo. Y miró todo con una cara de total normalidad,
nada que ver con Rajoy. Y en los palcos, igual. Vamos, como
si por delante de la ONU estuvieran pasando todos los días
las cofradías. Le darían probablemente la teórica cofradiera
que le faltó a Rajoy:
-Usted, tranquilo. De momento, si le preguntan si es hermano
de Los Negritos, diga que sí. Y después, si ve a unos
señores con un cucurucho blanco, no tema, no son del Ku Klux
Klan, tranquilo. En cuanto a otros que se encontrará con
unos paños en la cabeza, no son egipcios, ni mucho menos
concejales de Marbella dispuestos a trincar la tela, sino
costaleros, los que llevan a hombros los pasos.
Con la teórica aprendida, Kofi Annan parecía que no había
hecho otra cosa en toda su vida que ver cofradías. Y Rajoy,
en cambio, ha sacado en las fotos una cara de turista
sorprendido que no se puede aguantar. O quizá no sea de
turista sorprendido, sino de español envidioso. Ahora que lo
pienso, cualquier español que quiera defender la
Constitución en Cataluña o en las Vascongadas pondrá la
misma cara de sorpresa trufada en envidia que se le ha
quedado a Rajoy en las fotos. Porque a Rajoy le dedicaron
una una levantá. Rajoy tiene en las fotos esa cara de
sorpresa y de envidia porque se la tomaron en el preciso
momento en que el capataz, instantes antes de dar el golpe
de martillo, estaba diciendo:
- ¡Tós por igual, valientes!
Que es justamente, y de ahí la cara de sorpresa de Rajoy,
todo lo contrario del grito que últimamente viene dando el
capataz Rodríguez Zapatero:
-¡Tos por desigual, cobardes!
Y la trabajadera de los catalanes se levanta por un lado, y
la de los vascos por el otro, y hasta la trasera de los
gallegos y de los canarios por el suyo, y el paso, en vez de
alzarse armónicamente, se descuajaringa: cada candelabro por
su lado, el Cristo por allí, los apóstoles por acá y
Judas... En cuanto a Judas, se admiten apuestas, porque de
Judas sí que estamos bien despachaditos.
Ahora, que la misma cara de sorpresa de Rajoy viendo que en
Sevilla seguimos manteniendo la España del «tós por igual»
se me ha puesto a mí contemplando el ardor guerrero de la
despedida de Bono. No sé por qué, me he acordado del Cristo
de Mena. Pero no de la procesión malagueña donde rinde
honores la Legión, sino del cristo que le formó Bono al
dignísimo teniente general Mena, infamante e injusto arresto
domiciliario incluido, por decir sólo la mitad de cosas que
él largó ante la cúpula militar en la opereta patriotera de
su despedida. Por lo visto, ahí tampoco vamos «tós por
igual». Si Mena dice «vamos con la Constitución, valientes»,
se le mete un paquete. Pero si lo dice Bono, No Passssa
Nada, aunque haya estado tragando separatismos como ministro
del Gobierno, y hasta las derechas caigan en la falacia de
su hipocresía y se crean que es un patriota, y no una
versión masculina de Marujita Díaz, especialista en
envolverse en la bandera de la Patria. Si es tan patriota y
tan constitucional, tenía que haber ido «tós por igual» con
Mena, y no formarle el cristo a Mena mucho antes de la
Semana Santa.
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