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QUE
por mayo no era; qué va a ser por mayo; ni por las grandes
calores, ni por las cruces. Era ahora, en abril, cuando el
niño se pasaba la mañana jugando a los pasitos y las tardes
viendo cofradías con sus padres. Jugaba el niño a las
cofradías con una mesa, un mantel y el hermano más chico
para hacer de costalero, de la cocina al cuarto de los
padres, por la carrera oficial del pasillo.
Por lo demás, hacía las mismas cosas que todos los niños han
hecho, hacen y harán mientras haya cofradías: pedir
caramelos, amasar una inmensa bola de cera, buscar entre los
nazarenos a uno de colegio:
-¿Tú eres Perico?
-No...
-¿Y tú sabes dónde viene Perico?
-¿Qué Perico?
-Uno que está conmigo en el colegio...
Pasaba la cofradía y se quedaba sin encontrar a su amigo del
colegio. A este Perico no le pasaba como a él. Qué suerte
tenía Perico. Perico, claro, como su padre era de una
hermandad de barrio, salía ya de nazareno. Pero en la de su
padre, tan seria, que él ni siquiera ha visto todavía,
porque sale en una cosa de mucho misterio, en las de
Madrugada, donde no van niños ni los niños las ven... En la
de su padre, ni de acólito puede todavía salir. Por eso
juega por las mañanas a los pasos, de la cocina al
dormitorio, y enseña a sus amigos la inmensa bola de cera,
que ésa sí que está grande, si quisiera podría salir en la
cofradía que le diera la gana.
Ahí le ha surgido al niño la vocación: todos sus amigos del
cole salen y él, no. Se lo ha dicho a su padre, muy serio:
-Papá, yo de mayor quiero ser nazareno...
-Claro, Miguelito: en cuanto tengas la edad sales en la
hermandad conmigo. ¡Pues no estoy deseando yo ni nada que
salgamos los dos de casa vestidos de nazareno!
-No, pero un día solamente como tú, no: yo quiero ser
nazareno todos los días. Yo ya se lo he dicho a los niños
del cole.
-¿Qué les has dicho a los niños del colegio?
-Sí, que cuando se ponen a decir qué quieren ser cuando
seamos mayores, unos dicen que jugadores del Real Madrid,
que se gana mogollón, y otros que pilotos de Fórmula 1. Pero
yo, no. Se reían mucho todos, porque a mí me lo preguntó la
seño en clase.
-¿Qué te preguntó?
-Que qué quería ser de mayor...
-¿Y tú qué le dijiste?
-¿Pues qué le voy a decir? ¡Que nazareno!
A la tarde, en las sillas, el padre le ha soplado la
ocurrencia de su hijo a los vecinos de abono, para presumir
de cantera. Todos le preguntan ahora:
-Oye, que tu padre no ha sabido decirme bien lo que quieres
ser de mayor. ¿Tú qué vas a ser?
-¡Nazareno!
Y todos ríen. Y no hacen más que preguntárselo, una y otra
vez. Y venga a reírse todos, todavía más. Está por no
responder a ninguno más con la verdad, y decirles que quiere
ser jugador del Betis.
Porque estos mayores no saben nada de nada. ¡Cuidado que
reírse cuando Miguelito les dice que de mayor quiere ser
nazareno! Dímelo a mí, que yo sí que te comprendo. Que no se
ría nadie más de ti. Con lo serio que es esto de querer ser
nazareno. Yo, como tú, Miguelito, de mayor también quiero
ser siempre nazareno, en una ciudad soñada, bajo los
naranjos en flor. Donde, como es Viernes Santo, llega este
14 de abril y puedes escribir de los vencejos, y del Señor
muerto, y no de quienes ahondan en el peligrosísimo odio y
quieren celebrar ya la Resurrección...de la República,
empecinados en hacer la Pascua a la concordia constitucional
que nos trajo la Monarquía Parlamentaria.
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