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El
Poyaque es mucho más importante para la economía que el
precio del barril de petróleo, que se acerca a los 75
dólares, sin que nadie le dé la menor importancia. ¡Hala,
como si lo regalaran y la inflación no existiera! Mientras
el precio del barril de petróleo retarda el crecimiento y
aumenta la inflación, el Poyaque promueve la actividad
económica y aumenta el PIB. Ya saben qué es el Poyaque, el
movimiento continuo en cuestión de ladrillos y mezcla:
-Pepe, poyaque vamos a poner la cocina nueva y poyaque están
aquí los albañiles para cambiar el suelo, ¿por qué no
quitamos también los azulejos del cuarto de baño, y lo
ponemos de mármol?
El Poyaque no solamente existe en las casas particulares
donde llegan los contratistas y ponen la cuba en la puerta:
-Poyaque está la cuba, vamos a cambiar también la solería de
la azotea y a poner tela asfáltica, Pepe.
El Poyaque existe también en la principal casa de Sevilla,
hogar de todos: en la Casa Grande de San Francisco, vulgo
Ayuntamiento. Donde no hay la menor capacidad de resistencia
ante el Poyaque. Y del mismo modo que el Poyaque que se le
ocurre a aquí-mi-señora lo paga usted, y se tienta la ropa
antes de decir que sí, el Poyaque municipal, como también lo
paga usted, en dinero y en sofocones, es mucho más
complaciente.
Un amigo que manda tela en el Ayuntamiento me ha revelado
bajo secreto de confesión que todo lo que está ocurriendo
con la Avenida y con el colapso general de la circulación es
por el Poyaque. El Poyaque tiene raíces históricas en
Sevilla. El primer Poyaque fue el de los canónigos que
hicieron la Catedral: «Poyaque hacemos una Catedral,
fagámosla tal que nos tomen por locos».
En nuestros días, he aquí, cómo, Poyaque a Poyaque, el
Ayuntamiento ha organizado tan perfectamente el caos actual:
Poyaque que el Metro no puede entrar al centro, porque se
cae la casa de los Guardiola, hagamos un tranvía.
Poyaque va haber tranvía de la Pasarela a la Plaza Nueva,
peatonalicemos la Avenida, que es lo que siempre quiso
Soledad Becerril, pero no se atrevió, porque ¡la que le
habríamos liado los del PSOE al PP si llega a organizar un
follón de circulación como el nuestro!
Poyaque es Semana Santa y ponen las barandas y las sillas,
aprovechemos y dejemos cortada la Avenida para siempre.
Poyaque no están todavía adjudicadas las obras del tranvía y
no sabemos quién ni cómo las va a pagar, aprovechemos, y
cambiemos el colector, las tuberías del agua de Emasesa y
las redes de riego de agua filtrada, el alcantarillado y lo
que haga falta.
Poyaque hemos cortado el tráfico en la Avenida y se ha
formado el follón en la calle Zaragoza, cortemos también la
calle Zaragoza.
Poyaque todo el mundo dice que tiene que entrar porque tiene
una plaza de aparcamiento en la calle Albareda, expropiemos
el aparcamiento de Albareda y listo.
Poyaque hemos dejado al centro sin autobuses y sin taxis, y
de momento no han quemado el Ayuntamiento, peatonalicemos
también la Puerta Osario y la Alameda, y así llagaremos
antes a lo que decía Burgos: que aquí vamos a terminar
haciendo peatonal hasta la Ese Treinta...
(Pero no se preocupen. Mientras Sevilla está patas arriba y
no se puede dar un paso, el Ayuntamiento ha tomado el
acuerdo que todo el mundo esperaba y que a todos nos quitaba
el sueño: van a quitar los nombres franquistas de las
calles. ¡Hombre, por fin, menos mal! Ese es el principal
problema de Sevilla: quitar los nombres franquistas a las
calles. Así nadie se acordará de aquellos tiempos de oprobio
e ignominia, cuando la dictadura nos obligaba a ir con
tantísimas incomodidades en taxi, en autobús o en el 600 por
la avenida Queipo de Llano.)
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