"IIn vino
veritas", no: "In pila veritas". En el balón de fútbol,
hodierna calavera de Hamlet, sí que está la verdad.
Contemplando un balón del Mundial que me ha tocado juntando
las tapaderas del yogur he llegado a conocer la verdad por la
que me preguntaba desde los alrededores del día de San
Fernando. Aparte de por no perder su silla en las
negociaciones de rendición ante la ETA, ya que a la banda
asesina no le habría gustado nada, ¿por qué no fue a Sevilla
don Zapatero para asistir como presidente del Gobierno al Día
de las Fuerzas Armadas? Pues muy sencillo: porque cree don
Zetapé que las Fuerzas Armadas no representan a España, y que
la bandera que juran no es la suya, porque la suya es la
bandera blanca de la rendición. Don Zetapé sabe que lo único
que queda de España con tal nombre que pueda ser pronunciado
sin avergonzarse por los progres partidarios de ese proceso
(de Kafka) al que llaman "de paz" por no llamarle rendición,
que suena a portaaviones americano y a general japonés así
como primo de Juanito Valderrama firmando el hocicamiento...
Don Zetapé sabe que con el zipizape que ha formado sin ninguna
necesidad, lo que queda de España (y menos que va a quedar) es
la selección nacional de fútbol. Aquí únicamente puede
gritarse el sagrado nombre de España, y repetido cuantas veces
sea necesario, si es en una grada de fútbol, y con Manolo el
del Bombo al lado haciendo compás. El mismo "Viva España" de
Manolo Escobar es facha, rancio, vetusto, reaccionario. El
único "Viva España" posible debe pronunciarse ante Ucrania, el
próximo día 14, y en eventos consuetudinarios sucesivos.
Veo la fotografía de don Zetapé en el hotel
Meliá Barajas despidiendo a la selección nacional de fútbol y
compruebo que sus intenciones se han cumplido. En el homenaje
a la bandera y a las Fuerzas Armadas ni estaba ni se le
esperaba. Tampoco suele ir a despedir a nuestras tropas cuando
marchan a lejana misión de beneficencia, en esto de que han
convertido a los Ejércitos en ONG para reparar tendidos
eléctricos y repartir biberones y dodotis. Todo eso de andar
junto a los que visten el caqui, o el paño de levita, o el
azul de las gloriosas alas de España es facha. Pero mira cómo
no ha faltado a la despedida de nuestras tropas de la
selección nacional que partían hacia la misión de guerra
mundial futbolística en Alemania, reescritura de los tercios
de Flandes. Para ir a despedir a Raúl y a Luis Aragonés sí
tiene tiempo y no manda a la ministra de Cultura y Deportes,
sino que va en persona.
Y presume de que da suerte a los equipos de
fútbol cuando va al palco, y que no se hunde nao Victoria
alguna. Sentí que se la diera al Barcelona en la final de la
Copa de Europa en París. Hubiera querido que ganase el
Arsenal. No por nada, sino porque si el Arsenal llega a ganar
la Champion, seguro que Reyes saca la bandera de España.
Bandera que a pesar de que la copa venía a España no se vio en
París, porque la ganó el Barcelona.
Este ardor futbolístico por España que tiene
don Zetapé lo querría yo ver sin necesidad de fútbol, y no
armando la mundial que ha formado aquí. Que se pudiera hablar
de lo "nacional" sin necesidad de selección de fútbol. Que se
pudiera vitorear a España sin Raúl ni Joaquín sobre el césped.
Y que por defender a España, don Zetapé hubiera seguido
gritando el "¡A por ellos!", a por los etarras, que todos
coreamos un día, tras el Espíritu de Ermua, la Ley de Partidos
y el Pacto contra el Terrorismo.
Aunque en el Mundial no nos comamos una
rosca, yo, la verdad, hubiera preferido que el "¡A por ellos!"
lo hubiera seguido gritando España, España, España (pónganse
tres golpes del bombo de Manolo tras cada invocación), ley en
mano, contra los asesinos de la ETA e islas adyacentes, y no
contra los pobres peloteros de Ucrania, que ni han matado a
mil inocentes ni quieren destrozar la Constitución, ni nada.
Yo no sé usted, pero malditas las ganas que tengo de ir a por
ellos, cuando hemos dejado de ir a por los batasunos y a por
los etarras.