Yo sé por qué
hace tanta calor. No por el agujero de ozono
(sin tuneladora) ni por el cambio climático.
Es por la proliferación de termómetros
callejeros. Los que más sensación de calor
dan. Cuyos numeritos te recuerdan a cada paso
el «memento, homo» de los 43 grados. En el
invierno a eso le llaman «sensación térmica».
En invierno, con sólo 10 grados, si hay una
nortá medio buenecita, la sensación térmica
llega a hacernos sentir un frío del ca... del
catorce por ciento de menos grados de los que
en verdad hace. La nortá del verano es el
termómetro callejero y la sensación térmica de
vaya calor que da. Siempre señala la misma
temperatura: «Ojú, qué calor».
En cierta ocasión que se corría
en Sevilla un maratón callejero con calorina
mandaron poner en su lugar descanso los
termómetros callejeros, que no marcaran nada.
Querían evitar que a los corredores
extranjeros o norteños les diera la pájara, el
patatús, el flato, el sofoco y el golpe de
calor, cuando quincaran en los termómetros los
grados que hacía. Por las mismas, si yo
mandara algo, ordenaba que en Andalucía,
cuando vienen estas calores, los termómetros
callejeros se pusieran en posición de «su
lugar descanso». Que no marcaran nada. Así,
además, nos evitaríamos la servidumbre de
telediario. Llamo servidumbre de telediario a
que cuando en invierno hace 10 bajo cero en la
ciudad de mi apellido, no sacan los
termómetros burgaleses registrando esa
temperatura. Pero, hijo, en cuanto viene una
ola de calor, Andalucía paga su cuota de
tópico y sirve las imágenes de sus termómetros
a 40 a todos los telediarios nacionales.
-Y los turistas lavándose los
pinreles y refrescándose los sobacos en las
fuentes, usted, no se olvide del topicazo de
los turistas en las fuentes, muertecitos de
calor...
El sino tópico de Andalucía,
contra el que veinticinco años de autonomía no
han podido nada. Andalucía no sale en los
telediarios cuando un poeta publica el mejor
libro de sonetos; cuando un empresario funda
una empresa y da de comer a cien padres de
familia; cuando en un hospital del SAS de
Córdoba o de Sevilla un equipo médico realiza
el trasplante número ochenta mil millones. No,
Andalucía sale por la goleta de la mangoleta
atracada en Marbella, y por la mujer
maltratada por el marido, y por el jesulineo,
y por el juradeo, y por el ole la gracia que
no se pué aguantá (desde luego que no) el arte
que tenemos hasta para que nos quiten todos
los puntos del carné de conducir. O sale por
la calor, con los tópicos termómetros y el
turístico lavatorio de pinreles.
Cuando hay una nueva Andalucía
de la calor que sí que tenían que sacar, y
toco madera para que mi tesis no se me
escacharre antes que este artículo conozca
mujer en forma de tinta de periódico. Esta
nueva Andalucía nada tópica es la de nuestra
infraestructura eléctrica. Con todos los aires
acondicionados enchufados a la larga y
enjaezados a la calesera; con todos los
ventiladores puestos; con todas las neveras y
congeladores consumiendo kilovatios y venga
kilovatios, en esta Andalucía de los 43 grados
a la sombra...
-¿Y quién te ha dicho a ti que
me voy a ir por la sombra?
Con todo ese consumo, que serán
setecientos mil millones de megavatios; con
toda esa punta de necesidad de fluido, uf, qué
palabra más antigua, fluido. Con toda esa
disparada y disparatada punta continua de
consumo eléctrico, ésta es la hora en que este
verano no ha habido en nuestra Andalucía, en
la verdadera, en Andalucía la Baja un solo
apagón eléctrico (¡toca madera!). Se acuerdan
de Santa Bárbara cuando truena y de las castas
todas de Sevillana Endesa cuando se va la luz.
Compañía a la que yo miento ahora para todo lo
contrario: para exigir que también salga en el
telediario, para dar la verdadera imagen de
Andalucía, chúpate Endesa, fuera de los
tópicos de los termómetros y de los turistas
de mochila y botella de agua mineral con los
pinreles metidos en el caldibachi de una
fuente mudéjar.