¿QUÉ ha hecho
el centro de Sevilla? Algún pecado muy gordo,
algún delito muy grave, cuando lo castigan y
quieren acabar con él como sea. Quizá por su
misma condición de centro. Ser de centro,
políticamente, está mal visto en esta España y
esta Sevilla cada día más radicalizadas hacia
los extremos, más partidas en dos. Pero ni al
centro de la UCD cuando perdió las elecciones
de 1982 le hicieron las perrerías que le están
haciendo al centro de Sevilla.
Parece como si quienes
democrática y lícitamente ostentan el poder
local quisieran encarnarse en la Sevilla de
las barriadas y los barrios, en la Sevilla del
extrarradio, y vengarse contra la Sevilla del
centro. Ahora que está en marcha la maquinilla
de contar mentiras de la mal llamada Memoria
Histórica, que es más bien la Amnesia
Histórica, me parece que en el Ayuntamiento
han tirado de cartografía urbana de la guerra
civil. Y han mirado qué parte de la ciudad
apoyó a los sublevados en julio de 1936 y cuál
permaneció fiel al Gobierno del Frente
Popular, que por cierto nada tenía que ver con
la utopía republicana de aquella Sevilla
burguesa y avanzada que apostó por la tricolor
en 1931. Y en mirando por dónde iban los
camiones de los moros de Queipo, y por dónde
avanzaban las columnas de la Legión, de
Infantería y de los Requetés para tomar las
barricadas, parece que hubieran dicho,
trasponiendo ese atlas urbano histórico a los
planos del PGOU:
-Ea, pues vamos a hacerle toda
la pascua posible a la parte de Sevilla que
apoyó el golpe de Queipo, al centro.
Ciertamente le echo imaginación
literaria al asunto, pero me parece que cuanto
los milicianos de San Marcos y San Julián no
pudieron entonces hacer contra el centro, lo
ha logrado el Ayuntamiento. Las barricadas no
están en San Román o en la calle San Luis,
sino en la Avenida, en la calle Trajano. El
centro parece una ciudad en guerra, una
sucursal de Bagdad. Situación incomprensible
que sus vecinos y sus comerciantes se han
encontrado de la noche a la mañana, sin
comerlo ni beberlo, sin que le consultaran
nada, sin que les informaran. Quien se compró
un piso a pie de parada de taxis y de parada
de autobús se lo ha encontrado en zona
peatonal sin comerlo ni beberlo.
¿Por qué esta inquina contra el
centro? ¿Por qué este castigo contra el
centro? ¿Por qué cortarlo a la circulación,
peatonalizarlo sin que nadie lo haya pedido?
¿Por qué expropiar los aparcamientos públicos,
como pretenden, los estacionamientos
subterráneos de Albareda, La Magdalena y La
Gavidia? Terminaremos todos por no ir al
centro, por lo incómodo que es. Dejarán el
centro como un inmenso parque temático, como
una Isla Trágica (no mágica). Ya no vamos al
centro más que en Semana Santa y algo en
Navidad. Más por inercia que por otra cosa,
porque las tiendas se han sucursalizado. Hay
Zaras, Cortefieles, Mangos y Benetones en
Nervión, en Los Remedios, en los centros
comerciales de Dos Hermanas y del Aljarafe.
Antes, las tiendas eran particulares, únicas,
que si Idígoras, que si O“Kean, que si Los
Caminos, que si Galán, que si Pascual Lázaro.
Ibas a ellas o no comprabas en la mercería del
barrio. Pero al franquiciarse los almacenes,
las cadenas de ropas, las zapaterías y hasta
las cafeterías... ¿para qué queremos ir al
centro, con lo incómodo que es? Y el
Ayuntamiento ayudando con las
peatonalizaciones, para convertir la almendra
histórica en un espacio terciario de turistas
y oficinas mañaneras. El casco sobrevivió
incluso al bombardeo especulativo que relató
mi maestro don Abel Infanzón. Pero a esta
diáspora comercial quizá no pueda sobrevivir
en el sentido convencional. Como museo o como
escenario siempre estará ahí. En Madrid y
Barcelona el centro aguanta porque tiene
Metro. Aquí todo lo más tendrá un tranvía
chungo. Aquí el Metro va del Aljarafe a Dos
Hermanas. De granero del PSOE a granero del
PSOE. Le llaman la ciudad policéntrica. Pero
en realidad es la ciudad que reescribiendo una
lucha de clases que ya no existe ha decretado
la muerte del centro derechoso como antítesis
del izquierdismo de las barriadas.