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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Hace 70 años en Sevilla

Miren la fecha de hoy en esta página: 18/7/2006. «¿Y qué, qué pasa hoy?», puede que responda usted. Al revés de lo que dicen los ministros: «Me alegra que me dé esa respuesta». La mejor señal de la total superación del pasado más negro. Si a muchos sevillanos la fecha de hoy no les dice nada, a pesar de la manipulación interesada, sesgada y sectaria de la mal llamada Memoria Histórica, prueba que estamos en una nación que ha superado las heridas cainitas del pasado y hasta el reinventado odio del presente. Hoy, hace 70 años, hubo bando de guerra, tiros en la Plaza Nueva, cañonazos contra el Hotel Inglaterra, barricadas en San Julián y San Marcos, bravatas por Radio Sevilla, asesinatos de gente de orden en Triana, iglesias ardiendo (repito, quema de templos), fusilamiento de autoridades del Frente Popular. Miedo. Dolor. Muerte. Hoy, hace 70 años, Queipo se sublevó en Sevilla (que Franco vendría mucho después, a Yanduri y en agosto) y empezó la gran tragedia de la guerra civil. Que a pesar de lo mucho que están paseando víctimas («sólo a las del bando republicano, que para eso estamos en el año de la memoria histórica», como escribía ayer Alvaro Ybarra en su Carta del Director), casi nadie del común, más que TVE y los profesionales de la tricolor, se acuerde hoy de aquel incivil 18 de julio es un síntoma de salud social. Por no acordarse, ni los nietos recuerdan que sus abuelos, los «productores» de Girón, cobraban tal día como hoy, en los XXV Años de Paz de Franco, la paga del 18 de julio e iban felices a gastársela en macetones de cerveza y papelones de pescada en la terraza de Baturones.
Salvo la tarea de zapa de los profesionales del resentimiento y de la reescritura de la Historia con tinta de odio, el 18 de julio tenía desde la Constitución de 1978 el reconciliador olvido. Se habían impuesto las palabras de Azaña, «Paz, piedad, perdón», en la terrible Sevilla de aquel lejano día de calor, cuando había tiros, sangre, milicianos muertos dentro de un coche en la Plaza de San Francisco, barricadas, militares fusilados, cadáveres por las calles, iglesias quemadas, imágenes cofradieras calcinadas, y voluntarios que se tiraban de espontáneos al triste ruedo ibérico. Los nuevos sevillanos no saben lo que pasó aquel día de julio y nadie quiere recordar toda la verdad: por ejemplo, que si no quemaron a la Esperanza, siendo la Macarena como era, fue porque la habían escondido.
Sevilla necesitaría un libro desmitificador sobre el 18 de Julio, como los que ya existen sobre los mitos de la guerra. Un estudio que con rigor y valentía eche por tierra tantos tópicos de ambos bandos. Hay que rescatar la verdad del Ayuntamiento republicano que le pone una calle a Sor Angela de la Cruz. O del título de Hijo Predilecto de Sevilla a don Manuel Giménez Fernández, concedido por ese Ayuntamiento y luego revocado. Cualquiera puede pensar, tópico en mano: ah, claro, Giménez Fernández, ministro de Agricultura republicano, autor de la Reforma Agraria, hombre fuerte de la CEDA, ¡ya está!: ese título se lo dio la República, pero se lo quitó Franco. Pues no: se lo quitó la Sevilla del Frente Popular, el ayuntamiento de Horacio Hermoso, luego lamentablemente fusilado. No sabemos nada de la Sevilla contemporánea y nos cuentan ahora con odio media verdad. La Sevilla de la II República y del Alzamiento no fue lo que nos dejó escrito bien la crueldad de los vencedores, bien ese revanchismo de los perdedores que se prolonga hasta nuestros tristes días de exhumación del odio. No fue así. Una cosa era la utópica Sevilla republicana burguesa, con Martínez Barrio en la izquierda e Isacio Contreras en la derecha, y otra muy distinta el proletariado revolucionario, por culpa de los cuales el siglo XX no comenzó en Sevilla en verdad hasta 1975. Aquella burguesía republicana, como la quema de conventos por los partidos proletarios marxistas y anarquistas, sufre ahora la manipulación interesada de esa Amnesia sesgada que llaman Memoria Histórica, en la que nadie se atreve a decir que el 18 de julio ardieron muchas iglesias sevillanas con Vírgenes y Cristos cofradieros dentro.
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