CORTEGANA, por
lo visto, aparte de jamones de quitar el sentido y
de cañas de lomo como fagotes de música de capilla
en cofradía seria, tenía una supuesta deuda
histórica con Sevilla. Y el Ayuntamiento, con lo
que tarda en pagar a sus proveedores, se ha
apresurado a apoquinar. Más histórica que un
castillo medieval no puede ser una deuda. La
famosa lápida de las tabernas, como la de la
pizarra de morosos de El Rinconcillo, pero con
sillares de piedra. Pues el Ayuntamiento le ha
dado a Cortegana aquel castillo, preciosa
fortaleza serrana, paraíso de la chumbarba y del
jaguarzo, que, como en piropo de fandango
corteganejo...
...Hueles a barranco y jara,
a tomillo y a romero,
y el aire que da en tu cara,
a rocío mañanero,
espejo de luna clara.
Para quitarse de encima el mochuelo
del mantenimiento del castillo de la villa donde
se hacían las mejores romanas para pesar guarros,
el Ayuntamiento dice en su información que «ha
aprobado la devolución al municipio de Cortegana
de la titularidad de su castillo, considerado
patrimonio municipal hispalense desde que en el
siglo XIII los reyes Alfonso X y Sancho IV lo
donaron a la ciudad». ¡Qué embuste más gordo lo de
la devolución! No se puede devolver lo que es
propio. Salvo que tomemos el verbo devolver en su
acepción de vomitar. En cuyo caso hay que pensar
que, en la borrachera de poder omnipotente de
espaldas a los vecinos, el Ayuntamiento ha cogido
una tajá tan gorda que está devolviendo por los
rincones: devolviendo por los rincones del antiguo
Reino castillos que nunca fueron corteganejos,
sino más sevillanos que Santas Justa y Rufina.
Por lo visto, al señor alcalde le
viene grande el precioso cargo honorífico que
tenía tradicionalmente el regidor de Sevilla:
alcaide de los castillos de su Señorío. El alcalde
era alcaide de las fortalezas propiedad del
Concejo. Ustedes han leído el libro de don Ramón
Carande, ¿no?, «Sevilla, fortaleza y mercado».
Pues el alcalde que no quiere ser alcaide del
castillo de Cortegana y ha puesto la fortaleza
serrana en el mercado. Generoso padrino, parece
que está echando un pelón de castillos. No
contentos con vender en la ciudad hasta el último
celemín de suelo de propiedad municipal para hacer
caja, ahora ceden a los pueblos la propiedad de
nuestros castillos. Rosario de castillos que
rodeaban a Sevilla para defenderla de los moros
que ahora son nuestros amiguitos en la alianza de
civilizaciones (sin Plaza de la Alianza). En el
meritísimo libro de Curro Collantes citado en la
nota municipal, «Patrimonio monumental y artístico
del Ayuntamiento de Sevilla», viene el censo de
las fortalezas propiedad de la ciudad: los
castillos de Alanís, Alcalá de Guadaira,
Almonaster la Real, Aroche, Constantina, Cortegana,
Cumbres Mayores, Fregenal de la Sierra, Utrera y
Encinasola. Muchos de ellos, como ven, fuera de la
provincia que delimitó tío Javier de Burgos. Pero
dentro del antiguo Señorío de Sevilla, que
coincidía con su Arzobispazgo. Toda la sierra de
Aracena está llena de castillos propiedad del
Cabildo de la Ciudad y de cillas y capellanías del
Cabildo Metropolitano, con las armas arzobispales
de la Giralda con las dos jarras de azucenas (las
que ahora, por cierto, ha sustituido aquí el Amigo
por un logotipo en plan Endesa o La Caixa.)
Me temo que, tras Cortegana, por el
agravio comparativo, no habrá pueblo que no
reclame la propiedad de un castillo que nunca fue
de ellos, sino nuestro. Y este alcalde que no
quiere ser alcaide, generoso, se los dará por la
cara. Así que sepa usted que del mismo modo que no
le dejan entrar al centro en transporte público,
sin consultarle, el alcalde anda por ahí regalando
a los catetos castillos que no son suyos de él,
sino nuestros de usted y de todos los sevillanos.
Este tío no sólo está haciendo ya campaña
electoral en la ciudad, preparando la toma del
centro facha por los barrios progresistas, sino
hasta en los pueblos, regalando nuestros
castillos. Una ofensa a la Historia como un
castillo.