LA provincia de
Cádiz es extensa y diversa como un continente. O si no
un continente (porque ahora es Carrefour), al menos
como una exacta «imago Baeticae», un compendio
geográfico de Andalucía. El gaditano Javier de Burgos
barrió para casa cuando hizo la división provincial.
Delimitó para su Cádiz una provincia a la que no le
faltara un perejil: con su alta sierra, su campiña, su
campo gibraltareño, su marco jerezano, su marisma, sus
ríos, su bahía. Buen frito gaditano variado.
No es de extrañar que provincia tan
extensa sea la que tenga más plazas de toros. Diversas
como la propia provincia, desde la galera real con
grímpolas de la muy gallista plaza del Puerto de Santa
María a los recoletos cosos de la sierra. Con un
absurdo inexplicable: siendo la provincia con más
plazas de toros, Cádiz es la única capital andaluza
que no la tiene. A comienzos de los años 70,
inexplicablemente, derribaron la vieja plaza azotada
por el levante en Extramuros. Y hasta hoy. La leyenda
urbana dice que los gaditanos no iban a los toros por
el mal recuerdo de fusilamientos en la guerra que les
traía el coso. Nunca me ha creído tal leyenda urbana.
También hubo fusilamientos en el Castillo de San
Sebastián y no por eso los viñeros han dejado de ir a
bañarse a La Caleta.
Con el derribo de la plaza, se perdió
en Cádiz la afición, mas no la memoria del sitio que
ocupaba. El anónimo Pachi, el que buscaba al Picha, el
protagonista del hilarante relato sobre un vasco en
Cádiz enfrentado al habla local, se sorprendía de que
la gente dijera que vive en la plaza de toros, cuando
no hay tal plaza. Y es que Pachi no sabía que en
gaditano se escribe «Plaza de Asdrúbal», pero se
pronuncia «Plaza de Toros». Porque allí está su solar
y su memoria. Hasta con avellanas de los toros y con
un cartel sepia que anuncia a Rebujina y al Manteca.
Más absurda se me aparece la Tacita de
Plata...y Oro sin plaza de toros cuando con bastante
envidia leo a Zabala de la Serna que Vitoria (sí,
Vitoria, en las Vascongadas, donde Pachi perdió la
chapela) ha inaugurado una preciosa plaza de nueva
planta. En todos sitios se inauguran plazas de toros,
menos en Cádiz, en este absurdo de que no la tenga la
capital de la provincia con más cosos, con más dehesas
de ganado bravo, con más criadores de la Unión y de la
Asociación, con más matadores, novilleros,
banderilleros, picadores y hasta mozos de espadas. La
provincia de la Ruta del Toro. Ruta que no llega a la
capital. A diferencia de tantos y tantos pueblos y
ciudades, no se vislumbra que Cádiz vaya a estrenar
nueva plaza. No creo que San Sebastián sea más torera
que Cádiz, y, ahí tienen, estrenó su plaza. No creo
que el Ayuntamiento de Navalcarnero tenga más
presupuesto que el de Teófila, y ahí tienen:
Navalcarnero acaba de estrenar plaza. Como Morón de la
Frontera, como Espartinas, como Roquetas de Mar, como
Motril.
Por el Corpus hubo una parodia de
vuelta de los toros a Cádiz. Digo parodia, y añado
lamentable, porque fue casi una charlotada en una
impresentable portátil: más que plaza de toros parecía
corral de vacas. Me uno con retraso a la protesta de
los verdes, aunque servidor por razones estéticas.
Cádiz no se merecía aquella cutrería de pueblo en los
terrenos ociosos de Astilleros. Así no se crea
afición, sino todo lo contrario: se alimentan las
leyendas urbanas gaditanas contra los toros. No me
explico cómo Cádiz sigue sin plaza de toros, siendo la
Fiesta una seña de identidad de esta Andalucía cuya
Junta subvenciona todo lo cultural que se le ponga por
delante. ¿A que va a tener Teófila que anunciar a
Cristina Hoyos como señorita torera para que la Junta
le subvencione a Cádiz la plaza que se merece?