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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Óle, Betis, olé

Lo que más me gusta del himno del centenario del Betis es que no sale Lopera y sale el Manquepierda. Por casualidad, pero no sale. Si el escudo del Betis llevara, como el del Sevilla, al Santo Rey de charlita con San Isidoro y San Leandro, Lopera había quitado ya a San Fernando para ponerse él. ¿No quitó en Heliópolis el nombre de aquel caballerazo que fue Benito Villamarín? Por eso cuando ayer me eché a la cara en el ABC la letra del himno del Arrebato (del arrebato que le ha dado a Rafael González Serna, inspirándose más de la cuenta en el palanganeo musical), me dije:

-- A ver en qué verso sale Lopera...

En ninguno, menos mal. Lopera va fuera, por encima de la portería que guarda el buen recuerdo de la ética y la estética verderonas. Del sentimiento bético, agónico, de la vida. Del Manquepierdismo. Del Eurobetis. Del Currobetis. Ahí el himno afortunadamente incide en algo que existe desde mucho antes que llegara Lopera al campo del Utrera con su señor padre. El Betis existe desde mucho antes que Lopera. Los loperas, aparicios, retameros, galeras, villamarines y leones pasan y el Betis queda. El himno resucita algo que el Betis había olvidado: la filosofía del Manquepierdismo. Con ocasión del centenario, alguien tenía que hacer, a lo Arnold Hauser...

-- ¿En qué clús milita este shico Jauser, que lo fisho pá mi equipo?

Tranquilo, Donmanué, que Hauser milita en lo mismo que ese Betis que existe a pesar de usted: en la historia de las ideas y las mentalidades contemporáneas. Un Arnold Hauser tendría que escribir la "Historia social de la literatura y el arte béticos". El himno incide sólo en una parte de esa estética: el Manquepierdismo que despertó la simpatía universal por el Betis. Que desde que tiene dueño mayoritario se ha trocado en antipatía generalizada. Ojalá con el centenario el Betis vuelva a ser el segundo club de todos los españoles, el que cae simpático, símbolo de la gracia de Sevilla, señas de identidad que sostengo que parecen haberse trasvasado últimamente a Nervión, y que ahora vuelven a Heliópolis en el viejo capitoné de mudanzas de González Serna. Le considero un gran mérito al muy rociero y sevillanero Serna. Ha tenido valor. ¿Se habrían atrevido Pascual o Soto a tanto? Hay que echarle valor para no meter a Lopera en el himno. Por menos mandaron a Joaquín a Albacete. Es de laureada de San Fernando escribir un himno donde ni "bandera" ni "frontera" riman con Lopera, sino con La Palmera, toma ya. ¡Con dos eso-que-dijimos, Serna! Y ego te absolvo de la acusación de plagio: ni que fueras Ana Rosa o Lucía Echevarría... El himno tiene aires no del Sevilla, sino de Sevilla, de la ciudad imaginada. Tú pones el tercer verso ("en el tiempo y la memoria"), dices que es de Cernuda y cuela. ¡Vamos que si cuela!

Y luego, la redención del óle. Algo tan nuestro como el óle, frente a tanto chabacano oé, oé, oé. Joé con el oé. Ya era hora de que al fútbol regresara el óle. El óle de algo que Serna ha olvidado, un cero: del Currobetis. Un óle tan taurino que se canta como se exclama en la plaza de los toros a una buena tanda de muletazos con la izquierda: óle, óle, óle, óle, y luego, al rematar con el de pecho, ooooooooolé. Este baile de acentos, baile de los seises duendes de Sevilla, es algo tan nuestro que no se aprende, hay que llevarlo en la masa de la sangre. Y Serna lo lleva.

¿Que el "óle, óle, óle, óle, Betis, olé" suena demasiado a "sevillista seré hasta la muerte"? No, es al revés: "sevillista seré hasta la muerte" sí que es lo más bético que se despacha. Aquí, hasta la muerte, sólo se es bético. Como que lo de "tuyos cien años, tuyos siempre" tiene algo de cinta negra de corona mortuoria. ¿Pero esto qué es, un centenario o un entierro?

De todas formas, óle, Betis, olé. A sufrir y a gozar, óle, Betis, olé.

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