NO, 
                            tranquilos, que al querido José María de Mena no le 
                            ha pasado nada. Vamos, ni un resfriadillo. Lo aclaro 
                            porque en esta ciudad ruin, cuando alguien de letras 
                            elogia a otro del gremio es porque la ha palmado. 
                            Sevilla es la ciudad de los grandes gorigoris, qué 
                            Sociología de la Esquela Mortuoria, tengo que leer 
                            el tratado «De Hispalis Imago Funeris», de los 
                            doctores Miguel Ángel Yáñez Polo y José Antonio Mesa 
                            García, editado por la Sociedad Nicolás Monardes. 
                            Aquí nos gusta muchísimo celebrar el centenario de 
                            un señor al que cuando estaba vivo no le echaban sus 
                            coetáneos la menor cuenta. Murillo mismo. Sus 
                            contemporáneos dirían:
                          
                            —¿Murillo? ¿Pero cómo 
                            va a ser importante Murillo, si yo tomo café con él 
                            todos los días?
                          
                            Ciudad de los grandes 
                            panteones, hasta una Guía Artística del cementerio 
                            han editado. Cómo se reconocen aquí los 
                            méritos...cuando te has muerto. La Ciudad de los 
                            Vivos aplica su triste ley: hasta que no te mueres, 
                            no eres nadie. Cuando has dejado de estar 
                            empadronado en la Ciudad de la Envidia es cuando ya 
                            libremente pueden hacerte justicia.
                          
                            Por eso, para 
                            incumplir todas estas leyes locales, y además porque 
                            quiero y porque puedo, ¿pasa algo?, dedico este 
                            artículo como homenaje a José María de Mena, quien 
                            está tan vivo y coleando que me ha anunciado que 
                            saca libro nuevo. Sí, ya sé. Todos los que no han 
                            escrito nada en su vida pero van por ahí de 
                            intelectuales de la cosa dirán de Mena lo que 
                            suelen: que no tiene rigor, que se lo inventa todo. 
                            Pues miren ustedes: a lo tonto a lo tonto, Mena se 
                            ha escrito él solito toda una biblioteca de 
                            Historia, de Leyendas, de Personajes de Sevilla. Y 
                            no ahora, que no tiene mérito, que hay siete mil 
                            editoriales publicando como churros libros de 
                            hispalense materia, sino cuando sobre la ciudad, 
                            muerto don Santiago Montoto, nadie publicaba nada y 
                            mucho menos divulgaba su Historia.
                          
                            Muchos sevillanos se 
                            aficionaron a la Historia de Sevilla y conocieron 
                            sus grandezas gracias a los libros de José María de 
                            Mena. Muchos aprendieron a amar a Sevilla en las 
                            páginas divulgadoras de este castellano afincado en 
                            la ciudad hace tantos años, comentarista de la Radio 
                            Sevilla de Eugenio Fontán y de Fernando Machado, 
                            profesor de Foniatría, musicólogo y qué se yo 
                            cuántas cosas más. Mena ha sido en la segunda mitad 
                            del siglo XX el gran divulgador de la Historia de 
                            Sevilla, ante el desprecio de quienes se 
                            autocalifican de intelectuales. Siempre preterido 
                            por los dogmáticos excluyentes que se consideran 
                            exquisitos depositarios de no sé qué. Nadie cita 
                            nunca sus obras en ninguna bibliografía, porque está 
                            feo entre la crema de la intelectualidad.
                          
                            Sin tener en cuenta la 
                            guasa de Sevilla, tela, José María de Mena ha 
                            seguido escribiendo y publicando. Editoriales 
                            consolidadas le han publicado sus libros por una 
                            suprema razón: porque tiene lectores. Y eso sí que 
                            no se perdona aquí en Sevilla, que un autor tenga 
                            lectores: ¿qué se habrá creído Mena, lectores 
                            encima?
                          
                            En contramano siempre 
                            de lo cultural y políticamente correcto, yo me 
                            alegro una jartá de la feliz y laboriosa tenacidad 
                            de José María de Mena en su constante divulgación de 
                            la Historia sevillana. Que yo recuerde, solamente 
                            Ángel Pérez Guerra, cuando publicó su delicado libro 
                            recopilatorio y enriquecedor de leyendas sevillanas, 
                            le hizo justicia al bueno de Mena.
                          
                            <CW-1>No he leído aún 
                            el nuevo libro de José María de Mena. Según la 
                            noticia de agencia que equivocadamente lo 
                            estampillaba de cordobés se titula «La España que se 
                            nos fue». No trata esta vez de la Sevilla que nos 
                            queda, de sus viejos y queridos asuntos, de Hércules 
                            de la Alameda, de Hombres de Piedra, de Piedras 
                            Llorosas, de Leones del Puente de Triana. O a lo 
                            mejor nos presenta a Doña María Coronel como la 
                            primera víctima de la Violencia de Género. Sea como 
                            fuere, no hablo del libro, sino del desprecio a su 
                            autor. Y digo que el Ayuntamiento podía hacer 
                            justicia a Mena y nombrarlo oficialmente lo que es 
                            desde hace muchos lustros, en solitario y sin que 
                            nadie se lo agradezca ni se lo reconozca: fiel y 
                            enamorado Cronista de la Ciudad, que ha enseñado a 
                            amarla a miles de lectores con ganas de conocer 
                            cosas de Sevilla.