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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La Nochebuena de Maese Ayarra

Bécquer sigue vivo. Sevilla sigue componiendo sus leyendas, en escritura automática. Un día de Santa Misión llega el Señor del Gran Poder a un garaje para guarecerse de la lluvia y al llamar en la puerta sale a abrirle el buen hombre que juró no volver ir a verlo más a San Lorenzo, pues no le salvó a su hijo de la muerte: «Si quieres verme vas a tener que ir Tú a mi casa». Otro día, en tiempos de civil guerra y venganzas, una mujer del barrio evita que La Que Está en San Gil sea destruida por las llamas cuando los rojos le meten fuego a la parroquia, pues se la lleva a su corral y le hace pasar la noche escondida como la más bella Muchacha Que Vive en la Macarena, envuelta entre sábanas humanas en el ya divino camastro de su sala y alcoba.
Ahora la realidad escribe sola una nueva versión de la leyenda de Maese Pérez el organista. Desde hace cuarenta años, muchos eran los fieles de Sevilla y de otras partes del mundo que en ellas las Pascuas pasaban que asistían con gozo a la Misa del Gallo en la Catedral, sabedores de que la solemnidad del templo era el mejor portal para recibir al Rey de los Cielos. Venía a este mundo El que hecho un Hombre de Todo Poder por primavera habría de cruzar aquellas naves con paso racheado, entre ceras de tinieblas. La llegada del Rey de los Cielos, venid a adorar, era celebrada por el que Benedicto XVI proclamó en Ratisbona como «el rey de los instrumentos de la liturgia católica»: el órgano. El órgano de Maese Ayarra acompañaba la Misa del Gallo cantada por el coro, terminada la cual, oh prodigio, empezaba la más sevillana Adoración del Niño Dios. En este primer besapiés de Cristo en Sevilla, maese Ayarra, en los órganos grandes y solemnes, imagen sonora de la Catedral, Giralda musical, entre Correa de Arauxo y el Maestro Torres, desgranaba un genial rebujito de villancicos nuestros, pastores y campanillas. Maese Ayarra, con su órgano, alquilaba balcones para un casamiento, ponía a la puerta un Niño más hermoso que el sol bello, hacía caminar a la Virgen pura de Egipto para Belén. Para escucharlo, cada Nochebuena se volvían a decir las palabras becquerianas:
-Pero, vamos, vecina, vamos a la iglesia mayor, antes que se ponga de bote en bote, que algunas noches como ésta suele llenarse de modo que no cabe ni un grano de trigo. Buena ganga tienen los calonges con su organista... ¿Cuándo se ha visto la Catedral tan favorecida como ahora?
Todo eso, ay, será hogaño leyenda becqueriana del órgano de Maese Ayarra en la Nochebuena. No sonarán en la Catedral adorando al Niño las voces de los órganos hechas coro de campanilleros, cántaro y alpargata. Pues ayer, de mañana, tras la misa capitular, la Comisión Delegada del Cabildo comunicó a Maese Ayarra, sin más consulta a quien más de música sabe y autoridad tiene, que en la Adoración del Niño por la Nochebuena habían decidido que el órgano de la Catedral fuera de ruán: de silencio. Que acompañe al coro en la Misa del Gallo y a tocar villancicos no se atreva en la adoración de Jesús. Eso en la plaza de los toros se dice: «Vamos a callarnos». Vamos a callarnos porque en la Magna Hispalense, por Nochebuena, la Adoración del Niño se hará a los sones de algo tan sevillanísimo como...¡el Grupo Afroandino!, toma ya. Más sevillano y tradicional no puede ser. Ya saben, como los peruanos del poncho que se ponen en el Nervión Plaza: mandolinas, charangos, teclados electrónicos, guitarras, violines, tamborcitos, zampoñas como de afilador. Qué cosa más sevillana: alianza de civilizaciones que nos toca lo que rima. No sé si más sevillana por la parte de Afro o por la parte de Andino. Por las dos. Y aquí es donde sigue vivo Bécquer, que el día de Navidad, comentando este petardo sonoro de la Nochebuena, volverá a decirnos en su leyenda de Maese Ayarra:
-¿No os dije yo una y mil veces, mi señora doña Baltasara, no os lo dije yo? ¡Aquí hay busilis! Oídlo. ¡Qué! ¿no estuvisteis anoche en la misa del Gallo? Pero, en fin, ya sabréis lo que pasó. En toda Sevilla no se habla de otra cosa... El señor arzobispo está hecho, con razón, una furia.
-Quitad, que todo ha sido una venganza. El Grupo Afroandino ha acallado el órgano de Maese Ayarra como venganza del Cabildo, que es bético. ¡Toma ya sudacas y subsaharianos, por tocar el arrebato del himno del centenario cuando el Sevilla ganó la Copa de Europa!

 

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