Si
Larra viviera, igual que dijo lo de «todo el año
es Carnaval», escribiría que todo el año es Día de
los Inocentes. El Gobierno tiene montada una
planta de Vengayás que es mucho más importante que
la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. No para de
originar Vengayás:
-A la Anatomía de la
Danza van a dedicar en el nuevo Bachillerato las
mismas horas que a la enseñanza de la Historia.
-¡Venga ya!
-En Mijas, una
maestra ha tirado a la basura el portal de Belén,
para que no se mosquee la morisma.
-¡Venga ya!
-Zapatero, para
expresar su profundo luto, fue al entierro de su
compañero el pobre Alfonso Perales en Alcalá de
los Gazules con una corbata más roja que un
semáforo.
-¡Venga ya!
Y vengayá
para arriba con lo que hace
el Fiscal General del Estado, y vengayá para abajo
con lo que dejan hacer a los terroristas que
llaman «izquierda abertzale», aquí no salimos del
Vengayá. Es la increíble España del Vengayá,
goyesca, donde el sueño de la razón engendra
monstruos. Todavía no hay un Ministerio del
Vengayá, pero entra dentro de lo posible que sea
creado tras la próxima crisis de Gobierno. Las que
sí hay, y a manojitos, son ministras del Vengayá.
El Vengayá es como el ministerio sin cartera de
estas señoras. Hemos ganado bastante: con el PP en
el poder había una sola ministra del Vengayá, que
era Celia Villalobos y su hueso del puchero. Ahora
tenemos la cuadrilla del arte del Vengayá. Teresa
Fernández de la Vega es vicepresidente del
Gobierno y ministra sin cartera del Vengayá, como
encargada de anunciarlo profusamente tras el
Consejo de Ministros. A lo largo de la semana,
otras compañeras del Gobierno se ocupan del
Vengayá. Elena Salgado es ministra del Vengayá de
Sanidad y Consumo. Magdalena Álvarez, ministra de
Fomento del Vengayá, que ha fomentado bastante
diciendo que el problema de Air Madrid es que como
estos viajeros son de otra cultura, ¿qué se puede
esperar de ellos? Carmen Calvo es ministra de la
Cultura del Vengayá, con Pixie y con Dixie. Pero
quizá la ministra del Vengayá que más plus de
productividad cobra es Cristina Narbona, medio
ministra del Medio Ambiente y ministra entera del
Vengayá Completo, entre planes hidrológicos y
restricciones de ducha.
Algún día tendrán
que dar la Gran Cruz del Mérito Civil a las
ministras del Vengayá, por los servicios que
prestan al Gobierno. Especialmente en la
claudicación ante la ETA y en el desmontaje del
Estado de Derecho. Cada vez que hay que lanzar una
bomba de humo para que no se hable de otra cosa,
llaman a una ministra para que salga con un
vengayá. Así ha salido ahora Cristina, la niña del
crítico y escritor taurino Francisco Narbona.
Pásese usted una vida entera defendiendo y dando
valor cultural, histórico y literario a la Fiesta
de los Toros, señor Narbona, para que le salga una
niña como Cristina, con el vengayá de querer hacer
las corridas a la portuguesa, sin muerte a
estoque. Escriba usted «De El Espartero a Jesulín»,
«Manolete: 50 años desde su muerte», «Sangre en la
arena: víctimas del toro en el siglo XX», «Juan
Belmonte: cumbre y soledades del Pasmo de Triana»,
«Ignacio Sánchez Mejías dentro y fuera del ruedo»,
«La Maestranza y Sevilla» o «Rafael el Gallo, vida
ajetreada y muchas fantasías del Divino Calvo»,
entre otros muchos importantes libros de taurina
materia y crónicas en la revista «El Ruedo», para
que la niña dijera en 2004 que «este país debe
abandonar poco a poco cualquier espectáculo que
sea un acto de crueldad con los animales» y ahora
se descuelgue con el vengayá de que el toro no
debe morir en la plaza. Porque el bueno de Paco
Narbona ya falleció en su casa de Boadilla del
Monte, que, si no, al escuchar a la carne de su
carne largando fiesta contra la Fiesta, hubiera
dicho el clásico «¡qué lástima de hija!». Y acto
seguido, se hubiera muerto de un vengayá en forma
de telele.
Cómo
será la España del Vengayá, que ¿saben ustedes de
lo único de lo que estaba pendiente la gente en el
mensaje de Navidad del Rey? Pues de si el Rey
salía ante un Papá Noel hortera trepando por la
fachada de La Zarzuela o ante un nacimiento.
-¡Venga ya!