Mientras
llega o no llega el calentamiento global, aquí
en Sevilla estamos padeciendo este invierno todo
lo contrario: el enfriamiento global.
-Eso debe de ser
porque por el agujero de ozono famoso, ¡entra
una corriente! ¡Esa puerta!
No crean que esto
de escribir del tiempo es un recurso para
rellenar la planilla del examen diario. Sevilla,
como es un billete grande de hermosura, no tiene
cambio. Cambio climático. En invierno te hielas,
como marca la tabla (alfonsí, claro), y en
verano te achicharras. Y en este invierno de
pulmonías dobles, ha calado lo de las iglesias
más frías del mundo que comenté aquí. Dije que
levantara el dedo quien supiera de una iglesia
con calefacción, cosa que en Sevilla es como del
doctorcito padre de Julio Iglesias: rara, rara,
rara. Y varios han sido los lectores que han
levantado el dedo. Uno me señaló que en su
parroquia, en San Bartolomé existe la
calefacción más racional del mundo:
calentamiento no global, sino particular, banco
por banco. Si los fieles de un banco se ponen de
acuerdo, Currito le da al botoncito y aquello se
pone más calentito que la mar. Otros lectores
han levantado el dedo en favor de la iglesia de
los Paúles, la que parece como un hangar con
vidrieras, un hangar del Airbús en los proyectos
de la Sevilla aeronáutica que tanto gustan al
alcalde. Observaba que iba mucha gente a misa a
los Paúles y no sabía por qué. Ya lo sé: porque
allí cumples con el precepto sin tener que
meterte inmediatamente en la cama con dos
mantas, dos aspirinas, una copa de coñac y un
vasito de leche calentita con miel
En la página
dominical de los lectores de ABC ya leyeron una
carta que defendía la memoria del párroco don
Joaquín Begines, que puso calefacción en la
iglesia de Pío XII, santo varón que se merece
por lo menos una calle, como el cura González
Abato en el Tirolínea. Y otro lector, de
Benacazón, tras tocar madera, me da norte
(porque en el norte mortuorio de la ciudad está)
de un recinto religioso, que no iglesia, que
tiene una calefacción magnífica, pero que mejor
sería que nadie pudiera comprobarlo. Se refiere
a la capilla del tanatorio de la Ese Treinta,
ojú. Sí, el edificio cuya fachada está
paradójicamente decorada con un carnaval
cerámico de papelillos y serpentinas, como si
allí, en vez de ir a dar un pésame, fuéramos a
ver actuar a la chirigota sevillana de Los
Jorobados Pozí que ha pasado a las semifinales
del Falla.
Las mentadas son
las raras excepciones de esta Sevilla helaíta,
que se gasta menos en calefacción y percheros
para los abrigos que Lolo Silva en billetes de
avión...pagados de su bolsillo. Vi la foto del
interior de la iglesia de San Benito en el acto
de exaltación de la Virgen de la Encarnación y
te salían sabañones en los ojos nada más verla.
Los capillitas asistentes estaban todos
embutidos en sus abrigos azules (el que lo
tuviera), en sus chaquetones, en sus parcas, en
sus forros polares, reliados en sus bufandas,
con los guantes puestos. No tenían cara de
emoción por las sentidas palabras del orador,
Joaquín de la Peña, sino la carita descolgada
por la pelúa que estaba cayendo dentro de la
iglesia. Me cuentan que la otra noche, en la
parroquia de San Vicente, los participantes en
una mesa redonda cofradiera organizada por Las
Penas tuvieron que echar a los pingüinos para
poder sentarse en el estrado. ¡Y lo que
protestaron los pingüinos antes de irse,
enseñando su papeleta de sitio y diciendo que
tenían número bajo!
La solución es la
que dio el domingo José Cretario en su
chisporroteo de ABC: que Endesa, en vez de
gastarse el dinero en pagar la iluminación
artística de iglesias mudéjares y retablos
barrocos, emplee la tela en poner la más que
necesaria calefacción en los templos de Sevilla,
ora por bomba de calor con tarifa nocturna, ora
por la vieja tecnología del brasero de la mesa
camilla. Voy más lejos que Cretario. ¿Por qué
sólo Endesa, por qué vamos a dejar fuera a Gas
Natural? Aquí, aquí es donde Gas Natural y
Endesa tienen que hacer una OPA como una copa de
cisco picón, para que las dos juntas pongan
calefacción, ya de gas, ya eléctrica, en las
iglesias de Sevilla. Y no como ahora, que en las
iglesias hay quien es capaz de vender su alma al
diablo con tal de que le dé por lo menos cuarto
y mitad de calentamiento global...