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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Miércoles de Cenizo en el Ave

Hasta ahora lo único que funcionaba perfectamente en España, como un reloj suizo, por encima de los cambios de gobierno, de las circunstancias políticas, del sectarismo y de la demagogia progre, eran dos cosas: el Cortinglés y el Ave. Ea, pues ya sólo nos queda el Cortinglés, porque la grúa y la viga de un paso elevado en construcción pegaron el pellejazo del siglo contra los cables del Ave (catenaria les llaman de mote) y adiós, pampa mía. Le pasa al Ave como a la salud o al teléfono móvil: que no nos damos cuenta de lo que valen hasta que se pierde. La mejor demostración son las imágenes de las caritas de los viajeros colgados en las estaciones. Los viajeros que precisamente eligieron el Ave porque es y seguirá siendo el medio más seguro y exacto para bajar desde Madrid a Andalucía o para subir a la Corte. Confianza que ayer quedó cortada con la puñetera grúa y con la viga en el ojo propio, en el punto kilométrico 12,800, a la altura de un pueblo con nombre de zarzuela: Gavilanes.
No somos nadie. Ni del exactísimo y puntualísimo Ave podemos fiarnos ya en esta España cada vez más rarita y absurda, donde todos tenemos agotada la capacidad de asombro. Lo del Ave de ayer, con Santa Justa acolapsá por miles de criaturitas y las taquillas de Atocha mucho más empatadas de lo habitual, que ya es decir, parecía como una broma del día de los Inocentes, por increíble. Pero no era tal, aunque sí relacionada con la fecha del calendario litúrgico.
¿Saben qué fue todo? Pues el Miércoles de Ceniza del Ave. La imposición de la penitencial ceniza sobre el morro del Ave. La meditación sobre la brevedad de la vida y las postrimerías del hombre aplicada a nuestro orgullo de reyes de la creación y dominadores de las técnicas de la modernidad y el progreso. ¿Tú, qué, que te crees que eres el más importante del mundo con tu maletín de trincar la tela, tu traje de Ermenegildo Zegna y tu corbata de Hermés, camino de Madrid en el Ave, hablando por la motorola en tu asiento de clase club y con el ordenador encima de la mesita con los números de la cuenta de resultados? Ea, pues ahí la tienes, toda para ti, enterita, la ceniza del Ave en forma de grúa y viga que cortan la vía y te fastidian la agenda del día, te impiden el almuerzo en Jockey y la reunión en el ministerio: «Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris». La ceniza de la cremación de los viejos ramos y olivos del autobús y la maleta amarrada con guita en lejanas estaciones de frío y niebla, impuesta sobre tu altiva frente triunfadora de euríbores y ampliaciones de capital, toma ya, para que te enteres cómo eran los viajes de tus padres cuando estudiantes, cómo los de tus abuelos cuando llegaban a buscar trabajo a la ciudad, hartos del campo.
Cae la ceniza sobre la incertidumbre del viaje. Cae la ceniza sobre lo que se tarda en llegar a Sevilla, como la pregunta de la madre de los Machado camino de Francia en la derrota de la guerra. Cae la ceniza sobre los relojes, que vuelven a un tiempo antiguo, cuando el exprés salía de Sevilla a las 11 de la noche y no llegaba a Atocha hasta bien pasadas las 8 de la mañana.
Y junto a la teología de la lírica, la guasa. El Ave es tan perfecto que la avería no puede ser del Ave, ni de la Renfe. En todo caso es de la ADIF, vaya tela el nombrecito, la Administración de Infraestructuras Ferroviarias, que se ocupa, como el cante flamenco, de «las cosas de la vía». La ceniza cae sobre la memoria del Melu de Cai y la avería eléctrica del barco «Poeta Arolas» que llevaba en peregrinación a La Meca a los moros notables del Protectorado de Marruecos. Cuando se fue la luz en todo el barco y El Melu, enrolado como mecánico sin idea de electricidad, tras hacer como que revisaba la instalación con unos alicates, llegó al puente y le dijo al capitán: «Don Fernando, esta avería del barco no es; esto tiene que ser de la Sevillana». Lo del corte de la vía del Ave, de la Renfe no es; tiene que ser de la empresa de la viga dichosa. Empresa que hasta tiene nombre como de latinajo de Miércoles de Ceniza: «Corsan Corviam... et in terra remaneris». Todo pasa por la chorrada de la aplicación políticamente correcta de la tontería del lenguaje no sexista al calendario litúrgico. En el Ave ayer fue Miércoles de Ceniza...y de Cenizo.

 

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