NUNCA
me explicaría que los franceses le hubieran puesto
el mote de «himno nacional» a La Marsellesa. O que
los ingleses dijeran «himno nacional» al «God save
the King». Pero en esta Monarquía Parlamentaria
nuestra más bien rarita y como avergonzada de
serlo, casi nadie llama ya Marcha Real a la Marcha
Real. Igual que hay quienes acusan a otros de
habérsela apropiado, señalo con el dedo a los que
se avergüenzan de nombrarla por su título
histórico de Marcha Real Granadera.
-¿Granadera
salmantina con divisa verde y oro?
Menos cahondeíto,
que esto es muy serio. Tan serio como la identidad
sonora del Reino de España. Como nuestra propia
esencia constitucional. Que parece despreciada por
quienes no dicen Marcha Real ni locos, pero en
cambio llaman Himno de Riego, por su nombre, no
«himno nacional republicano» al oficial según la
Constitución de 1931. Hago estas matizaciones
iniciales porque afortunadamente estamos en los
días del año en que más suena la Marcha Real. No
sé en Castilla, pero en toda Andalucía, en todas
las Andalucías, la Alta y la Baja, la de Manuel
Machado y la de Antonio el de «La saeta», todos
estos días de la Semana Santa suena con una
profusión que da gloria la Marcha Real. Aplicada
en sus justos términos: para tributar honores
reales a los Cristos y a las Vírgenes de las
cofradías de Semana Santa. Los andaluces le
conceden honores de realeza a todo divino. En
muchos pueblos y en muchos barrios de las grandes
ciudades, a Jesús Sacramentado lo siguen mentando
respetuosamente con una denominación de origen
barroco que es prodigiosa de hermosura: Su Divina
Majestad. Y ese mismo Dios, representado como
Hombre en su Pasión, o a su Madre la Virgen, los
andaluces le tributan honores de Reyes cuando los
sacan en los pasos de sus cofradías. De aquí que
llame con toda propiedad histórica y hasta
litúrgica Marcha Real a la que siempre debería ser
mentada así en esta Monarquía parlamentaria.
Desde el Domingo de
Ramos vengo escuchando no sé cuántas veces la
Marcha Real y, oh maravilla, nadie acusa a nadie
de apropiársela. En la televisión oficial del
régimen de Chaves, Canal Sur, la última vez que
sonó la Marcha Real al término de una
manifestación contra la ETA, en los informativos
dijeron textualmente: «Los asistentes utilizaron
al final el himno nacional». Por lo visto quieren
la Marcha Real de un solo uso, y a ser posible
desechable y sustituible por el Himno de Riego.
Parece que les fastidia que suenen los compases
sentimentales y queridos del chero, tachero, salvo
que sea, claro, en un partido de la selección
nacional de fútbol.
Por eso en Andalucía
da gloria oírla en estos días, en cien bandas de
palio o de cornetas y tambores. Desde el Domingo
de Ramos, decía, ya he perdido la cuenta de las
veces que he oído la Marcha Real. Cada vez que de
una iglesia de un pueblo andaluz sale una Virgen
dolorosa bajo palio, o un Cristo, un Crucificado,
un Señor con la cruz al hombro, la banda
municipal, o los chavales de los tambores y
cornetas de la agrupación de la propia hermandad,
interpretan la Marcha Real en honor de la imagen.
Está tan unido ese honor musical a la tradición,
que si no sonara la Marcha Real al salir el paso
de la iglesia sería tan extraño como si los
nazarenos fueran con gorra de béisbol y no con
capirote penitente. No sé en otros lugares, pero
en Sevilla y en toda hermandad que lleve música,
hasta cuatro veces le tocan la Marcha Real al
Cristo o a la Virgen: al salir de su templo, al
entrar en estación de penitencia en la Catedral
por la Puerta de San Miguel, al salir por la
Puerta de los Palos y al entrar de recogida en el
regreso a su templo.
Tan acostumbrados
estamos a esta normalidad gozosa, que no nos damos
cuenta de esta grandeza. Y no se han debido de
enterar ésos que usted sabe, porque, si no, ya
estaría acusando a las cofradías andaluzas de
utilización sectaria de la Marcha Real. Vino
Carlos Iturgaiz a Sevilla y lo llevaron a ver la
salida de la cofradía de la Candelaria. La
presenció emocionado y al final, cuando le
preguntaron qué le había gustado más, si el Cristo
o la Virgen, respondió:
-No, lo que más me
ha gustado es esta bendita normalidad de que los
pasos salgan a los sones de la Marcha Real. No
sabéis lo que tenéis...