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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La liberación del preso

TAL como ocurre desde el reinado de Carlos III, este año también se ha repetido, pero con escasa repercusión mediática, la vieja tradición española liberar a un preso por Semana Santa. Conocen la escena. Noche de roncos tambores y claros clarines. Cofradía con las imágenes en sus pasos. Delante de un Cristo flagelado o una Virgen llorosa, un preso que avanza en el cortejo penitente, vestido con túnica nazarena, su cabeza cubierta con un antifaz sin capirote, quizá con sus manos atadas, como en recordación del prendimiento de Jesús. Y tras el rataplán solemne de los tambores, alguien que lee un pergamino, que pronuncia una ritual frase antigua, y el preso queda liberado.
Sé por qué este año ha tenido tan escasa repercusión mediática la ritual liberación cofradiera de un preso. Ya no es noticia que se libere a un preso por privilegio de Carlos III. Larra decía que todo el año es Carnaval, y a efectos de la rendición del Estado ante los terroristas condenados por asesinato, todo el año es Semana Santa. Zapatero ha llegado mucho más lejos que Carlos III, y sin necesidad de procesión alguna. Carlos III liberaba a un solo preso, y el Jueves Santo. ZP los excarcela a manojitos, cada lunes y cada martes. El hermano mayor de la Cofradía de la Rendición del Estado es el fiscal general, que aplica profusamente los privilegios excarcelatorios sin necesidad de que sea Semana Santa.
A ver, que me digan a mí: ¿qué cofradía española, de la profunda Castilla penitente o de la riente Andalucía de las saetas, ha conseguido liberar a un preso con veinticinco crímenes a sus espaldas, que tenía pedida además otra pena de 96 años? Desde Carlos III acá, nunca se había concedido tal privilegio en la tradicional liberación del preso. Soltaban las cadenas a un pobre hombre que había robado unas gallinas, al oficinista que había hecho un desfalco con un cheque, al que había estafado a un cateto con el tocomocho. Al cambio, nada con tambores y cornetas. Por el contrario ZP, con su ya tradicional ceremonia de liberación de los presos etarras, ahí lo tienen al tío: ¿privilegios de Carlos III a mí? Sin cofradía, sin Semana Santa, sin ponerle túnica nazarena alguna, ZP ha concedido el privilegio de que el Juana Chaos esté ya en su tierra y con su gente, en prisión atenuada, con arrumacos de la novia y buen caldo.
En cuanto a Otegui, ni te cuento. Precisamente en estos pasados días de Semana Santa, el hermano mayor de la cofradía de la Rendición, digo, el fiscal general del Estado, ha celebrado la ceremonia de la liberación número no sé cuántos ya de Otegui, diciendo que no hizo ni mucho menos enaltecimiento del terrorismo en su habitual ceremonia apologética de la ETA. La tradición excarceladora con Otegui es muy curiosa. Según los privilegios liberadores de la Semana Santa, se ponía en libertad a un solo preso y una sola vez. A Otegui lo han puesto ya en libertad una cantidad de veces que yo hasta he perdido la cuenta. Es como si en Málaga, un poner, la Cofradía de Jesús el Rico, liberara el Miércoles Santo de cada año al mismo preso, y por una causa distinta. Punto el de la tradición liberadora en el que este año se ha producido en Málaga una novedad muy reveladora. Esa ceremonia ritual que se celebra cuando hace su aparición por la calle Alcazabilla el trono de la Virgen del Amor tiene detrás, como todo lo español, una barbaridad de papeleo. Instituciones Penitenciarias, sí la dirección general de la Gallizo, ojú, interviene lo suyo para aplicar a un preso los mismos beneficios que al Juana Chaos o al Otegui, o sea, las patitas en la calle. Hasta ahora liberaban a presos condenados por delitos de robo, lesiones o apropiación indebida. Este año no. Este año han liberado a un preso por delitos de sangre, a un jubilado de 66 años condenado a cuatro años y medio de prisión por un delito de tentativa de homicidio, al que le quedaban por cumplir dos años de cárcel. ¿Captan el matiz, no? De modo que pienso que a ese preso de Málaga no le han aplicado el privilegio de Carlos III, sino el pasemisí, pasemisá que se gastan con los asesinos de la ETA. Que eso sí que es tradicional ya, ay, yayayay de la triste saeta de la rendición del Estado.

 

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