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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Cambio Papa por magnolio

Quieren que Juan Pablo II tenga en Sevilla avenida y monumento. Punto en el que el querido Papa de la canonización de Sor Ángela...
- Me encanta que a Santa Ángela de la Cruz le diga usted Sor Ángela, que es como los sevillanos la seguimos llamando.
Entre otras cosas, porque el Papa no hizo sino confirmar lo que los sevillanos ya sabíamos; que era santa de toda santidad. El Papa confirmó la santidad de Sor Ángela como el cardenal confirma a los chavales: Sevilla ya la había sacado de pila como santa. Papa que, como decía, si tiene avenida y monumento, saldrá mejor parado que el Cardenal Segura, que siendo lo que fue en Sevilla, habiéndonos legado la difusión de la devoción y patronazgo de la Virgen de los Reyes sobre la archidiócesis, habiendo promovido la construcción del Cerro de los Sagrados Corazones, es el único purpurado hispalense que no tiene ni un mal callejón. Hasta Sanz y Fores, del que no se acuerda nadie, tiene su calle junto a Palacio. Y nada digo de Lluch, de Spínola, de Ilundain. Hasta el azulón Bueno Monreal, el que puso Franco para fastidiar al monárquico Segura, tiene una avenida casi más larga que la de Manolito del Valle, que ya es decir.
Juan Pablo II, el reincidente turista pastoral en Sevilla, el de las Sevillanas del Adiós en el órgano de Maese Ayarra, el que nos habló desde un balcón de la Giralda, tiene su avenida en Tablada, junto al campo de Feria. Por la contradicción (sevillana tenía que ser) de que ha sido en toda la Historia de la Iglesia el único Papa que ha hablado al mundo desde la Calle del Infierno. Donde Rafael Manzano montó el barroco altar, como una portada de Feria para la fiesta de la beatificación de Sor Ángela. Y quieren ponerle ahora a Juan Pablo II un monumento. ¿Otro monumento, hijos? Es que no paráis ni para almorzar, que jartibilidad de estatuitas, oé. Lo quieren en la esquina de la Catedral, donde el solemne magnolio cernudiano. Esquina que ya tiene tradición de monumentos. Allí pusieron a Martínez Montañés cuando lo quitaron del Salvador para que pudieran aparcar los coches. Cuando Sevilla sí que era realmente la ciudad de las personas, que podías llegar en coche directamente hasta las gambas a la plancha en La Alicantina de Manolo Postigo. Jesús Martín Cartaya tiene en su archivo las fotos del traslado del desahuciado Montañés desde El Salvador allí... ¡en un motocarro! Tal como suena. Y Luis Carlos Peris ha recordado la coplilla que con música de una chirigota de Paco Alba cantaban El Gran Simón, Manolito Rubio, El Gringo y Gutiérrez: «A Martínez Montañés/ del Salvador lo han quitao,/y frente a los meaeros/que hay en Correos/lo han colocao».
Allí, quieren colocar al Juan Pablo II de la escultura de Miñarro. Un Papa con todos sus avíos, que a la escultura no le falta un perejil. Delante del magnolio. Y hay unos bárbaros catetos que quieren talar el magnolio. Para poner a Montañés no tuvieron que cortar magnolio alguno. No vayamos a quedarnos sin el magnolio de la esquina del Alfolí por culpa del Papa. Juan Pablo II, que era hombre de paladar, se llevará un gran disgusto si se entera en el balconcillo de la Giralda del cielo que, tomándolo como pretexto, han talado un magnolio monumental. Como si no hubieran talado suficientes árboles en la Avenida para que ahora, encima, corten el magnolio. Y como si no le hubieran hecho ya perrerías suficientes a la Avenida, con las candelarias y con tanto mamarracho de tranvía como para perpetrarle ahora un hortera papazo de bronce.
Cuando el propio magnolio sería el mejor monumento, con sus flores que en mayo son blancas y en julio amarillecen: la bandera pontificia. Más que la estatua, en esta Sevilla que estamos llenando de horrorosos muñequitos de Lladró en forma de monumentos, con las calles convertidas en un mueble-bar, y en la que corremos el riesgo de que nos hagan de la Avenida un segundo Paseo Colón de figuritas que colocan los figurones para figuronear ellos. ¿Qué mejor monumento que el magnolio? Bastaría colocarle un mármol: «Este magnolio ha sido indultado en memoria y homenaje a Juan Pablo II». Pues al paso que vamos, al que vamos a tener que cantarle las Sevillanas del Adiós es al magnolio. Yo, la verdad, cambio Papa por magnolio. ¡Ya está bien de tanto monumentito!

 

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