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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Sevilla sin sevillanos

NO sé si será por causa del largo puente, que en Madrid ha sido acueducto de Segovia; no sé si por causa de la pasada Feria; no sé si por la peatonalización de la Avenida de la FNAC...
-¿De la qué, usted?
De la FNAC. En la Avenida hacen falta muchas refinadas Fenás para que aquello no se envilezca como el Barrio de Santa Cruz. Para que no sea el infierno de las tiendas de camiseta, de los veladores en la calle con los pizarrones de tiza del menú baratito y los alemanes de sandalias con calcetines que dice Manu de Dos Hermanas (nuestro nuevo Gandía) comiéndose una paella en plena calle a las 6 de la tarde. Ya hay tres tiendas de camisetas en la Avenida de la FNAC, y, como en el cante de las tabernas de Utrera, una sola librería. O la Avenida tira hacia la excelencia, o corremos el riesgo de que, como Sevilla entera, se envilezca y degrade. Que la Avenida sea la nueva Milla de Oro o la Milla de Lata, de lata fresquita de cocacola en las máquinas automáticas de refrescos para los turistas, depende del arranque del nuevo modelo de centro que se han inventado, y con el que están encantados... los que no viven aquí.
Visitantes que, como decía, no sé si por el puente del Primero de Mayo, no sé si por la Feria, no sé si por la peatonalización, cada vez son más. Yo no sé ustedes, pero servidor empieza a experimentar caminando por las calles del centro la sensación de los venecianos en Venecia: que su ciudad querida ha sido invadida por los turistas y que allí no queda un indígena. En el centro parece que han construido el demagógico sueño de «la ciudad de las personas... de por ahí». Turismo chungalé, además, no crean ustedes que millonarios americanos que paran en el Alfonso XIII, de los que dejan aquí un dineral. Turismo de tiendas de bocatas y latitas (Cervera) que empiezan a proliferar en Sierpes y en la Avenida: de ahí el peligro de envilecimiento sobre el que advierto en tiempo y forma.
Refiero lo de Venecia porque siempre que he ido a turistear a la capital de la Serenísima he visto bandadas de japoneses, mangás de americanos, cutres turistas de toda suerte y condición en calzonas y chanclas tras una guía con un paraguas en pleno verano o una banderita, y, cruzándose con los grupos, con una cara de pavor horrorosa, a unos señores muy elegantes y bien vestidos, que venían de comprar «Il Gazzetino» en La Piazzeta o de hacer un mandado en su banco de la calle XXIII di Marzo: eran los espantados venecianos, los ya raros vecinos de la ciudad invadida por el turismo. En Sevilla está ocurriendo algo así. Siéntense en la terraza de La Ibense, y cuenten cuántas mesas hay ocupadas por turistas y cuántas por sevillanos. Tomen café en los veladores del Laredo y echen las mismas cuentas. Y paseen por Sierpes, por esa Sierpes desfigurada y contaminada visualmente por las decoraciones horrorosas de los locales comerciales de venga acero inoxidable y venga cristal, donde Ricardo Roldán mantiene como una reliquia la Joyería Ruiz y los herederos de don Enrique Sanchís conservan el monumento de El Cronómetro.
-Es verdad, usted, por la calle Sierpes cada vez se puede saludar a menos gente de Sevilla, todos son turistas...
Y por Tetuán, ni te cuento. Todo extranjerío, todo turisteo. El sevillano llega a tener una cierta sensación de ser figurante en un decorado para los turistas. Y si vas con tu chaqueta de mil rayas y tu corbata, ni te cuento: hasta se hartan los turistas de echarte fotos, como pintoresca fauna local. Fui la otra noche a comprar pescao frito, papelón de pescada, en La Isla de la calle de la Mar. Yo era el único sevillano que estaba comprando pescao. Japoneses, americanos, ingleses, mucho madrileño comprando pescao. Tú allí, sevillano, pidiendo pescada en castellano y no en el inglés con que lo ponen en la tarifa de precios, te llegabas a creer un bicho raro. Un extraterrestre en tu propio barrio. A este paso, tendremos que pedir que el Ayuntamiento, en vez de cobrarnos impuestos, nos pague como extras, como figurantes de este gran teatro del mundo en que están convirtiendo a Sevilla, parque temático de sí misma. Estamos llegando a lo del hermano de Manuel Machado, pero al revés: Sevilla sin sevillanos, qué pesadilla...

 

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