ALGÚN
día lo proclamará la Unesco, o el Libro
Guinness de los récords, o el Club Cocherito
de Bilbao mismo, pero hay que reconocerlo ya
urgentemente, para que sepamos a qué carta
quedarnos: España es el país más rarito del
mundo. No raro, que es una cosa distinta y
que, repetida, es el recuerdo del padre de mi
admirado Julio Iglesias. España es rarita,
rarita, rarita. Como el «guapa, guapa, guapa»
de la canción de los tiempos del «Cuéntame»,
pero en rarita. ¿Pues no que la consejera de
Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, doña
Fuensanta Coves, para evitar que el monte se
queme, señor Conde (Pumpido), no sólo ha
inventado, sino declarado obligatoria hasta el
otoño la «barbacoa fría»? Y hay tanta
injusticia en el mundo que todavía nadie ha
pedido un premio para Doña Fuensanta, lo que
oficialmente solicito en tiempo y forma a los
dichos. La Unesco, el Club Cocherito de Bilbao
o la Peña Bética «Lo Que Diga Don Manué»
tienen que galardonar urgentemente a Doña
Fuensanta por su invención.
¿Que cómo es la
«barbacoa fría»? ¿Que si es igual que aquella
cursilería de llamarle «sopa fría» al gazpacho
en las cartas de los restaurantes? No, la
barbacoa fría, como suele ocurrir en España,
no tiene nada de barbacoa. Fría sí está, pero
no es barbacoa. Una barbacoa es una parrilla
donde las brasas de carbón vegetal asan
chuletones y costillas, y eso es un riesgo.
Que a barlovento la barbacoa sea aventada por
el levante, salten las candelas y pase como en
Guadalajara. Por eso Doña Fuensanta, sabia y
prudente mujer, ha decidido apagar
obligatoriamente todas las barbacoas al sur de
Despeñaperros, y para predicar con el ejemplo
se ha ido a celebrar una a orillas del río
Guadiamar, en Aznalcázar, donde se produjo el
vertido tóxico de Bolidén y donde Antonio
García Barbeito acaba de reunir en libro sus
rotundas y hermosas «Palabras de diario», tan
bien escritas en los periódicos y dichas en
sonoro andaluz por la radio. La barbacoa fría
de Doña Fuensanta ha consistido platos
cocinados y ensaladas, vamos, el clásico
filete empanado y el huevo duro de toda la
vida.
-¡Pero esta tía
lo que ha hecho ha sido reinventar la jira
campestre!
Lo que hace todo
el mundo en la rarita España. España es una
inmensa barbacoa fría, donde las parrillas no
tienen brasas ni los que nos rigen, dignidad,
ni los que los eligen, memoria. Una barbacoa
fría será hoy el desfile del Día de las
Fuerzas Armadas en León. Como La Coruña (alias
A Coruña) y en Sevilla, este año el homenaje
de los paisanos a los militares toca en León,
la tierra de Zapatero. Quien ha dicho que con
él no cuenten, que los Ejércitos se avíen con
los Reyes para la castrense barbacoa fría, que
él sabe quedarse sentado cuando pasa la
bandera de los Estados Unidos, pero no
permanecer en pie como homenaje a nuestra
enseña nacional y a quienes la sirven. Y
suerte tienen los Ejércitos, que en esta
barbacoa fría nadie les ha acusado todavía
(que los acusarán) de apropiarse de la bandera
rojigualda. En la rarita España esto ya no
extraña: es una tradición que el presidente
del Gobierno haga rabona de desfile el día de
las Fuerzas Armadas. Como es otra tradición
que venga Condoleezza Rice y se crean que es
Esperanza Aguirre en un pleno de la Asamblea
de Madrid: Moratinos le suelta sin educación
alguna que es mucho más aficionado que ella a
los disientes cubanos; Alonso le mienta sus
muertos, los de los bombardeos de Afganistán;
y el Mienmano de la Milá le saca a relucir
Guantánamo en TVE, la pública. Por lo visto
las leyes contra el maltrato a mujeres no
hacen referencia a las secretarias de Estado
norteamericanas. Como el Estado de Derecho
tampoco hace referencia al asesino Juana Chaos
ni a la ETA, con los que Zapatero quiere
celebrar cuanto antes una barbacoa fría para
celebrar la rendición que llama paz. Mientras,
el PP gana las municipales, pero la
vicepresidenta Vega se inventa la barbacoa
fría de no reconocer la victoria. Si los
republicanos de 1931 llegan a ganar las
municipales del 14 de abril con la mitad de
votos que el PP en el 27-M en toda España y
especialmente en Madrid, a Don Alfonso XIII no
lo mandan al destierro, sino a la
estratosfera. Pero a las municipales, como a
todo, se les aplica la barbacoa fría de los
pactos, según la cual los que ganan en Navarra
pierden y los que pierden, ganan.