IMPERIO
Argentina, en una película de Florián Rey, decía
aquella frase castiza: «Recoge las gallinas, que
vienen los cómicos». En política, con las
unanimidades, pasa como ocurría con las gallinas
en los pueblos cuando llegaban los cómicos de la
legua: «Guarda tu libertad de pensamiento, que
vienen las unanimidades». Y estamos en tristes
días de unanimidades. El Gobierno pide «apoyo
unánime» contra el terrorismo. ¿Para qué ese
apoyo, para hacer qué, para decidir qué, con qué
hoja de ruta contra los hijos de lo que rima? Ah,
no, eso no lo han dicho, al grito de:
-¡Heterosexual el
último que no apoye al Gobierno!
Lo siento, pero la
unanimidad a ciegas me suena siempre a votación a
la búlgara, a Plaza de Oriente española. Pero no a
la Plaza de Oriente, ay, dolor, del «Romance de la
Reina Mercedes», sino a Plaza de Oriente de 20-N,
brazo en alto y camisa azul, de la pancarta contra
el cerco internacional a la dictadura impuesto
desde la ONU, cuyas siglas eran entonces UNO,
United Nations Organization: «Si ellos tienen UNO,
nosotros tenemos dos».
Como Lenin le
preguntó a Fernando de los Ríos el «libertad,
¿para qué?», me atrevo a decir: unanimidad, ¿para
qué? ¿Unanimidad contra la ETA o unanimidad para
que el Gobierno siga haciendo mangas y capirotes
en su no satisfecho deseo de negociar, pactar y
hocicar con la ETA? ¿Unanimidad para volver a
cercar a la ETA, para arrinconarla y derrotarla,
como se estaba a punto de hacer aplicando los
instrumentos de la Ley de Partidos y del Pacto
Antiterrorista? ¿O no será más bien unanimidad
para seguir transigiendo y otorgando lo que piden?
Mataron a dos ecuatorianos en la T 4 de Barajas y
el Gobierno siguió intentando negociar, regalando
chocolatinas, bombones y caramelos a los
terroristas e islas adyacentes para poder ponerse
la medalla de la paz. Me temo que ahora, aun roto
el «alto el fuego permanente», ocurra tres cuartos
de lo propio: que sigan obstinados en conseguir a
cualquier precio lo que han dado en llamar paz.
Esta unanimidad me
suena a totalitarismo del «una, grande y libre».
Franco se pasó 40 años predicando «la unidad de
los hombres y las tierras de España». El que no
aceptara la unanimidad de la unidad representaba
directamente la anti-España. Algo gozosamente
superado por la Constitución y las libertades, que
parece que ahora vuelve: la unanimidad
obligatoria, la unidad por decreto-ley y por
voluntad del Jefe, ya que el Jefe siempre tiene
razón.
Hubo una
tregua-trampa y ahora puede haber una
cárcel-trampa: la foto de la entrada en prisión
del Juana Chaos. Hemos ganado bastante: por fin el
Gobierno va a darle a un etarra tratamiento de
Julián Muñoz, cuando a Otegui no le aplicaron el
Protocolo Pantoja. Pero puede que todo se quede
ahí, que nos vendan la foto del tiparraco entrando
en la cárcel, ya engordado de recebo hospitalario,
para que no pensemos en lo que se sigue
transigiendo ante los terroristas. Que, no se
olvide, vuelven a tener sus señas y las mías por
si quieren venir a pegarnos un tiro en la nuca, ya
que les hemos entregado el censo electoral
enterito tras su llegada a los ayuntamientos. En
los que recibirán el dinero con el que pagar la
nómina y los seguros sociales de los asesinos a
sueldo. ¿Para esto nos piden la unanimidad, para
que apoyemos a un Gobierno que durante la
tregua-trampa ha municionado a una banda
terrorista que ahora empleará esos medios para
seguir matando?
Son los presentes
días de grandes mentiras proclamadas, como
siempre, con mucha solemnidad. Le dan a la mentira
el verismo de la solemnidad. Como el grandísimo
embuste de que no se debe utilizar el terrorismo
para hacer política. Con todo cinismo, eso lo
dicen los mismos que utilizaron el terrorismo de
la matanza de Atocha no sólo para hacer política,
sino para derribar al Gobierno y para ganar las
elecciones.
A mí que no me pidan
unanimidad obligatoria, enseñándome la coartada de
la foto de la cárcel-trampa del Juana Chaos.
¿Quién me asegura que no van a usar mi unanimidad
para seguir pactando con la ETA a fin de ponerse
la medalla de la paz y permanecer en el poder, que
es lo que quieren, seguir en el poder al precio de
las vidas que sea?