QUÉ
perra han cogido los socialistas con Clara
Campoamor, que ni era de su partido ni ná.
-¿Clara
Campoamor no era la hija del poeta Campoamor,
el del tren expreso?
No, Clara
Campoamor (1888-1972) fue una sufragista
madrileña, defensora del voto femenino, que
consiguió introducir en la Constitución
republicana de 1931: «Los ciudadanos de uno y
otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los
mismos derechos electorales». La fórmula, que
ahora quizá sería tachada de machista, es
preciosa, por clásica: «Los ciudadanos de uno
y otro sexo». ¡A tomar por saco la
incorrección gramatical de «ciudadanos y
ciudadanas» y la cursilería de «la
ciudadanía», tía!
Clara Campoamor
no fue del PSOE, como ahora puede parecer,
sino del Partido Radical. Uno de tantos, como
Unión Republicana o la CEDA, borrados de la
interesada Memoria Histórica. Junto con
Margarita Nelken y con Victoria Kent (la tía
de los O´Kean sevillanos) fue de las poquitas
mujeres que se dedicaban a la política durante
los últimos años de la Monarquía de Don
Alfonso XIII y primeros de la II República. En
las Constituyentes de 1931 dio la vara por el
voto femenino, que los socialistas por cierto
no querían, porque decían que las mujeres eran
retrógradas, y como iban mucho a la iglesia,
votarían lo que les dijeran los curas. Y
cuando con el estreno del voto femenino en las
elecciones de 1933 perdieron las izquierdas y
ganó la derecha de la CEDA, los socialistas le
echaron la culpa a la Campoamor, en plan: «¿Tú
no ves, quilla, cómo las mujeres eran
retrógradas votando?»
Los socialistas
tienen ahora consignas de defender la figura
de Clara Campoamor como si hubiera sido de su
partido. Con la ignorancia de Historia de
España Contemporánea que hay, todo cuela si se
manipula adecuadamente. Y como son unos
monstruos defendiendo la consigna del día y
repitiendo como loritos el argumentario
recibido por fax, pues tenemos Clara Campoamor
hasta en la sopa. Por ejemplo, en honor de
Clara Campoamor quieren aprobar hoy martes en
el Congreso de los Diputados una de las
tonterías más solemnes que en mi vida he visto
yo: que las próximas monedas de 1 euro que se
acuñen, en vez de la efigie del Rey y por la
chorrada de «las políticas de igualdad»,
lleven la cara de Clara Campoamor, que por
cierto era una señora feísima pelada a lo
garsón. ¡Anda y que te ondulen, Clara
Campoamor, habrá que decir con la letra del
«Pichi» de Victoria Kent! Si se trata de la
chuminá del igualitarismo feminista en las
monedas, ¿por qué no ponemos mejor en los
euros a la Reina, que además es siete mil
veces más guapa que el callo de la Campoamor?
Y si no quieren la Reina actual, pues Isabel
la Católica. O Santa Teresa, o Mariana Pineda
mismo. ¡O Sor Ángela de la Cruz, oé, que sí
que entregó de verdad su vida por los
desheredados y no esta tía!
Lo más triste
del caso es que Clara Campoamor, sin debate
alguno, por decretazo municipal, ya tiene su
moneda de euro en Sevilla. Digo moneda de euro
porque no abulta más la mierda de monumento
que le han puesto en la Plaza de la
Pescadería, en la estética Lladró de la
monumentitis que nos aqueja. Un monumentito
que gracias a Dios no representa a la
Campoamor, que espantaba de fea, sino a una
niña leyendo libros, con unos muñequitos por
allí en plan Disneylandia. ¿Qué tiene que ver
Clara Campoamor con la Plaza de la Pescadería?
¿Era su padre entrador de pescado en El
Barranco o algo? ¿O a que va a resultar ahora
que «en la Plaza de la Alfalfa, donde nació El
Espartero» quien nació de verdad fue Clara
Campoamor? ¿Qué tiene que ver con Sevilla esta
señora de Madrid, para que en el proceso de
destrucción de las plazas históricas le hayan
puesto esa cagadita broncínea con un pedastal
descomunalmente inmenso, junto a la Costanilla
de San Isidoro? Pues que a la hora de cumplir
consignas, estos señores socialistas son como
la Legión. «Con razón o sin ella» hacen a
rajatabla lo que les ordena el papel diario
que les manda la ejecutiva. Que conste que no
los critico, sino que los elogio. Ojalá la
derecha fuera tan disciplinada. Pero, claro,
no puede serlo por una razón ontológica:
porque cree en la libertad de las personas por
encima de los intereses del partido.