Las bicicletas
son para el verano. Para que echemos
el verano. Me están dando hecho este
verano el artículo nuestro de cada
día, dánosle hoy. ¿Que no hay
salvamento de náufragos por parte de
Evangelina, ni novedad en el
teleférico pepero (y lepero) de
Tomares, ni tema que llevarse a las
teclas del ordenata? Pues escribes de
las catenarias, del tranvía o de las
bicicletas, y como decía González
Ruano: a firmar y a cobrar.
Las bicicletas también me dan hecho el
artículo de hoy. No, si yo a la
bicicleta le voy a sacar más que
Indurain... Aunque no tanto como<TB>la
empresa francesa adjudicataria de las
bicicletas de alquiler: J.C. Decaux.
Compañía que tiene nombre de viajero
romántico. Tú dices que Decaux fue un
viajero francés, compadre de Merimée y
del Barón de Davilier, que escribió el
libro «Viajes por España y vuelta a
Sevilla en bicicleta», y cuela. Vamos
que si cuela. Como que hasta Suárez
Japón es capaz de organizar en La
Rábida un curso de verano sobre «Los
viajes españoles de Decaux».
Como si en Sevilla no estuvieran los
descendientes de Gaitán, de Gómez del
Moral y de Zeppelín el de Triana,
esforzados promotores e industriales
de la bicicleta en tiempos difíciles,
el dinero a la bicicleta, aparte de
los articulistas, se lo va a sacar una
empresa francesa. Esta Decaux que
también podría ser un pintor que trajo
a Sevilla el Duque de Montpensier de
la exposición novohispana de la Casa
Lonja. Y los franceses que alquilan
bicicletas como antiguamente las
arrendaban en los Jardines del
Cristina y en la Plazaspaña (pero con
más cuento y sacando más dinero) han
traído bicicletas normales. Normales
para ellos. Que son unas bicicletas
grandísimas para nosotros. Para
nosotros, dicen, son unas bicicletas
talla XXL. La noticia es preciosa:
«Tras el periodo de prueba de las
bicicletas de alquiler (Sevici), la
empresa francesa concesionaria del
servicio, que ha utilizado el mismo
modelo que está en funcionamiento en
París y Lyon, se ha dado cuenta que
son demasiado altas para los
sevillanos. Por este motivo, J.C.
Decaux tendrá que diseñar y poner en
la calle modelos más pequeños y mejor
adaptados a la altura de los
ciudadanos de la capital hispalense».
(¿Les pondrán suplementos de corcho
para que lleguemos a los pedales, como
las bicis cadete que nos traían los
Reyes?)
Así que nosotros presumiendo de que
cada vez somos más altos, como los
novilleros que debutan en la plaza del
Arenal, que ya van todos de Luis
Miguel y de Nicanor Villalta en cuanto
a la estatura, y llegan las bicicletas
francesas para decir que los
sevillanos cortetes no damos la talla.
La talla que seguimos dando es de la
sevillana antigua: «En la Macarenita/
me dieron agua/más fría que la nieve/y
en una talla». En una talla 46 de
caballero. Los sevillanos somos
cortetes, dicen los franceses. Yo no
me lo creo: eso es un infundio que nos
han levantado los gachones gabachos.
Basta mirar la estatura con que se
igualan las cuadrillas de costaleros.
No sólo las de Cristo y de misterio,
sino las de palio. Miren cómo los
faldones de palio cada vez dejan ver
más pies y más pantorrillas de
costaleros. ¿Por qué? Porque los
costaleros son ahora mucho más altos
que la histórica cuadrilla de Los
Ratones bajitos del difunto Rafael
Franco. En la última van ahora
igualados los que antes en la primera.
Y a los pasos les asoman bajo los
faldones muchas más piernas de
costaleros, lo que demuestra el
crecimiento de la estatura media de
los sevillanos. Y de la altura de los
nazarenos, ni te cuento. Un nazareno
cualquiera de La Lanzada, con su
cartonera tan cortita, es ya tan alto
como antiguamente uno del Silencio con
su larguísimo macho en el antifaz.
En nombre de los que vamos por el plan
antiguo, de los bajitos, protesto
contra la calumnia francesa y
reivindico la estatura altísima y
europea de los nuevos sevillanos, bien
crecidos porque estuvieron bien
alimentados. Los franceses, ¿con qué
sevillanos han medido las bicicletas?
¿Con Luis Uruñuela o con Manuel del
Valle? ¿Cómo que los sevillanos no
damos la talla para las bicicletas?
Claro que si las han medido con El
Cachimba de la Bimba, se explica. Por
mucha estatura que tenga en ese cuerpo
para descargar sacos de cemento en el
muelle, ése no da la talla. Pero no
sólo para las bicicletas: para nada.