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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mitin por la vida en el SAS

En el Virgen del Rocío ocurren muchas cosas. Hay mucha vida en ese hospital. Vas a la sala de espera de urgencias o de la UVI de sus hospitales o de sus consultas externas y con sólo pegar la oreja oyes novelas enteras. Nada menos que la vida. Y a los niñatos que cogen la moto sin casco y con la copa puesta, en vez de quitarles puntos del carné yo los pondría un día entero en la puerta de urgencias de Traumatología, para que vieran las tragedias que llegan de esas carreteras y de esas calles de la madrugada. En el Virgen del Rocío pueden verse hasta los códigos sociales de comportamiento ante el dolor y la desgracia. Vivaquean por los jardines familias enteras de gitanos, del abuelo a los nietos, todos allí, lo más cerca que pueden de primo o de pápa, que están ingresados. Lo manda Undibé y lo manda la ley no escrita de su raza. Y hay quien tiene a su mujer muriéndose en la UVI y no aporta ni a la hora en que los médicos informan a la familia: «Está en muy buenas manos, y aquí yo no pinto nada...» A saber qué cultura es superior a cuál en sentimientos.
Ahora en el Hospital Virgen del Rocío una madre andaluza ha dado con su valentía, su convicción y sus hechos un mitin a favor de la vida. Una joven familia andaluza. Ella, María José, farmacéutica óptica, malagueña, de 36 años. El, Antonio, sevillano, aparejador, de 35 años. Han hecho lo que es tan difícil en estos días: poner los principios por encima de las comodidades y las conveniencias del mínimo esfuerzo. ¡Qué difícil y raro es el «haz lo que debas» como norma de comportamiento! María José, sin avergonzarse de nada, ha hecho lo que debía, lo que le dictaba su conciencia.
Primero vino el parte de la victoria médica, por la que felicito a todos los profesionales del Virgen del Rocío, del gerente Joseba Barroeta a la recepcionista de la puerta de Manuel Siurot. Por vez primera en Europa se había realizado con éxito en Sevilla una operación de espina bífida en un feto, antes del parto, y la criatura había nacido felizmente por cesárea. Se llama María y pesó 2,075 kilos. Noticia gratísima. No todas van a ser informaciones sobre listas de espera quirúrgica y enfermos en los pasillos. Es la cara verdadera de una Sanidad efectiva y avanzada, aunque el eutanásico ministro Bernat Soria haya dicho de ella la siguiente carajotada: «La izquierda cura más que la derecha; defiende una sanidad para todos y la derecha, una especialmente para ricos». Pues ni ricos ni pobres, ni derechas ni izquierdas: en el Virgen del Rocío se hace Medicina sencillamente. (Quizá porque no depende directamente del ministro de las células madre y el peloteo padre).
Eso fue el parte de la victoria médica, que pronto estará en todas las revistas especializadas del mundo, y por el que insisto en mi felicitación. Pero luego vino el parte de la victoria moral. La proclamación de la vida en boca de la madre, de la sufridora de todo el delicado proceso, de la que tantas fatiguitas y angustias ha pasado por tener a su niña linda, sin males congénitos. Tal como están las cosas, con esas televisiones echando basura inmoral y borrando todo rastro de ética, y con la sociedad burlándose de los principios religiosos, dijo valientemente María José: «Lo primero que me plantearon fue el aborto, pero soy católica y enseguida lo descarté. Vinimos a Sevilla a pedir una segunda opinión y me plantearon la cirugía fetal abierta. Sabía que tenía sus riesgos, pero para mí sólo había dos posibilidades: seguir con el embarazo o darle una oportunidad a la niña. Lo vi claro». Y no conforme con dar este mitin a favor de la vida, sin avergonzarse de nada, fue María José y dijo: «Espero que el caso de mi hija abra camino, porque la cirugía avanza, y sirva para que las tasas de aborto disminuyan. Es duro, pero se lo ofrecí todo a Dios y con su ayuda ha nacido. Se ha rezado mucho y yo me he encomendado a San Josémaría Escrivá de Balaguer».
Hace mucho tiempo que no veía tanta valentía y tanta convicción en la defensa de unas creencias como en el mitin por la vida que, con la que está cayendo, ha dado María José precisamente en el progresista SAS, no en las clínicas de derechas que dice el eutanásico ministro Bernat Soria.

 

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