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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


500 Pemanes y Marquinas

NO sé por qué se empeñan en buscársela, si la Marcha Real tiene ya letra. Es exactamente la misma que la marcha procesional «Aguas». Que dice: «Chero, tachero, tachán, tachán, tachán». Los seguidores de la selección nacional de fútbol, cuando suena la Marcha Real al comienzo de los partidos internacionales, cantan la misma letra que por dentro tararean los cangrejeros de la bulla cuando van andando de espaldas en el regreso de la Virgen de las Aguas, y la banda toca su marcha.
En esta España de las locuras, las maldades, las marchas (muy reales) hacia el abismo y la limpieza en las cortinas de la Constitución, por si no tuviéramos problemas gordos, salen con la chuminá de La Carlota de tener que buscarle letra a la Marcha Real. Pero de prisa y corriendo, con fecha de caducidad como los yogures de mijitas, como si nos fuera el ser y la esencia de España en ello. ¿Qué falta hace buscarle letra a la Marcha Real, si está así divinamente desde tiempos del Rege Carolo, como decía Rocío Jurado? ¿De verdad que el problema más importante de España es que la Marcha Real no tiene letra? ¿Para qué ponérsela? ¿Para que nos pongamos a cantarla, en plan borrachos con el Vaporcito del Puerto, cuando veamos que queman los retratos del Rey, que convocan referendos de la Señorita Pepis, que bajo cuerda siguen negociando con los terroristas de la ETA, que prohiben hablar en castellano en la propia España y que el Gobierno se sigue bajando los pantalones ante sus socios separatistas?
Si es por toquetear la Marcha Real, mejor que le quiten el arreglo oficial de tamborería ramplona que le han añadido últimamente, ratonero y de charanga, que ha quebrado su solemne aire, y nadie se ha quejado, pero que suena de esa manera, con su rataplán extraño, y parece que no es la nuestra, la de los vellitos de punta.
Y lo peor, que esta iniciativa haya partido de algo tan relacionado con las instituciones democráticas (por aquí), como el Comité Olímpico Español, en colaboración con algo tan desinteresado por el dinero y tan generoso (por aquí) como la que siempre se llamó Sociedad de Autores de España y ahora es SGAE, que se pronuncia «Esgae», y donde por cierto la E que era acrónimo de «España» es ahora inicial de «Editores», los que nos trincan la tela a los autores. La ex Sociedad General de Autores de España es ahora Sociedad General de Autores y Editores, ¡toma ya! Que los Autores y los Editores, que somos bandos contendientes, con intereses económicos contrapuestos, estemos en la misma sociedad es la estricta reinvención del Sindicato Vertical.
¿Es que no hay Parlamento, ni Ministerio de Cultura, ni Instituto de España con sus Reales Academias para que, en caso que hubiera hecho falta ponerle letra a la Marcha Real (que no hace falta ninguna), promover la iniciativa? Pues nada, se deja en manos de dos importantes centros de colocación de paniaguados, cual el Comité Olímpico y la Sociedad de Autores. El desmadre está servido. Anuncian que entre las dos instituciones tienen ya allí sobre la mesa 500 letras posibles para el chero, tachero. Me imagino que todo poetastro de revista de fiesta del pueblo, todo pregonero de las glorias de no sé qué, todo aficionado a escribir versos a su novia, todo adicto de las cartas al director habrá mandado al COE o a la SGAE su pedazo de letra, diciendo:
-¡Ahora se van a enterar estos tíos de lo que es ardor guerrero vibra en nuestras voces y de amor patrio henchido el corazón!
Me imagino el contenido de esas letras para el himno sacrosanto de España. Estarán llenas de términos políticamente correctos, de «ciudadanos y ciudadanas», de «progreso», de «modernidad» y de por aquí te quiero ver. Serán letras de un tiempo, como de su tiempo fueron, rabiosamente, la de Eduardo Marquina, con el «Gloria, gloria, corona de la Patria,/soberana luz» o la de José María Pemán con el «Viva España, alzad los brazos, hijos/ del pueblo español». Corremos el riesgo de que aprueben un churro igual que el himno que Agustín García Calvo escribió (y cobró) para la autonomía de Madrid. Y es que hay algo peor que el himno de Marquina o el himno de Pemán: quinientos Marquinas y quinientos Pemanes sueltos en manos del Comité Olímpico y de Tedy Bautista.

 

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